El staff repasa la programación del 39° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, con un recorrido rápido sobre las diferentes películas que integran la propuesta (61 películas reseñadas).
–1978 de Luciano y Nicolás Onetti // 5 puntos
Parece obvia, a la vez que compleja, la posibilidad de hacer terror (con ramificaciones fantásticas) en el marco de la última dictadura militar. En literatura hay casos recientes, basta con citar a Mariana Enríquez o Luciano Lamberti. En el cine, esa exploración es menos frecuente. La película de los hermanos Onetti, a esta altura veteranos del género, intenta ocupar ese espacio vacío. El resultado es dispar, una cruza entre las buenas intenciones y los límites formales que los realizadores parecen tener. Si antes exploraron el giallo y el slasher, lo que sucede acá parece una combinación entre Garage Olimpo y Evil Dead. Un centro clandestino de detención, ubicado en una iglesia, en la noche donde Argentina disputa la final de la Copa del Mundo. Mientras el país se sume en la efervescencia, un grupo de tareas tortura a un puñado de detenidos. A partir de esa premisa, la película muestra, por un lado, el horror verídico, y por el otro, busca integrar una subtrama sobre un culto satánico. Si bien funciona por momentos, lo cierto es que le cuesta imprimir sentido a lo que vemos, sobre todo en la relación entre lo histórico y lo demoníaco. Hay brutalidad y violencia extrema, pero los zigzagueos del guión, como todo aquella noche, parecen responder más a la casualidad que a la planificación. Marcos Ojea
–Adulto de Mariano González // 6 puntos
Un adolescente de 14 años llamado Antonio pasa sus días entre el colegio industrial, sus dos amigos y la intermitencia de un padre que va y viene en su vida. Un día, Antonio acompaña a su vecina al hospital porque su padre ha tenido un accidente en la moto. Este hecho será el detonante para que el joven descubra que, detrás de la versión del accidente que le cuenta su padre, se esconde otra realidad. La película se sostiene en el personaje de Alfonso González Lesca, quien interpreta de forma convincente a este adolescente que debe sobrevivir ante la ausencia de una figura paterna. Hay dos momentos de gran nivel en las interacciones con Juan Minujín (quien interpreta al padre). El primero ocurre en el hospital: el adolescente interroga a su padre con la determinación de un fiscal en un juicio. Las preguntas constantes sobre cómo ocurrió el accidente y las respuestas defensivas y mentirosas del padre generan una secuencia de alto grado de realismo. Algo similar sucede en la escena de la comisaría entre los mismos personajes, la cual sirve como clímax. La forma en que la cámara sigue a los jóvenes recuerda a algunos filmes de los hermanos Dardenne. En esta misma línea, los jóvenes coquetean con lo delictivo, robando en supermercados o quioscos. Sin embargo, todo se presenta de manera demasiado prolija: nunca enfrentan percances de ningún tipo, lo que resulta poco creíble en el contexto de la película. En términos generales, Adulto construye un microcosmos en torno a este adolescente. Está bien narrada y logra contar lo que se propone de manera correcta. Gabriel Piquet
–Aicha de Mehdi M. Barsaqui // 7 puntos
El principal mérito de la película de Barsaqui, a diferencia de otras que derivan en el simple alegato, es el modo en que integra la denuncia social contra la misoginia y los mandatos a una forma narrativa que no subestima al espectador. Su eficacia se comprueba a través de una sólida trama a base de giros inesperados que permiten poner en evidencia la vulnerabilidad institucional y una dinámica cultural retrógrada. Basada en una noticia que conmovió a Túnez en 2019, la historia se centra en una joven llamada Aya, hija única, que trabaja en un hotel (All Inclusive) para mantener a sus padres. Un hecho fortuito modifica su destino y le brinda la oportunidad para cambiar su identidad y empezar una nueva vida. El traslado a la capital empieza bien, sin embargo, un incidente en una discoteca la llevará a una especie de laberinto moral muy complicado. Esta excusa permite develar una estructura política/jurídica/policial corrupta, un monstruo a combatir. Más allá de que por momentos se retuerza el verosímil a favor de las necesidades del relato, no es un dato menor que se confíe en la ficción con espíritu de libertad, al mismo tiempo que el mapa sobre los diversos aspectos de la sociedad se deja ver progresivamente. La reflexión sobre la identidad es un aspecto importante, pero no está sostenido desde la especulación, la solemnidad, ni el mensaje directo. Su marco es concreto: ante la adversidad y el atropello, a veces es necesario escapar de la manera que sea. Guillermo Colantonio
–Ainda não é amanhã de Milena Times // 7 puntos
Janaína vive en un complejo de edificios a las afueras de Recife. Es una joven de una familia de clase trabajadora que comparte su hogar con su madre y su abuela. Estudia abogacía y consigue una beca, convirtiéndose en la primera de su familia con la posibilidad de obtener un título universitario. Sin embargo, todo cambiará cuando enfrente un embarazo no deseado. La película destaca por el trabajo actoral, especialmente el de su protagonista, Mayara Santos. Todo el recorrido, desde que el personaje principal descubre que está embarazada hasta el momento en que decide abortar, está narrado con gran solvencia por la directora. Hay un breve intervalo con efectos visuales que generan una sensación de opresión, la escena en la biblioteca rodeada de libros. Los silencios incómodos también son un recurso importante, como en la escena en la que comparte una comida con su madre y su abuela: mientras ellas conversan, intenta contarles su situación, pero no se atreve. Estos momentos de angustia y sufrimiento culminan en una secuencia especialmente impactante, en la casa de una amiga, cuando toma una píldora abortiva. La película expone de manera clara lo difícil que es enfrentar un embarazo no deseado en un contexto donde no existe una ley de aborto que brinde respaldo a estas mujeres, obligándolas a actuar en la clandestinidad. Con detalles precisos, refleja una realidad que, si no hemos vivido personalmente, hemos escuchado a través del relato de alguien cercano. Es una obra valiente, que asume una postura definida. Creada por una mujer, retrata un universo profundamente femenino, donde muchas mujeres se sienten solas y encuentran apoyo únicamente en ellas mismas. Es una película directa, con una mirada quirúrgica sobre el tema, que puede resultar incómoda tanto en su país como en otros, pero cuya existencia es absolutamente necesaria. Gabriel Piquet
–A fidai film de Kamal Aljafari // 7 puntos
En 1982, el ejército israelí invadió Beirut, allanó el centro de investigaciones palestino y saqueó documentos históricos de Palestina que contenían una valiosa colección de películas y fotografías. Desconocía completamente este hecho histórico, como me sucede con gran parte de la historia de este conflicto que lleva años y parece no tener una solución pacífica. En cuanto al aspecto estrictamente cinematográfico, se presentan imágenes de ciudades en ruinas, paisajes geográficos, elementos de flora y fauna, y la vida social en las ciudades que luego serían atacadas. También se muestra lo que parece ser un campo de concentración o gueto, con una clara intención de ilustrar cómo se busca ocultar o borrar la memoria y la existencia palestina. En algunas escenas, se utilizan intervenciones visuales, como el uso de un efecto de color rojo que resalta sobre ciertas personas formando siluetas, o sobre imágenes del mar, enfatizando la idea de la sangre derramada. Incluso se trabaja con fragmentos de lo que parece ser una película comercial, como el diálogo entre una pareja en la costa, lo que aporta un contraste poderoso al material. El trabajo del realizador destaca por su impresionante montaje cinematográfico. Al reeditar estas imágenes, deja muy clara su postura: con este material encontrado, busca demostrar la existencia de una ocupación y un genocidio israelí. Gabriel Piquet
–All we imagine as light de Payal Kapadia // 8 puntos
En la película de Kapadia, dos mujeres habitan Mumbai, una ciudad que según dicen varias voces en off -o las propias protagonistas-, es una urbe gigantesca, tan espectacular y sugerente y llena de oportunidades, como agobiante y demandante y alienante. Pero para Prabha y Anu vivir en ese lugar es una forma de camuflarse, de desaparecer en medio de una serie de conflictos personales que las abruman: para la primera, un marido que vive en Alemania; para la otra, la posibilidad de vivir un amor con un joven al que su familia no quiere. El trabajo de Kapadia es notable: por allí conviven apuntes políticos, sociales, religiosos, incluso una mirada feminista que se imbrica con el tono del cine del presente, pero bien lejos de las bajadas de línea simplificadoras. All we imagine as light es en el acercamiento a sus personajes sutil y melancólica, incluso amable con lo que podría ser un calvario cinematográfico lleno de sordideces como las que nos acostumbra el cine contemporáneo. Lejos de los folklórico-turístico de mucho cine de países periféricos que buscan sobresalir en festivales o en la temporada de premios, Kapadia logra una película de una sensibilidad inusitada, que además incorpora lo fantástico con una convicción llamativa. Mex Faliero
–A procura de Martina de Márcia Faria // 6 puntos
