
Claudia Cardinale, símbolo del cine italiano de posguerra y dueña de una carrera que abarcó más de seis décadas en cine y teatro, falleció a los 87 años, en presencia de sus hijos. “Nos deja el legado de una mujer libre e inspirada tanto como mujer como artista”, dijo Laurent Savry, su agente, en un mensaje.
Nacida en Túnez en 1938 en el seno de una familia de origen siciliano, Claudia Cardinale llegó al mundo del cine casi por casualidad. En 1957 ganó un concurso de belleza en su ciudad natal, lo que le permitió asistir al Festival de Cine de Venecia. Ese viaje marcó el inicio de una trayectoria destinada a convertirla en una de las actrices más reconocibles de Europa.
Su debut en el cine italiano no estuvo exento de dificultades, pues su voz debía ser doblada porque se había criado hablando el dialecto siciliano en casa y estudiando en una escuela francófona. Además, su juventud estuvo marcada por un episodio doloroso. En 1958 dio a luz a su hijo Patrick, fruto de violación por parte de un productor de cine. Durante años lo presentó públicamente como su hermano menor mientras sus padres se hacían cargo de su crianza.
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Tras varios papeles secundarios, la consagración internacional llegó en 1963 con dos películas fundamentales: 8 ½, de Federico Fellini, y El gatopardo, de Luchino Visconti, donde compartió cartel con Burt Lancaster y Alain Delon.
La actriz recordó en entrevistas posteriores las exigencias de rodar ambos proyectos a la vez, que incluso le obligaban a cambiar de color de cabello según el personaje. En una conversación con The Guardian en el 2013, la artista comparó los estilos de los dos directores: “Fellini no podía filmar sin ruido. Con Visconti era lo contrario, como hacer teatro. No podíamos decir una palabra. Muy serio”, expresó.
Ese mismo impulso la llevó a Hollywood, donde apareció en producciones como La Pantera Rosa, de Blake Edwards y Érase una vez en el Oeste, de Sergio Leone (1968).
Sin embargo, en la década de 1970 su carrera enfrentó un declive. Tras separarse del productor Franco Cristaldi para iniciar una relación con el cineasta Pasquale Squitieri, padre de su hija Claudia, fue prácticamente marginada de la industria italiana. Cristaldi, resentido, pidió a colegas y amigos que la excluyeran de proyectos, lo que le costó, entre otras cosas, ser descartada por Visconti para su última película, El inocente (1976).
Franco Zeffirelli le devolvió la visibilidad al convocarla para la miniserie Jesús de Nazaret (1977). A partir de entonces retomó el trabajo con realizadores europeos como Werner Herzog y Marco Bellocchio.
Con su voz grave y un carácter libre, Claudia Cardinale fue reconocida como una mujer de fuerte independencia. En una ocasión desafió al Vaticano al asistir a una audiencia con el papa Pablo VI vistiendo una minifalda, gesto que alimentó su reputación de irreverente. En el 2022 su vida fue celebrada en el libro Claudia Cardinale. The Indomitable, título que reflejaba la fuerza y el magnetismo que irradiaba tanto en la pantalla como fuera de ella.
Aunque residió gran parte de su vida en Francia, donde fue cercana a presidentes como François Mitterrand y Jacques Chirac, nunca se desligó del cine europeo. En el nuevo milenio también incursionó en el teatro, cosechando elogios por sus actuaciones sobre el escenario.
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1 comentario en «Murió Claudia Cardinale, leyenda del cine italiano»