Gabriel Lerman
, uno de los codirectores artísticos del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata trazó en diálogo con Funcinema un balance de la 40ª edición, que anoche tuvo su ceremonia de clausura pero que culmina hoy con las últimas proyecciones. Con elementos en el debe como la posibilidad de contar con mayor presupuesto, pero con la participación de los espectadores y la capacidad del equipo de trabajo de resolver imprevistos en el haber, el resumen fue positivo.
“Lo lindo fue ver cómo la gente respondía a lo que para nosotros eran signos de interrogación: películas que habíamos visto en solitario y creíamos que podían conectar con la audiencia, pero que hasta que no pasa… no pasa”, reconoció y recogió el guante: “Cuando llegás a un festival con una programación sólida, con muy buenas películas y muchas sorpresas, podés ir tranquilo”.
-¿Se hace el festival que se puede y no el que se quiere?
Con lo que tenemos, hacemos más de lo que se podría. Si este equipo no pusiera tanta pasión, todo sería mucho más opaco.
-¿Pensás que es responsabilidad de la organización o de la municipalidad, que debería estar más presente durante el año?
Todo se puede mejorar. Este es un festival que se hace con muy poca plata y pocos recursos, y lo que se logra es magia. El equipo trabaja sin mirar la hora: empezamos a las 8 de la mañana y seguimos hablando a las 12 de la noche. Pero la falta de presupuesto se nota. Ahí es donde debemos mejorar para el año que viene.
-Respecto al festival del año pasado, ¿viste una mejora?
Sí. Mejoramos en número de películas, número de salas, número de secciones. Crecimos en todo. Ese era el objetivo.
-Las críticas de la edición pasada no parecen haber estado en el mismo nivel este año. ¿Cómo lo viviste?
Por lo menos dejaron de tirarnos tomates. Hubo críticas de la prensa nacional muy injustas: colegas que vinieron, vieron cómo trabajamos y después elogiaron al otro festival. Está perfecto, pero no se puede comparar. En Argentina tenemos un solo festival clase A, el único del continente americano, y es de todos. Una parte no termina de entender que también les pertenece y que atacarlo nos daña a todos. El festival hay que cuidarlo; la discusión política se tiene en otro lado. Si se quieren pelear con el INCAA, que lo hagan, pero no acá. Yo no soy de ningún partido, estoy acá por amor al cine.
-Hacia el año que viene, hablaste en la apertura de un Foco sobre Héctor Babenco. ¿Eso está en marcha?
Aclaremos: todavía no tenemos confirmación de que seguimos. Tenemos ganas; si nos invitan, estamos disponibles. Lo de Babenco fue plantar una bandera. Conversando con Paul Saentz para traer Amadeus y Atrapado sin salida, nos conectamos con la hija de Babenco porque queríamos proyectar la versión original de El beso de la mujer araña. Ella me dijo: “El año que viene se cumplen 80 años del nacimiento de papá, ¿por qué no lo hacen entonces?”. Y le dije: “Perfecto, hagámoslo el año que viene”. Espero estar. Si no, lo dejaré armado para quien venga. Sería una picardía no hacerlo: Babenco nació en Mar del Plata. El y Astor Piazzolla son nuestras figuras internacionales.
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