Martina, abuela de Plaza de Mayo, sufre de Alzhéimer. Su hija desapareció y su nieto fue apropiado durante la última dictadura cívico-militar en Argentina. Al recibir el dato de que su nieto podría estar en Brasil, decide emprender un viaje contra todos los pronósticos que no la favorecen: su deteriorada salud, la negativa de sus amigas a que viaje sola y la posibilidad de no llegar a reencontrarse con su nieto. La película aborda el tema de la pérdida de la memoria, no sólo física, sino también histórica y emocional. En la primera parte, que transcurre en Argentina, Martina lucha no sólo contra el olvido, sino también contra los fantasmas de sus seres queridos: aquellos que aparecen en su casa (como su marido) y los que forman parte de sus sueños (como su hija). Se encuentra en esa etapa final de la vida en la que, de alguna forma, ya se siente parte de su antiguo núcleo familiar que ya no está. Sin embargo, sabe que le queda una última acción por realizar: lo que esperó y luchó durante todos estos años, conocer y despedirse del único integrante vivo que le queda. En esta parte de la película, donde la música a veces está excesivamente presente para acompañar las acciones, destaca la aparición del mejor personaje secundario: su amiga (interpretada por Adriana Aizemberg). Este personaje sostiene a Martina en su cotidianidad y aporta a la película los respiros de humor necesarios para aliviar la carga dramática de lo que estamos viendo. En la segunda parte, situada en Brasil, aparece la recepcionista del hotel. Su rol tiene momentos algo forzados al intentar actuar como una especie de guía en los barrios de Río. Su buena disposición resulta un tanto idealizada, especialmente considerando los tiempos individualistas actuales. La idea circular que se presenta en la última parte de la película, evocando acciones del pasado que se repiten, resulta un poco explícita. Sin embargo, no opaca el mensaje central. La película transmite con fuerza la idea de seguir luchando hasta el final, incluso cuando todo parece indicar que es imposible recuperar lo que nos fue arrebatado. Gabriel Piquet
–A real pain de Jesse Eisenberg // 7 puntos
En su segundo largo como director (también es guionista y protagonista), Eisenberg encuentra un poder de síntesis, alejado de cualquier exceso discursivo, que resulta más que llamativo en un actor que sabe ponerse intenso por demás. Sin embargo, cuenta la historia de estos primos (el otro es Kieran Culkin) que realizan un tour por Polonia para saldar alguna deuda familiar de una manera precisa en la construcción de los dos frentes principales del relato. El primero es la experiencia misma de los personajes, ese paseo por los vestigios de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, en una Polonia que contiene los símbolos del horror en cada esquina. Muy pertinentemente, Eisenberg se pregunta cuán posible es reconstruir ese pasado y volverlo una experiencia turística, y cuán posible es que esa experiencia se vuelva algo universal. El otro frente, más convencional, está relacionado con la relación de sus protagonistas, dos primos de carácter opuesto que durante ese viaje sacarán a la luz algunos rencores atrasados de años. Aquí A real pain se vuelve más previsible, igual agradecemos la simpleza con que Eisenberg cuenta y resuelve los conflictos. Mex Faliero
–Au bord du monde de Sophie Muselle y Guérin Van de Vorst // 6 puntos
Los Dardenne construyeron un mundo con una estética propia que ha generado gran influencia, y muy claramente en el cine belga donde parece que determinas cuestiones dramáticas deben ser registradas a la manera de los hermanos, con esa cámara en mano, ese nervio en el plano, ese ubicarse sobre la espalda de los personajes para acompañarlos en su travesía. Au bord du monde es un ejemplo de eso: Alexia (sólida interpretación de Mara Taquin) es una enfermera que se incorpora al staff de una clínica psiquiátrica, donde entabla una relación demasiado directa con un par de pacientes. Muselle y Van de Vorst se mueven con astucia para que sus golpes de timón emocionales no caigan en una exposición de la miseria, tan habitual a este tipo de relatos, pero que tampoco se construya una mirada romantizada de la locura. El mayor acierto es no sacarnos casi nunca de las paredes de esa clínica, como si los personajes se definieran por esa circunstancia puntual: vemos a Alexia fichar su salida y al plano siguiente la vemos fichar su entrada, en un nuevo día. Apenas un “¿pudiste descansar?” nos ubica espacio-temporalmente en una rutina que se vuelve asfixiante. Si bien los directores recurren a algunos giros de guión un poco convencionales, es la puesta en escena lo que termina de definir a la película, y lo que permite algunas elipsis virtuosas hacia el final. Entre tanto dolor hay lugar para la luminosidad, aunque Alexia parece no terminar de aprender de su experiencia fallida o, en todo caso, parece decidir no aprender para no caer en la normalidad de un sistema sanitario que trata al paciente de forma un poco distante. Mex Faliero
–Between the temples de Nathan Silver // 7 puntos
El inasible Silver encuentra en esta historia algunas formas que conectan su cine con superficies mucho más amables para el espectador contemporáneo. Claramente hay cierto vínculo con el cine norteamericano de los 70’s, pienso particularmente en las películas de Hal Ashby, y la conexión se da especialmente en la presencia de la gran Carol Kane, que precisamente trabajó con el director en El último deber. Por el otro lado tenemos a Jason Schwartzman, fetiche de Wes Anderson que tiene una presencia actoral como herencia de aquellos años de particular efervescencia cinematográfica. Schwartzman, como un cantor de sinagoga afectado por su reciente viudez, y Kane, como una mujer que quiere vivir tardíamente su Bat Mitzvah, conforman una pareja extraña, alocada, atravesada por las tensiones generacionales y religiosas, pero también con las cinematográficas que impone Silve, a veces entorpeciendo un poco la placidez de esa relación con afectaciones audiovisuales que quieren dejar en claro su presencia de autor. De todos modos Between the temples es una película salida de otro tiempo que se corporiza gracias a la presencia de algunos que vivieron esas épocas y otros que las recuerdan desde el homenaje. En ese cruce se da la autenticidad de una película y un amor fuera de registro. Mex Faliero
–Bliss (Hemda) de Shemi Zarhin // 6 puntos
Sassi y Efi son una pareja con una notable diferencia de edad: él tiene 73 años y ella 50. Sin embargo, esto no se hace evidente en su rutina, ya que el sentido del humor los mantiene unidos. Ambos trabajan: ella como fisioterapeuta en una piscina y él como conductor de un camión que recolecta botellas plásticas. La aparición del nieto de Sassi, quien se fue de Bruselas sin avisarle a su padre, y un joven con quien Efi tuvo un affaire, pondrán a prueba la relación de la pareja. Lo interesante de la película es cómo esa pareja tan dispar puede mantenerse sólida, a pesar de que resurjan conflictos que involucran personajes del pasado. El nieto de Sassi aparece huyendo de la relación que tiene con su padre, quien es adicto al juego y ha hecho que Sassi esté endeudado. El joven que acosa a Efi quedó enganchado con ella y no pudo soltarla. Esta historia es ambigua, la más confusa, ya que el joven tuvo el romance siendo menor de edad. Si pensamos en lo estrictamente legal, Efi infringió la ley, pero en una escena, el joven acorrala a Efi en la ducha mientras ella se baña. Se desnuda frente a ella, provocándole una incomodidad evidente. Parecería que esa situación se utilizaría después para justificar lo que Efi le hizo al joven, como que fue un desliz en su pasado y hoy sólo es una víctima de acoso. Sassi tiene su casa invadida por su nieto, quien trae a una chica para tener relaciones. El los mira desde afuera, por la ventana, y se siente feliz al verlos; los jóvenes pelean, pero inmediatamente vuelven a jugar en una previa a su encuentro íntimo. Sassi deja de mirarlos, es como si reviviera una parte de su pasado, un momento que lo hizo feliz. La pareja de Sassi y Efi tendrá que esquivar los escollos que se le van presentando, cada uno irá involucrándose en el problema del otro, buscando una solución, porque saben que quieren seguir, porque saben que son felices. Gabriel Piquet
–Brown de Ricardo Aguilar Navarro y Manuel Rodríguez // 6 puntos
La película aborda un fragmento de la vida de Panamá Al Brown, el primer boxeador latinoamericano en convertirse en campeón del mundo. El periodo que retrata es el de 1937-1939 cuando, ya retirado del boxeo, cantaba y bailaba en un cabaret de París. Esta ficción presenta algunos desperfectos, pero la historia es tan interesante que resulta fácil pasar por alto ciertos detalles. La vida de este boxeador, negro, gay y adicto a las drogas tiene tantos matices fascinantes que, de por sí, logra captar la atención del espectador. Además, la aparición de figuras icónicas del mundo del arte en el París de los años 30 le da un valor añadido. Uno de los problemas de la película, común en muchas biografías cinematográficas, es que algunos personajes parecen estar incluidos únicamente como decorado para subrayar el momento en que sus caminos se cruzaron con el protagonista. Ejemplos de esto serían Coco Chanel o Josephine Baker. Por otro lado, el coprotagonista de la historia, el poeta y director de cine Jean Cocteau, sí tiene un peso significativo en la trama. Fue no sólo uno de los grandes amores de Brown, sino también una especie de manager que relanzó su carrera boxística en esa etapa de su vida. Las escenas en las que Panamá Al Brown baila tap y canta son destacables, mérito del actor Leo Sosa, quien aporta un carisma interesante al personaje. Sin embargo, algunos diálogos se sienten forzados; constantemente se menciona por su nombre a los personajes famosos para remarcar quiénes son, lo que resulta un tanto artificial. Técnicamente, la película está bien realizada y se nota que cuenta con un presupuesto considerable. No obstante, la puesta en escena es bastante sencilla y carece del vuelo visual que han logrado autores consagrados como Martin Scorsese o Leonardo Favio, por mencionar a dos directores que también han abordado historias de boxeadores. La idea de caer y levantarse, no sólo en el ring sino también en la vida, está muy presente. Luchar desde la niñez, enfrentarse a ser distinto y resistir el juicio de los demás son temas que se exponen de manera explícita, quizás demasiado. Es un film que intenta mostrar una parte de la vida de un personaje fascinante. Si bien no logra ser completamente redondo, el intento es valioso y merece reconocimiento. Gabriel Piquet
