Título original: Playdate // Origen: EE.UU. // Dirección: Luke Greenfield // Guión: Neil Goldman // Intérpretes: Alan Ritchson, Kevin James, Banks Pierce, Benjamin Pajak, Alan Tudyk, Sarah Chalke, Stephen Root, Isla Fisher, Hiro Kanagawa, Lauren Akemi Bradley, Sarah Surh, Sabrina Dhowre Elba, Massiel Taveras, Miles Fisher, Kurt Long, Kalyn Harper, Luke Greenfield // Fotografía: Darran Tiernan // Edición: Joe Mitacek // Música: Jeff Cardoni // Duración: 93 minutos // Año: 2025 // Plataforma: Prime Video
7 puntos
PATERNIDAD A LAS PIÑAS
Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
La crítica norteamericana trató casi con saña a Un día fuera de control, disponible en Prime Video, en uno de esos típicos casos donde la crueldad es también sinónimo de pereza. Decimos pereza porque fue notoria la voluntad de mostrarse astutos con algunas sentencias lapidarias, mientras se hizo un análisis muy superficial. Quizás haya tenido que ver que estamos ante una comedia de un director muy irregular como Luke Greenfield y protagonizado por Alan Ritchson -alguien no muy asociado al género- y Kevin James, cuya labor suele ser subestimada y que tiene una carrera bastante despareja.
La película se centra en Brian (James), un tipo que está en un momento complicado de su vida: por un lado, acaba de ser despedido de su trabajo básicamente por hacer lo que corresponde; y por otro, no le encuentra la vuelta a su rol como padrastro de Lucas, un pibe que es un freak absoluto y que sufre bullying por parte de sus compañeros. Brian le pone ganas y Lucas también, pero no consiguen ayudarse y complementarse adecuadamente, y encima la situación parece empeorar con el nuevo estatus de desempleado de Brian. En ese contexto, ambos se topan con Jeff (Ritchson) y CJ (Banks Pierce), otro padre e hijo que parecen ser re unidos…por una relación violenta hasta lo paródico. En particular Jeff es alguien que luce totalmente disfuncional, un tiro al aire absoluto, que arrastra a Brian y Lucas a una aventura casi inverosímil, en la que son perseguidos por un misterioso grupo de mercenarios por razones que se irán revelando a medida que avance la trama.
Greenfield aprende un poco de sus errores previos y, a diferencia de Agentes del desorden, una comedia de acción en la que arrancaba a todo galope para luego ceder a la tibieza y la moralina, en Un día fuera de control -cuyo título original, Playdate, es mucho más apropiado- se toma solo el tiempo preciso para las lecciones de vida. Y, además, ese aprendizaje va de la mano del movimiento, de las huidas, piñas y tiros, con Ritchson convertido en un héroe casi amoral desde su total inconsciencia y James como acompañante siempre torpe, pero que va entendiendo su humilde papel a la fuerza, hasta darse cuenta de que necesitaba quedar en una situación límite para encontrarse a sí mismo. La película se asume como un relato sobre la paternidad, o más bien sobre cómo hallar una forma de ejercerla, y no tiene miedo de señalar que hay gente incapaz de ser padre -en eso, la breve aparición de Stephen Root es decisiva-, ni de arrojar chistes por doquier que ponen en crisis ciertos imaginarios o delatan unos cuantos prejuicios.
Por más que, cuando tiene que explicitar las razones de los villanos y las reconfiguraciones a las que se ven los obligados los protagonistas, Un día fuera de control dice lo esperable sobre las relaciones paterno-filiales, lo hace desde lo afectivo y no desde lo institucional. Y encima lo dice a pura fisicidad, con varias secuencias de acción bien coreografiadas y muy divertidas, que no temen ser políticamente incorrectas desde su uso de la violencia, con los menores como alegres partícipes. Con todo eso, Greenfield logra su mejor película desde Animal, que también fue malentendida en el momento de su estreno, en el lejano 2001. De paso, Ritchson revela una bienvenida capacidad para la comedia y James recupera su mejor nivel. Un día fuera de control merece ser disfrutada, por más que muchos críticos hayan sido incapaces de eso.
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