Esta película rusa retoma la idea de universos paralelos de El origen, con una dosis de surrealismo visual. Pero no pasa de las comparaciones, en un apreciable tono de Clase B.
Este film de espionaje ambientado en la Guerra Fría y protagonizado por Bill Pullman es apenas correcto, aunque deudor estéticamente de mucho del cine del género estrenado últimamente.