–Buenas noches de Matías Szulanski // 7 puntos
Realmente Buenas noches sorprende. Lo que amaga en sus primeros minutos con ser aún otra película sobre jóvenes porteños sin trama, con cortes musicales abruptos, pose desinteresada y personajes cínicos, rápidamente pega un volantazo para bien. Lo que nos propone Szulanski es algo bien diferente, una aventura de comedia negra con estética synthwave palermitana, juegos de colores, giros inverosímiles y muecas burlescas. Se vale de la noche urbana para establecer un universo incómodo y perverso pero retratado desde el humor y con cuotas saludables de acción y velocidad. Las elecciones en el verosímil y en la fotografía nos acomodan a esos personajes desagradables, apáticos y hasta psicopáticos que se cruzan en la serie de eventos desafortunados que trata la narración. Una película de peripecias que no se propone estudios psicológicos ni profundizaciones filosóficas y gana por ello en liviandad y dinamismo. Un verdadero acierto de tono y estilo. Franco Denápole
–Cabaret total de Roy Assaf // 6 puntos
Hay varios temas acumulados en la película de Assaf y no necesariamente desarrollados a fondo: la guerra, la presencia del ejército israelí incrustado en la vida cotidiana, el fantasma de la milicia, la política, el teatro, el arte y el calvario de la cancelación. Forman parte de una puesta en escena amable, incapaz de cruzar el umbral hacia la incomodidad o lo políticamente incorrecto. Esa intención es visible en la búsqueda de empatía a través del protagonista, hilo conductor en esta red de vínculos y problemas. Primero lo vemos regresando de la guerra y a continuación ya asistimos al teatro donde intenta consagrarse como actor con una especie de cabaret al que asisten sólo algunos espectadores. Pero también es profesor y un incidente con una alumna lo mete en un laberinto kafkiano. Paradójicamente, la repercusión del caso incentiva el interés por su obra aunque las presiones familiares y políticas serán más fuertes. Es aquí donde se activa el dilema moral de la película, una encrucijada entre obedecer lo que otros sugieren (“que meta la cabeza como un avestruz”) o apostar por sus anhelos y no quedarse callado. Mientras tanto, Assaf incorpora homenajes de Fellini, amaga con una versión hebrea del Guasón y ofrece una crítica liviana a cierto proceder de la sociedad y del gobierno. El mensaje asoma un poco toscamente en el horizonte: más allá de todo, el arte como persistencia y salvación. Mensaje que parece ser más importante que las inquietudes cinematográficas. Guillermo Colantonio
–Canina de Marielle Heller // 5 puntos
En su cuarta película, la directora adapta una novela de Rachel Yoder para dar forma a una meditación sobre la maternidad con algunos trazos fantásticos. Protagonizada por una muy comprometida Amy Adams, la historia es la de una artista plástica que deja su vida profesional de lado para cuidar a su hijo. Con un marido semi ausente que viaja por trabajo, sus días parecen atrapados en la repetición constante. Hasta que, primero sutil y luego de manera innegable, su cuerpo comienza a experimentar cambios. Desde esa premisa, Canina explora el rol de la mujer en la sociedad, las conductas impuestas que se esperan de una madre y, sobre todo, la vuelta a lo primitivo, lo salvaje, como una posible salvación. Si bien el tono de comedia de “terror” está logrado en algunos pasajes, a la película le cuesta equilibrar los distintos niveles que propone: la dimensión mitológica, las rutinas de la maternidad, la memoria familiar, el arte como oficio y también como redención. El mayor problema no es la ambición, sino la forma en que una y otra vez atenta contra la capacidad intelectual del espectador; como mucho cine del presente, todo está explicado hasta el hartazgo. A pesar del esfuerzo de Adams (sus gestos sintetizan mucho mejor las preocupaciones de la película, que la película en sí), Canina resulta una experiencia despareja, con un final por demás discutible. Marcos Ojea
–Chain reactions de Alexandre O. Philippe // 7 puntos
Si algo me queda claro luego de ver el último documental-ensayo sobre cine de Phillippe es que The Texas Chainsaw Massacre (El loco de la motosierra según el espectacular título rioplatense) le cambió la vida al comediante Patton Oswalt. A tal punto que Phillippe utiliza como introducción un monólogo de Oswalt acerca de lo importante de tener un buen título en una película, en resumen, uno que te cuente algo así como una mini película que te ayude a imaginar lo que estás por ver, masacre en Texas con una motosierra da algunas pistas. The crazy man with the chainsaw también hubiera funcionado. Chain Reactions también juega a esto del título sugerente porque lo que veremos es una serie de entrevistas a cineastas y guionistas que intentarán expresar el impacto que ha tenido en sus vidas personales y profesionales la mítica película de Tobe Hooper. Es maravilloso ver como una película tan brutal y nihilista genera tantas expresiones de cariño. Un punto para el director, que no sólo es bueno a la hora de encontrar temas para sus documentales (no dejen pasar las buenísimas 78/52 o Leap of Faith) sino que también a la hora de encontrar el formato para contar lo que quiere contar. En su película sobre reacciones con buenas entrevistas alcanza, más aún teniendo en cuenta que estamos hablando de una de las películas más impactantes y citadas de la historia moderna. Para finalizar dejo mención especial a la expresión de melancolía de Takashi Miike que habla de The Texas… como quien recuerda la comida que le preparaba su abuela durante la niñez. Pico de locura de Chain Reactions. Matías Gelpi
–Cloud de Kiyoshi Kurosawa // 7 puntos
Hay algo así como un facto arrítmico en las películas de Kurosawa. Su cine podría homologarse a los movimientos del mar, es decir, puede pasar de una tensa calma a una tormenta perfecta. El protagonista de esta historia se llama Ryosuke Yoshii, un tipo que compra y vende diferentes cosas por Internet. Utiliza un seudónimo, no parece tener muchos escrúpulos. El mundo en el que vive (y en el que vivimos) es demencial: encierro, operaciones online y una realidad claustrofóbica donde la virtualidad parece tapar el mundo con la mano del mercado. Lo acompaña su novia y un ayudante. El anonimato con el que lleva a cabo las ventas parece protegerlo, sin embargo, hay una especie de monstruo latente que crece a partir de un grupo de damnificados que buscará venganza. Sorprende y maravilla el modo de Kurosawa por permitir palpitar ese malestar en la propia forma fílmica que pasa de la nube como concepto informático abstracto a los nubarrones de la segunda parte, donde gana terreno el mejor cine de género, retorciendo el verosímil intempestivamente. Una película sobre la moral, la culpa, el resentimiento y la venganza, que explora las consecuencias de actuar a distancia sin imaginar qué pasa del otro lado de la pantalla, hasta que el infierno de lo real cae como piedra. Guillermo Colantonio
–Cónclave de Edward Berger // 6 puntos
El Papa muere y los cardenales se reúnen para elegir el sucesor. Berger, que ya se ganó luego de la oscarizada Sin novedad en el frente su lugar de director del cine del mundo, registra esto con una interesante puntillosidad por los detalles: lo ritual, lo administrativo, lo burocrático, lo espiritual, lo político, todo es observado con una cámara atenta a desacralizar ese proceso mientras por otro lado cierta parsimonia parece querer reconstruir lo institucional de la Iglesia, como si al mármol deteriorado lo pudiéramos recuperar con una nueva superficie. En su registro de los entresijos del poder, de las idas y vueltas ideológicas, de las traiciones y los balanceos entre lo deseado y lo requerido en el contexto, Cónclave se edifica como un thriller religioso, como una versión estudiada del Vaticano y sus pasillos de lo que fue El código DaVinci. A partir de ciertas líneas de diálogo, la película parece un explícito manual de instrucciones acerca de cómo la Iglesia Católica debería reconstruirse. Lejos de destruir un sistema, Cónclave quiere cuidarlo, protegerlo y repensarlo desde una perspectiva progresista. En ese viaje, la película de Berger es intrigante hasta que sus reiterados giros la vuelven mecánica, y uno empieza a adivinar su escalad de provocación lustrosa. Imponente desde lo visual, Cónclave se termina sosteniendo en la gran actuación de Ralph Fiennes, el único que le aporta sutilezas a un personaje ambiguo y muy atractivo. El resto, John Lithgow, Stanley Tucci, Isabella Rossellini, Sergio Castellitto y más, cumplen con los estereotipos que les toca representar. En lo concreto, una típica película de temporada de premios, que no tendrá más vida mucho más allá de eso. Mex Faliero
–Dear Jassi de Tarsem Singh // 7 puntos
La nueva película de Singh se anunciaba como una especie de Romeo y Julieta en la India. Es mucho más que eso. La historia se basa en un caso real, el asesinato de Jaswinder Kaur Sidhu, una mujer punjabi que vivía en Canadá y enfrentó a su familia cuando se casó con un hombre de clase trabajadora que no aprobaban. Jassi conoció a su futuro esposo Mithu en los años 90, durante un viaje para visitar a sus parientes en Jagraon, ciudad ubicada en el estado de Punyab. Los jóvenes se enamoraron a primera vista, comenzaron a intercambiar cartas, hablaron por teléfono y luego hicieron planes para reunirse. A medida que avanza su romance secreto aparecen las dificultades: la distancia, la diferencia de clases, la oposición de la familia de ella, la corrupción del aparato burocrático de la India. El director explora con delicadeza la intimidad de los amantes, mostrándonos su gozo, su desesperación, su lucha por estar juntos, antes que se desencadene la tragedia. Dear Jassi conmueve sin apelar a golpes bajos ni al sensacionalismo. Como dijo su director, “es una historia de amor que necesitaba ser contada para ser recordada”. Diego Menegazzi
–Después del final de Pablo César // 4 puntos
03Gloria está en los últimos días de su vida y repasa su historia desde la infancia hasta el presente. La película está llena de lugares comunes y presenta tantos desperfectos que resulta difícil tomarse en serio muchas de las situaciones que plantea. Aunque está basada en hechos reales, la forma de narrarla evoca un cine argentino hoy obsoleto, incapaz de conectar emocionalmente con lo que se muestra en pantalla. Está filmada en súper 8 y 16mm, pero los saltos temporales o flashbacks resultan toscos, alternando entre color y blanco y negro sin ninguna transición ni clima que ayude a crear un vínculo emocional con los momentos descritos. En muchos pasajes, la puesta en escena se siente como teatro filmado, especialmente en secuencias como la de la librería del padre, donde la falta de fluidez es evidente. Las actuaciones, con pocas excepciones (Héctor Bidonde es quizá el único rescatable), resultan acartonadas, como si los actores estuvieran dirigidos por alguien que recién empieza en una escuela de cine. Los diálogos son tan forzados que, en momentos clave con una fuerte carga dramática, todo se torna ridículo. Un ejemplo claro es la aparición del doctor en la habitación del hospital para revelar algo al personaje de Eleonora Wexler, una escena completamente carente de credibilidad. La voz en off de Gloria, que narra gran parte de los sucesos, sobrecarga lo que ya estamos viendo en pantalla. Además, la inclusión de fragmentos de textos o frases de Federico García Lorca, Borges o Wilde parece hecha sin mucho criterio, como si un estudiante de secundaria estuviera descubriendo a estos autores por primera vez. Sólo en el caso de Lorca se logra establecer una relación significativa entre los personajes y su terruño natal, Andalucía. En general, la película da la impresión de haber sido creada con un agotamiento narrativo que se arrastra de una escena a otra, hasta llegar al final. Gabriel Piquet
–El agujerito de Ana Hayzus y Leandro Eljall Qüesta // 5 puntos
La historia de la mítica disquería de la Galería del Este es narrada por los hermanos Epstein, sus dueños, abarcando desde sus inicios en 1969 hasta su cierre. Lo más destacado del documental se encuentra en la primera parte, donde no sólo se aborda cómo se creó la disquería, sino también la historia familiar de Gabriel y Rolly Epstein. Se pone en relieve el vínculo directo del lugar con el Instituto Di Tella y aquellos años de efervescencia cultural que marcaron el final de los 60 y el comienzo de los 70. El relato se sostiene en anécdotas y en la relevancia que tuvo la disquería para numerosos músicos que más tarde se convertirían en figuras emblemáticas del rock. Todos expresan un cariño especial hacia el lugar, generando una suerte de “club de nostálgicos” que, lamentablemente, no logra transmitir mucho más que eso. Lo más interesante viene de la mano de Susana Silva (esposa de Rolly Epstein), quien aporta relatos únicos. Habla de su participación en una banda que incluía coristas mujeres y bronces, algo poco común en la época, de su integración en un grupo coral liderado por un miembro de Les Luthiers, y de su papel como única mujer al frente del negocio hasta la llegada de otra empleada. Por otro lado, los aportes de las sociólogas no agregan mucho valor. Reiteran temas ya explorados en otros documentales, como la prohibición de las bandas que cantaban en inglés durante la Guerra de Malvinas. Si bien se esperaba más de este trabajo, se agradece que continúen realizándose documentales que rescaten aspectos de la rica historia musical de nuestro país. Gabriel Piquet
–El Ariston de Gerardo Panero // 7 puntos
No es tan común encontrarse en este festival con películas plenamente marplatenses como El Ariston. Esto último suena como una crítica o como una paradoja pero no lo es, no creo que en Cannes nadie se preocupe porque haya filmografía de plena identidad canesina. Lo que quiero subrayar es que el documental de Panero no solamente es sobre Mar del plata y con temática marplatense, sino que atraviesa una de las cuestiones espirituales profundas de las ciudad que, según dicen, en algún momento fue feliz: la conservación (o no) del patrimonio arquitectónico. El Ariston es un documental correcto de buena factura, eso seguro, pero lo que lo destaca es su capacidad de cruzar bien las diferentes aristas del fenómeno que estudia: el estado de abandono del famoso parador. El mecanismo que utiliza es estructurarse alrededor de cinco clases de una materia del CBC de la FADU, y a partir de cada clase va pasando tanto por la cuestión histórica (tanto historia argentina y marplatense, como historia de la arquitectura de los años 40); la cuestión espiritual de la ciudad, esto de estar en función de la capital en transformación constante e incapaz de anclarse en una identidad; y también, por el activismo, el mensaje es claro: es necesario por todo lo dicho anteriormente (en la película) recuperar ese particular edificio/trébol diseñado por Breuer que todavía se alza frente al mar. Matías Gelpi
–El casero de Matías Lucchesi // 6 puntos
Veinte años después de la muerte del padre, dos hermanos regresan a la casona familiar en Villa Carlos Paz: ella (Paola Barrientos) es una destacada arquitecta que vive en Estados Unidos y trae un proyecto inmobiliario entre manos; él (Alfonso Tort) es un actor en decadencia que busca un lugar como autor teatral. Lo que parece un trámite, finalmente se complicará por la aparición del casero (Alvin Astorga), un hombre que trabajó para la familia toda la vida. A Lucchesi le gusta trabajar la dinámica entre los personajes, mientras atraviesan registros y estéticas cercanas a los géneros, como en El Pampero o Las Rojas. Aquí tenemos un poco de costumbrismo, otro tanto de grotesco, mientras esos hermanos se conectan desde dos mundos demasiado opuestos: hay una cercanía a los estereotipos que le quita un poco de profundidad más que sumarle, y El casero va de la comedia argenta a la comedia negra, con una mirada subrayada sobre la tilinguería del que observa todo desde el extranjero y también sobre el sensible que nunca termina de tomar decisiones desde una postura falsamente relajada. Lo que enriquece a la película son los pequeños detalles que no se remarcan demasiado y algunos pasajes de humor sardónico, aunque principalmente la película se sostiene por su trío protagónico, muy sólido cada uno en sus personajes, especialmente el inquietante casero que interpreta Astorga. Mex Faliero
–El jefe de Fernando Ayala // 8 puntos
Hay dos momentos que muestran la importancia de una película como El jefe y que dialogan con algunos aspectos del cine argentino actual. Uno de ellos es el plano con el que Ayala presenta a los personajes: los cinco integrantes de la bandita comandada por Alberto de Mendoza están en la sala de espera de la comisaría, acusados de algo que todavía desconocemos. El encuadre es perfecto, el plano revela lo justo y necesario, la tensión se imprime en las diversas expresiones de los personajes. Otro gran momento se da sobre el final: volvemos a la comisaría y ahora sabemos por qué los personajes están en esa situación. Una vez liberados, se van del lugar mientras un traveling se detiene frente a una ventana donde, en el fondo, vemos pasar a uno de los personajes, directo al calabozo. Otro movimiento de cámara magistral por parte de Ayala. ¿Qué nos dice todo esto? Que el cine argentino clásico tenía la habilidad de tener una identidad, de poseer la pertinencia de lo autoral, mientras a la vez conectaba narrativamente con un tipo de cine que se consumía masivamente. Hoy, cuando vemos cómo sectores del cine argentino se lamentan por la falta de público y apuran discursos sobre el pasado de nuestra cinematografía y su conexión con la platea, es noble aceptar que buena parte del cine autoral argentino contemporáneo se apropió de estéticas que funcionan en festivales internacionales, pero poca conexión tienen con la identidad cultural del argentino que consume cine nacional. De ahí una desconexión que películas como El jefe no padecían. Mex Faliero
–El ladrón de perros de Vinko Tomičić Salinas // 7 puntos
Martín es un joven huérfano que trabaja como limpiabotas en el centro de La Paz, Bolivia. Sospecha que uno de sus clientes habituales, a quien lustra los zapatos, podría ser su padre. Para acercarse más a él, decide secuestrar a su perro y luego ayudarlo a buscarlo. El plano que abre la película es muy significativo: Martín sostiene una lapicera en la boca, que su profesor le ha colocado para mejorar su dicción. Le cuesta leer, no sólo por la incomodidad del objeto, sino porque no sabe hacerlo. El resto de sus compañeros lo acosa y le hace bullying. Está claro que no encaja. Martín busca a alguien que le dé un sentido de pertenencia, ya sea ese padre biológico que cree haber encontrado en su cliente, o tal vez alguien que lo adopte, como la mujer que lo está cuidando mientras se resuelven los trámites legales. Su mayor anhelo es formar parte de una familia. A medida que avanza la película, se percibe su lucha por convertirse en alguien. Sin embargo, enfrenta constantes rechazos: no sólo de sus compañeros de escuela, sino también de ciertos círculos de clase alta a los que tiene acceso ocasionalmente. Esto queda explícito en la escena donde su supuesto padre biológico lo invita a jugar billar en un club importante, donde se percibe la exclusión. El protagonista desea ser alguien, pero es un paria involuntario. El secuestro del perro funciona como una excusa narrativa para profundizar en su relación con varios personajes secundarios. Otro elemento relevante en la película es la ciudad de La Paz, que se convierte casi en un personaje en sí misma. La ciudad se muestra en su diversidad de contextos sociales: desde lugares turísticos y céntricos, hasta barrios más humildes, plazas y cementerios. A esto se suman los sonidos urbanos, como las constantes explosiones de petardos, que crean un clima de tensión latente, como si algo estuviera a punto de estallar. Si bien se pueden encontrar algunas falencias en el film, en conjunto logra narrar su historia de manera efectiva y conmovedora. Gabriel Piquet
–El silencio de Marcos Tremmer de Miguel García de la Calera // 5 puntos
Marcos es un publicista exitoso, casado con Lucía, quien recientemente sufrió la muerte de su hermana a causa del cáncer. El intenta que ella atraviese este difícil momento de la mejor manera posible. Sin embargo, poco tiempo después, Marcos es diagnosticado con cáncer. Decide ocultar su enfermedad para evitar que su pareja vuelva a sufrir. La película intenta constantemente ir más allá, pero eso no necesariamente la convierte en una buena obra. Este constante desfile de golpes bajos incluye algunos intentos de introducir humor en los diálogos, particularmente en las interacciones entre los dos hermanos (interpretados por Vicuña y Hendler), aunque estos momentos no siempre logran ser efectivos. El guión resulta claramente manipulador, y los giros argumentales generan muchas emociones encontradas. En algunos casos, estas emociones son confusas, como en la escena del accidente de auto en la que Félix Gómez discute con Hendler. En ese momento, el personaje de Félix Gómez, que está en pareja con el de Adriana Ugarte, parece posesivo y reacio a ceder. Sin embargo, en un repentino arranque de cordura, cambia de opinión, dejando la sensación de que Ugarte no termina quedándose con la persona más indicada. Gómez repite un rol con similitudes a otro que interpretó en la serie La caza: el del tercero en discordia. Aunque en esa serie no se involucra sentimentalmente con el personaje femenino, aquí resulta evidente desde las primeras escenas que está enamorado de ella. La historia es un melodrama romántico en el que las mujeres rara vez toman decisiones importantes, mientras que los hombres, con sus códigos y secretos, controlan las situaciones según su conveniencia. Gabriel Piquet
–El segundo acto de Quentin Dupieux // 8 puntos
Dupieux vuelve a regalar una de sus joyas anuales. Y vuelve a poner el mundo patas para arriba con una película que dignifica la ligereza para abordar asuntos complejos, es decir, que rehúye a la solemnidad, y en todo caso se burla de la arrogancia de la actuación como método. Armada de modo coreográfico, tenemos primero dos largas caminatas donde, se supone, los personajes están siendo filmados. Hay un disparador que incluye un posible intercambio de parejas, pero es apenas el eslabón de una cadena de disparates y quiebres constantes sobre un verosímil que no termina de armarse. Como si se tratara de un loop musical, la repetición se va alimentando de gags, algunos desopilantes, como el extra que no puede servir el vino en los vasos, desperdiciando lo que considera la oportunidad de su vida. Además, hay un ajuste de cuentas contra lo políticamente correcto y la cultura de la cancelación, concebido desde un marco ingenioso como directo. El segundo acto en cuestión es un nuevo modo de pulverizar las paredes que separan la realidad de la ficción, con nosotros metidos en pantalla, uno de los ejes rectores en las películas del excéntrico realizador. Guillermo Colantonio
–Emilia Pérez de Jacques Audiard // 5 puntos
Audiard cuenta la historia de un narco que se contacta con una abogada no del todo reconocida -aunque es muy buena en lo suyo-, para que lo ayude a realizar su transición de cambio de género, con lo cual finalmente cumplir el deseo del deseo, contra los designios del mundo violento y masculino que lo modelaron hasta el momento. Y, luego, desaparecer de los lugares que solía habitar, incluso de su familia. No se puede negar que hay algo provocador en la mirada del director francés, ni que no asume riesgos pasando del drama tribunalicio al thriller, sin dejar de lado nunca lo musical y mirando de reojo el típico relato sobre narcos. Tampoco se puede negar que su trío de actrices (Zoe Saldana, Karla Sofía Gascón y Selena Gomez) lo entregan todo, cada una cumpliendo perfectamente su rol. Sin embargo hay algo que no termina de funcionar, en primera instancia lo musical, donde la puesta en escena es absolutamente deslucida, y siguiendo por unas canciones bastante feas que más que canciones son unos recitados repetitivos. Y en segunda instancia esa mixtura por la que apuesta el director, que incluye un tono de folletín, bastante pastichero y demasiado confuso, donde nos exigen que aquello que en un comienzo mirábamos con seriedad luego se vuelve bastante ridículo. El último acto es decididamente arbitrario, entre giros que piden demasiado al espectador más de lo que le da a cambio. Una película que lamentablemente queda presa de su estética. Mex Faliero
–Endless summer syndrome de Kaveh Daneshmand // 6 puntos
El poder del chisme es indiscutible. Si el arranque de esta película checo-francesa no puede evitar cierta quietud europea, esa sensación de “acá no pasa nada”, con planos estáticos que escudriñan rostros y expresiones, a partir de una acusación todo cambia. Una familia “multiétnica” (mamá, papá y dos hijos adolescentes, adoptados) veranea en una casa rural, donde abundan los juegos y los cócteles. De repente, una llamada anónima enciende la alerta: una colega del padre le cuenta a Delphine, la madre, que en una reunión, el tipo se emborrachó y confesó estar “haciendo algo” con uno de sus hijos. Algo incorrecto y terrible. Lo que sigue es la indagación de Delphine al respecto, no de manera directa si no en plan investigación. Y uno como espectador va tras ese desenlace inevitable, acaso guiado por la intriga, el morbo, el influjo seductor de, ya lo dijimos, el chisme. En ese sentido, la película cumple. Con el reparo moral de que los hijos no son de sangre y sí son mayores de edad, no hay hundimiento en la oscuridad. La película se desarrolla a la manera de un policial de entrecasa, con la libertad francesa para los desnudos y las escenas de sexo, y con el trasfondo de una sociedad cuyos valores se extinguieron. Entretiene, no está mal, tampoco es mucho más. Marcos Ojea
–Entre reinas de Malena Fainsod y Tomás Morelli // 7 puntos
El documental sigue varias historias vinculadas a los concursos de belleza. Uno de los disparadores es una situación ocurrida en Catamarca, donde las estudiantes de un curso de secundaria decidieron presentarse todas como participantes de uno de estos concursos. En la premiación, aprovecharon para expresar su desacuerdo con este tipo de competencias y los estereotipos que imponen sobre los cuerpos de las mujeres. Una de esas jóvenes era la hermana de Malena Fainsod, codirectora del film. Es muy interesante cómo los realizadores construyen un relato que puede identificarse con las ideas del feminismo, pero que también ofrece una mirada retrospectiva sobre cómo se percibía a las mujeres en otras épocas. En los años 60, su abuela, sin duda el mejor personaje del documental, protagoniza una historia memorable: siendo una adolescente de 14 años, fue llevada en andas tras ganar un concurso de belleza en las playas de San Clemente del Tuyú. En los años 70, su madre, a través de un diario íntimo, narra diversas anécdotas. Una particularmente divertida es cuando escribe que quería adelgazar para que los hombres la notaran; ella luego dice que, cuando la besaban o querían tocarla, eso parecía no importarles. Otro enfoque sobre los concursos de belleza lo aporta la propia directora. Muestra a su grupo de amigas, quienes participaron del evento de fin de curso en su escuela secundaria, donde desfilaron como parte del concurso. En la actualidad, las entrevista, y cada una comparte su experiencia, reflexionan sobre lo que hicieron y dejan abierta la incógnita de por qué la realizadora fue la única que no participó. La aceptación de los cuerpos es un tema recurrente entre las entrevistadas. En el final, hay una escena que lo ilustra de manera feliz, reuniendo en un plano a cuatro generaciones de la familia de la codirectora. Gabriel Piquet
–Flow de Gints Zilbalodis // 9 puntos
El film de Zilbalodis devuelve al cine el sentido de la experiencia, una que golpea fuertemente sin caer en sensacionalismos ni en gestos de pretendida modernidad. Lo suyo es simple: una tremenda inundación acorrala a un grupo de animales, que tendrán que unir fuerzas para sobrevivir, todo narrado mayormente desde el punto de vista de un pobre gatito. Flow es antes que nada una apuesta visual sobrecogedora, con un trabajo sobre la naturaleza que la vuelve extraña y amenazante, mientras que desde lo narrativo elude los diálogos para construir su relato con la fuerza de sus imponentes imágenes; un poco como la reciente Robot salvaje pero con decisiones más extremas de puesta en escena. Film sobre la amistad y el espíritu de supervivencia, Flow es intensa, emocional en muchos sentidos, angustiante, incluso fantástica en algunas de sus resoluciones, con personajes de trazos simples que logran objetivos enormes y construyen lazos fundacionales. Pero más allá de sus márgenes, es una película que apuesta por el gran espectáculo como muy pocas en el cine del presente y se apropia de la pantalla con una personalidad arrolladora. Una de las imperdibles del Festival. Mex Faliero
–Foxtrot de Samuel Maoz // 8 puntos
Una familia recibe la noticia de que su hijo ha muerto en combate. Cinco horas más tarde, les anuncian que todo fue un error: su hijo está vivo y permanece en un puesto militar fronterizo. La película está narrada en tres actos. El primero nos muestra cómo los integrantes de la familia reciben la noticia de la muerte del hijo. El trabajo de presentación de personajes es impresionante. Descubrimos que el padre lucha por controlar su ira (el pobre perro de la familia es quien termina sufriéndola), la madre debe ser sedada por el impacto de la noticia, una de las hijas llega y llora desconsoladamente, mientras que la otra no está en la casa. Por su parte, el hermano del padre, tío de la “víctima”, intenta colaborar redactando el obituario. Todo esto se muestra mediante planos cenitales y movimientos de cámara que varían según las situaciones que el padre observa mientras recorre la casa. El segundo acto es el más destacado. Se desarrolla en el puesto fronterizo, donde vemos al hijo supuestamente muerto junto a otros tres soldados. Su trabajo consiste en controlar a quienes cruzan, pidiéndoles sus documentos para determinar si pueden ingresar o continuar. Es una escena que roza lo absurdo: uno de los soldados baila al ritmo de la música que da nombre a la película, enseñando los pasos básicos para luego ejecutar una coreografía más histriónica, casi fuera de contexto. En este acto, un hecho desafortunado marcará al hijo y será el detonante del tercer acto. “¿Por qué peleamos?”, se pregunta uno de los soldados. En otro momento el padre, al enterarse de que su hijo está vivo, exige que lo traigan de vuelta. No quiere que participe en una guerra que considera ajena y sin sentido. El director presenta una película controvertida, de esas que seguramente generarán incomodidad en su país. El foxtrot, de alguna manera, es una metáfora del conflicto armado eterno: los movimientos siempre te llevan de regreso al mismo lugar, al punto de partida. Gabriel Piquet
–Humanity and paper balloons de Sadao Yamanaka // 8 puntos
Uno de los tres largometrajes que se conservan de un total de 26 dirigidos por Sadao Yamanaka, contemporáneo de Yasujiro Ozu y Kenji Mizoguchi, que llegó a vivir sólo 28 años antes de morir durante la Segunda Guerra Mundial. Muchas de sus películas se clasifican dentro del subgénero del jidaigeki, dramas de época ambientados en el período Edo. Enmarcada en esta corriente, lo que atraviesa a Humanity and paper balloons es una intencionalidad realista en el sentido lukacsiano del término, es decir, como voluntad de reflejo de un cierto momento histórico o vivencia social. Por eso la narración se construye de modo coral y el protagonismo del largometraje se distribuye entre varios personajes que asumen roles tipificados: su interacción produce un cuadro de época en cuyos intersticios se refleja la idiosincrasia del pueblo japonés, sus devenires tragicómicos, que Yamanaka retrata con tanta espontaneidad. Alejado temporalmente de la síntesis idealizada o la exploitation pop que del shogunato llevan adelante, por ejemplo, algunos animé contemporáneos, lo que le preocupa a Yamanaka es la experiencia humana, el conflicto entre el individuo y la sociedad en un entorno de normas rígidas y jerarquías duras. Franco Denápole
–Inexplicável de Fabrício Bittar // 4 puntos
Un niño de 8 años es diagnosticado con un tumor cerebral. Tras una operación exitosa, poco tiempo después sufre una recaída debido a una meningitis viral que lo deja en coma. La película destaca por su factura técnica; es evidente que cuenta con una producción cuidada, pero esto no es suficiente para evitar que se convierta en un melodrama sobrecargado. Basada en una historia real, durante los créditos finales se muestran fotografías de las personas involucradas. Sin embargo, la sensación que deja es la de estar viendo una película hecha para un canal de cable, cargada de un mensaje panfletario religioso que no ofrece ningún respiro al espectador. Los acontecimientos se suceden uno tras otro, encadenados con una cantidad de clichés que resultan insoportables para quienes no conectan con la temática. El conflicto entre creyentes y no creyentes está planteado de forma tan evidente que se convierte casi en una caricatura. El padre del protagonista es el ejemplo más representativo: al inicio, se muestra completamente escéptico respecto a la posibilidad de que su hijo se recupere gracias a una cadena de oración. Sin embargo, a medida que avanza la película, experimenta una conversión abrupta que resulta inverosímil y lo transforma en un ferviente creyente. Otro aspecto que no puede pasarse por alto es la evidente publicidad de las clínicas privadas en el film. Es tan explícita que, en más de una ocasión, los diálogos de los personajes se desarrollan con el logo de estas instituciones como telón de fondo. No me resulta inexplicable el supuesto milagro que intentan contar en la película; lo que me parece inexplicable es que hayan decidido incluir este filme en el festival. Gabriel Piquet
–La cocina de Alonso Ruizpalacios // 8 puntos
Un día, en un restaurante de Nueva York llamado The Grill, los integrantes de la cocina y las meseras serán interrogados por un supuesto robo de dinero ocurrido al cierre del día anterior. Las similitudes entre La cocina y la serie The bear son lo primero que uno relaciona al ver la película. Sin embargo, a diferencia de la serie, Ruizpalacios golpea directamente la idea de multiculturalismo libre que el capitalismo norteamericano enarbola como bandera. El abanico de personajes y personalidades está directamente vinculado con su origen étnico: el grupo de mexicanos, la marroquí, algunos norteamericanos y una cubana son quienes más interactúan. La cocina, como trinchera, está marcada por los pequeños espacios y roles que cada uno ocupa; nadie debe invadir el lugar del otro. Este espacio les otorga un estatus inexistente, pero que los hace sentir importantes. Las jerarquías, el odio, el insulto como desahogo o, a la vez, como broma, se muestran en la impresionante escena en la que todos insultan en su idioma o en el idioma de los demás. Ese universo concentrado es caótico: hay maniáticos, manipuladores, violentos, todos trabajando en la parte baja, donde no pueden ser vistos. Sólo las meseras, representantes de lo hegemónicamente bello, tienen acceso a atender a esos turistas o ciudadanos que creen estar viviendo un sueño. Todo esto está representado de forma gloriosa en un falso plano secuencia, con una cocina inundada incluida, que demuestra lo virtuoso que es el realizador. Los ecos del cine de los años 70 están presentes: en los encuadres, en la presentación de personajes y en los diálogos verborrágicos que evocan el recuerdo de Altman y Scorsese. Gabriel Piquet
–Lalo de Alejandro Clancy // 6 puntos
Es un repaso de la carrera del pianista, compositor y director de orquesta, conocido popularmente por sus bandas sonoras de películas y series. ¡Qué gran personaje es Lalo Schifrin! Es fascinante escucharlo hablar de su pasión por la música, de sus comienzos en EE.UU. junto a la banda de Dizzy Gillespie, de quien dice que aprendió más que con varios de sus maestros. También habla de las influencias que ambos tenían de tres de los mayores compositores de música clásica: Stravinski, Bartók y Ravel. Menciona su fascinación por la bossa nova, su divertida anécdota con Bruce Lee, su participación junto a los Tres Tenores en la creación del disco más vendido de música clásica, los sonidos funky-jazz de las películas de Harry el sucio, su vínculo con Astor Piazzolla y la creación de esa melodía que hoy en día sigue siendo reversionada: la banda sonora de Misión: Imposible. El documental recorre estos momentos icónicos de su extensa trayectoria. Los constantes cambios en la calidad del material de archivo resultan algo desprolijos, lo que da la sensación de que no se pudo conseguir algo mejor. Es curioso que esto ocurra en lo que uno supondría serían los archivos más accesibles, como la presentación que hace en los Oscar’s junto a Dionne Warwick. La corta duración del documental hace suponer que hubo material que quedó fuera o que tal vez estaba planeado para ser una serie de capítulos que se emitirían en alguna plataforma. Queda dando vueltas la idea de que Lalo nos cuente algo más, que nos divierta con varias anécdotas junto a Clint Eastwood, porque la química que tienen en la entrega del Oscar honorífico a su carrera deja abierta la puerta para hacer un programa especial sólo con ellos dos. Gabriel Piquet
–La quinta de Silvina Schnicer // 5 puntos
El cine de Lucrecia Martel, especialmente La ciénaga, instaló para el cine nacional una forma de representación de las clases medias acomodadas. Un poco en esa senda sigue este film de Schnicer, que registra los días de una familia en su casaquinta de un barrio cerrado, mientras empiezan a pasar algunas cosas extrañas que ponen en riesgo el coto familiar. Hay dos ejes que sigue el relato: uno (el más interesante) tiene que ver con un mundo infantil absorbiendo la miseria del mundo adulto y expulsándolo con un dejo de melancolía y fascinación por el horror. Como en una suerte de Cuenta conmigo en plan Nuevo Cine Argentina, La quinta cruza a estos chicos con un cadáver, que funciona como represión y miedo de las clases acomodadas. En el otro eje hay todo un mundo adulto que discute asuntos vinculados con la inseguridad, en unos diálogos tan artificiales como son algunos movimientos corporales de los intérpretes. Schnicer acierta en la generación de algunos climas y en la forma de registrar esa infancia (se nota la virtud de la puesta en escena), pero la película no puede evitar no decir algunas cosas, remarcarlas, mientras no se anima a tirarse del todo por el fantástico, algo que hubiera hecho las delicias de Shyamalan y hubiera puesto a la película en un plano de horror social que no termina de ser. Mex Faliero
–La plus précieuse des marchandises de Michel Hazanavicius // 6 puntos
Es imposible permanecer indiferente a esta película de animación por muchos motivos. El primero, por su factura técnica. Con habilidad y maestría se sostiene una estética minimalista inspirada en grabados antiguos que seduce desde el primer momento. Luego, por la profundidad de sus temas. Siempre que el exterminio de seres humanos sea el eje hay una condición sine qua non para involucrarse emocionalmente, sobre todo en estos tiempos de negación emancipada. Utilizando como marco narrativo el imaginario de los cuentos populares, asistimos a la historia de un leñador, su mujer y una pequeña beba arrojada desde un tren por sus padres, quienes van directo al campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. La niña es rescatada en medio de un bosque nevado y más tarde resistida por la comunidad de leñadores, acusada de “no tener corazón” por su raza. La película traza el periplo tortuoso por la supervivencia de ambas familias, la original y la adoptiva. Pero habla fundamentalmente del amor como el único motor posible para seguir confiando en la humanidad. Y ahí se cuela el motivo que tampoco deja indiferente y es bastante cuestionable, a saber, un uso formal que tiende al subrayado del mensaje a base de golpes bajos los cuales, si bien aparentan estar controlados, no logran disimular un mecanismo de manipulación constante. Basta notar la omnipresencia musical y dos o tres encuadres que, en otros tiempos, hubieran sido mandados a la hoguera por abyectos. Y no es que debamos privar a los espectadores de la emoción, pero hay un énfasis porque todo sea más fácil, sin resquicio para la reflexión. En otras palabras, si querés llorar, llorá. Guillermo Colantonio
–Logout de Amit Golani // 6 puntos
Un influencer, que necesita alcanzar una cantidad de seguidores para cerrar un acuerdo con una marca, sufre el robo de su teléfono. Pronto descubre que detrás de este hecho está una fan obsesionada con él. En otra época, este film habría sido un digno thriller cibernético destinado directamente al mercado de video. La historia aborda varios temas, como la obsesión del creador de contenido por mostrarse, la adicción a los teléfonos celulares y la dependencia de las redes sociales. También expone la farsa que muchos influencers construyen al aparentar una vida perfecta y cómo esto impacta en sus seguidores, quienes a menudo idealizan ese universo ficticio que se les presenta. La principal virtud del film radica en que casi toda la acción transcurre en una única locación: el departamento del protagonista. El trabajo en los diálogos es sólido, y el suspenso se genera por el control que la fan ejerce sobre el personaje principal al manejar su teléfono. Aunque él es manipulador, no logra dominar a su fan y, en varios momentos, se quiebra, dejando entrever su verdadera personalidad. En medio de estas tensiones, hay un trabajo de investigación por parte del influencer para localizar a la fan, lo que añade un tono detectivesco a la trama. Todo esto ocurre mientras permanece sentado frente a su computadora. La película encadena estas situaciones hasta que el protagonista alcanza su objetivo, aunque para ello deba perjudicar su imagen y herir a sus seres queridos. Si bien no aporta grandes novedades, es un entretenido ejercicio de suspenso cinematográfico. Gabriel Piquet
–Los Nibelungos de Fritz Lang // 10 puntos
Uno de los grandes eventos de esta edición del festival fue la proyección del clásico de Lang con motivo de su centenario. Las dos partes que componen Los Nibelungos fueron proyectadas en el Teatro Colón con música en vivo, interpretada por el maestro José María Ulla (música original y piano), con la colaboración de Duggan Bayerque Zuzulich, y acompañado por las voces de Victoria Cicchitti y Paula San Martín. Como explica el historiador y teórico Sigfried Kracauer, esta obra clave del cine mudo alemán no pretendía competir con las superproducciones de Hollywood. La intención de Lang y de la guionista Thea von Harbou era ofrecer algo estrictamente nacional, algo que, como el propio Cantar de los Nibelungos, pudiera considerarse como una verdadera manifestación del espíritu alemán. Las aventuras de Sigfrido, su muerte y la posterior venganza de su esposa Krimilda contra sus enemigos se presentan en escenas estáticas, perfectamente compuestas, de gran belleza plástica. El diseño de producción resulta extraordinario, lleno de detalles deslumbrantes, combinando elementos del arte antiguo y medieval. Diego Menegazzi
–Los Tortuga de Belén Funes // 7 puntos
Anabel vive en la finca campestre de sus tíos y abuelos. Durante la Navidad, su madre, que trabaja como taxista en Barcelona, llega para llevársela consigo. Anabel quiere estudiar comunicación audiovisual, y juntas planean mudarse a la gran ciudad. El segundo largometraje de Funes aborda varias capas narrativas. En primer lugar, la directora explora la eterna rivalidad entre el campo y la ciudad: aquellos que se sienten oprimidos y desean marcharse frente a quienes se quedan luchándola y juzgan a los que se fueron. Esta división, reflejada en el seno familiar, está ligada a una España conservadora y religiosa que perpetúa estas tensiones. Otra capa importante es la relación entre madre e hija. La película muestra cómo, en momentos de frustración, se dicen cosas hirientes, con o sin intención. Las dificultades económicas son el detonante de estos conflictos, intensificando el resentimiento y la rabia entre ambas. Finalmente, la película explora el duelo, que se manifiesta de maneras muy distintas en las dos protagonistas. Anabel mantiene vivo el recuerdo de su padre a través de rituales religiosos y fechas significativas, como su cumpleaños. Por su parte, su madre oculta no sólo su dolor, sino también la verdad: su incapacidad para revelar a sus seres queridos que su pareja ha muerto. La película transmite una tensión constante entre madre e hija, reflejando problemas cotidianos que podrían extrapolarse a cualquier parte del mundo: la falta de un hogar estable, la precariedad económica y el agotamiento que genera la rutina laboral. El título, Los Tortuga, alude a los trabajadores rurales que, para no morir de hambre, emigraban a la ciudad cargando sus pertenencias en la espalda como si fueran caparazones. Sin embargo, hay otros tortugas en la película: la madre, una inmigrante chilena que lucha por sobrevivir; los vecinos que enfrentan un desalojo y sueñan con emigrar a Bucarest. Todos huyen de algo, pero, como muestra la película, tarde o temprano, tendrán que enfrentarlo. Gabriel Piquet
–Megalópolis de Francis Ford Coppola // 8 puntos
Este es el proyecto cinematográfico que Coppola soñó por décadas. Durante años, el director fue reescribiendo el guión, pero nunca logró encontrar financiación. En 2021 decidió encarar él mismo la producción de la película usando su propio dinero. La trama argumental nos traslada a una Nueva York del futuro que lleva el nombre de Nueva Roma. Allí tiene lugar el enfrentamiento entre el arquitecto visionario César Catilina y el alcalde Cícero por la reconstrucción de la ciudad luego de una catástrofe. Coppola establece un paralelismo entre la caída de Roma y el declive de Estados Unidos, inspirándose en el episodio histórico de la Conjuración de Catilina ocurrido en el año 63 a.C. Hay intrigas, luchas por el poder, historias de amor y una reflexión sobre la decadencia de los imperios. Se trata de una película sumamente ambiciosa que tiene mucho que decir sobre el mundo en que vivimos. Lo que quizás pueda desconcertar a algunos espectadores es la originalidad de su puesta en escena. Megalópolis mezcla géneros, del péplum a la ciencia ficción, incorpora citas a filósofos, poetas y dramaturgos, experimenta con el lenguaje audiovisual, a la vez que dialoga con la historia del cine. Parecen demasiadas cosas juntas y no todas funcionan al mismo nivel, pero hay que celebrar la osadía del director en su apuesta por un cine que desafía los lugares comunes. Diego Menegazzi
–No corre el viento de Matías Malet // 6 puntos
La película ejercita una mirada cruda, aunque no carente de matices, sobre la vida en el conurbano bonaerense, a través de la historia de dos hermanos que se quedan solos luego de la muerte de su madre y el abandono de su padre. Como sugiere el título, Marco, hermano mayor que busca la manera de proveer al pequeño PH en el que se alberga con Julián, y este último, que se encuentra en los últimos años de secundaria, sobreviven como pueden, atosigados por problemas emocionales y económicos que los dejan, cada tanto, sin aliento. Cerca vive Ernesto, el padre abandónico y arrepentido, que ahoga sus culpas en alcohol. Un panorama dramático, al que la película retrata casi siempre sin caer en hipérboles y sin olvidar el centro de su emocionalidad: la relación entre Marco y Julián. Sobre ésta se sostiene una narración que, sin embargo, se vuelve repetitiva y genera una sensación de hartazgo visual en el espectador, cansado de ver una vez más la misma escena en la que los personajes fuman, toman y contemplan sus dificultades diarias. De estos pozos sale No corre el viento a fuerza de empatía y, sobre todo, de la mano de un satisfactorio coming of age protagonizado por los personajes que interpretan Benicio Mutti Spinetta y Valentina Buzzurro. Franco Denápole
–No entres de Hugo Cardozo // 6 puntos
Dos youtubers pierden la pelota de básquet con la que estaban jugando y deciden entrar a buscarla al patio de una casa abandonada. De vuelta en su casa, revisan las imágenes filmadas, las editan y agregan un efecto con la aparición de un supuesto fantasma. Al subir el video, su cantidad de seguidores aumenta considerablemente. Motivados por esto, ven una oportunidad para dejar sus trabajos y ganar dinero. La película presenta varios problemas. Dentro de la casa ocurren todo tipo de fenómenos paranormales, pero todos son clichés: los sustos típicos que parecen sacados de un manual de cine de terror se suceden uno tras otro. En algunos casos, los famosos jumpscares se anticipan o están mal ejecutados, quedando desfasados. Se introduce un abanico de personajes, como los antiguos residentes de la casa, pero no se profundiza en ninguno de ellos. No se logra generar empatía con los protagonistas, quienes -lejos de despertar interés- resultan irritantes. Uno de ellos, en particular, es tedioso y se comporta como un niño sobreexcitado. Con todo lo mencionado, uno podría preguntarse qué tiene de interesante esta película: la respuesta está en el otro gran protagonista, la locación. La casa, deteriorada, pero con rastros de un pasado glorioso, resulta cautivante. Sus amplias habitaciones, el parque en mal estado y un sótano que recuerda a una mazmorra contribuyen significativamente al ambiente. Estos espacios potencian los movimientos de cámara de Cardozo, logrando una fluidez visual. Además, se aprovecha un recurso tradicional en este tipo de películas found footage: la tensión en los espacios. Esto mantiene al espectador interesado en lo que ocurre, como en esa escena en la que los protagonistas intentan escapar por los techos de la casa bajo la lluvia. Hacia el final, la película cambia de registro en su forma de filmar, introduciendo un elemento que contribuye a la resolución de la trama. Aunque este giro puede ser objeto de críticas, resulta coherente con la intención del realizador y aporta a la narrativa general. Gabriel Piquet
–Of dogs and men de Dani Rosenberg // 7 puntos
Una joven regresa, después de los ataques del 7 de octubre de 2023, al kibutz donde vivía, en busca de su perro. En el camino, se encuentra con diversas personas: soldados, un anciano que era su vecino, una maestra de jardín de infantes y una mujer que rescata perros perdidos tras los ataques en la zona. La historia funciona porque el director imprime un ritmo constante, deteniéndose muy poco, sólo en los momentos en que el personaje principal interactúa con quienes se cruzan en su camino. Su perspectiva es utópica, ya que aborda el dolor desde ambos lados del conflicto, y muchos de los personajes expresan una aspiración a la unidad que parece difícil de alcanzar en el corto plazo. La fusión de ficción con documental aporta un realismo interesante. Todas las escenas que recorren los kibutz están cargadas de una tensión latente que genera en el personaje una sensación de miedo constante. Un momento destacado es la escena en la que la protagonista camina de noche por el campo, iluminada únicamente por la luz de su celular, cuando una alarma de alerta la sorprende a mitad del trayecto. Aunque puede considerarse un lugar común, la idea de que los animales son mejores que los humanos se menciona en un diálogo y no resulta molesta. La película probablemente haya dividido opiniones en Israel. Un ejemplo es el personaje del anciano, que conversa con la protagonista mientras, a lo lejos, se ve cómo bombardean una ciudad. Habla de un amigo que está “del otro lado”, que él quiere evitar hablarle en hebreo para no ponerlo en peligro. El anciano menciona que muchas personas allá desean la unidad. De alguna forma, el director parece querer transmitir que ese lugar es un pueblo único, con la esperanza de que algún día sea posible superar las divisiones. Gabriel Piquet
–Peaches goes bananas de Marie Losier // 7 puntos
El documental comienza con la cantante mirando a cámara mientras repite la letra del tema Vaginosplaty, toda una declaración de intenciones y una excelente presentación del personaje. En una sesión de fotos, la cantante afirma que acepta el paso del tiempo, que le gusta cómo está su cuerpo, aunque todo comience a caerse. Para alguien que utiliza su físico como un arma de lucha y provocación en todos sus shows, esta declaración no parece falsa. La aparición de su hermana y el descubrimiento de que padece esclerosis múltiple conectan directamente con la idea del deterioro del cuerpo, planteada previamente en el documental. Esto se refuerza al observar cómo Peaches ayuda a cuidarla y cómo el vínculo que las une, desde la infancia, se hace evidente. La artista incluso compara a su hermana con su madre, llegando a afirmar que en algún momento ocupó su lugar. El documental no sigue un orden lineal ni ofrece una profundización exhaustiva en la obra musical de la artista, pero cada momento que se presenta refleja su gran versatilidad. Desde sus inicios como cuidadora de niños, a quienes les cantaba sus propias canciones porque se aburría cuidándolos, hasta el descubrimiento de la ópera y la fusión que logra con su estilo musical. En sus shows en vivo, cargados de performance, Peaches despliega una energía que genera un auténtico descontrol tanto sobre el escenario como entre el público. La cantante demuestra ser un personaje controversial, alguien “casi famosa”, como dice su madre, quien lo expresa a medio camino entre la broma y la realidad. Gabriel Piquet
–Priest of darkness de Sadao Yamanaka // 7 puntos
Un joven roba un cuchillo, y a partir de ese suceso, varios personajes se verán involucrados en una trama de engaños y honor. Se podría decir que la película es un chambara distinto, aunque el tema de la deshonra y otros tópicos del género están presentes en la trama. Como muchas de las películas de este subgénero realizadas antes de la Segunda Guerra Mundial, la carga dramática tiene mayor preponderancia que la acción, la cual estaría más presente en los films de las décadas de 1950, 1960 y 1970. La película tiene mucho humor, y se destacan dos escenas emblemáticas. La primera, cuando un estafador intenta engañar a una persona con juegos callejeros y termina siendo engañado por la supuesta víctima. La segunda, cuando dos personajes comienzan a incrementar el valor de un cuchillo en una subasta y terminan perjudicándose al intentar comprarlo. Algo que destaca es el montaje. Se utilizan cortes directos y se hace un uso mínimo de fundidos o barridos, los cuales eran más comunes en el cine de la época. Cerca del final, podemos ver una secuencia de pelea que involucra a varios personajes. Es realmente buena y cambia el ritmo que había seguido la historia hasta ese momento. Gabriel Piquet
–Rita de Paz Vega // 6 puntos
Entrar en la película de Paz Vega es como ingresar a un álbum familiar con fotos en sepia y absorber el aroma del pasado, con mucha tristeza y contados momentos de alegría. Rita es una pequeña cuya infancia transcurre junto con su hermanito Lolo mientras su madre padece la brutalidad de un marido que va del taxi a la casa y sólo exige y nada da a cambio. En medio de una estructura patriarcal, la mujer y las dos criaturas unen sus vidas para afrontar una cotidianeidad de acero. Estamos en Sevilla, en 1984, y la realidad se cuela por los sonidos del televisor. La comunidad mantiene sus rituales de preservación al mismo tiempo que no puede romper concepciones retrógradas sobre la familia. Más que un retrato de época, hay una voluntad por consagrarse al registro de una intimidad y hay que decir que el costado más noble de esta ópera prima se construye con un ojo atento y dispuesto para lograr la belleza fotogénica de la pequeña actriz (Sofía Allepuz), la esperanza puesta en el futuro. La manera en que Paz Vega encapsula la soledad de la niña, sus miedos, sus vacilaciones, la relación con un vecino sin papá, como sus fuerzas para proteger al núcleo conformado por su mamá y su hermanito, constituyen lo mejor de esta historia que avanza y parece esquivar los golpes bajos en situaciones puntuales. No obstante, se impone el imperativo del mensaje y entonces estamos ante un alegato más sobre la violencia machista, enfatizado sin ninguna sutileza en el tramo final, como si no hubiéramos entendido nada. Guillermo Colantonio
–Retratos del apocalipsis de Nicanor Loreti, Fabián Forte y Luca Castello // 7 puntos
Parece imposible, y a veces también inútil, seguir intentando darle vueltas al cine de zombies, un subgénero escarbado hasta el cansancio. Sin el afán de la novedad, entendiendo el buen uso de las herramientas de siempre, esta película formada por cuatro historias es un ejercicio donde confluyen, y se integran, lo argentino con lo extranjero. Situaciones y personajes extraídos del imaginario nacional (sobre todo en el segundo segmento, tal vez el mejor) que se entreveran con las influencias más evidentes y formativas, de George Romero a John Carpenter. Un apocalipsis zombie en Buenos Aires, abordado siempre de manera lateral, cuando la epidemia comienza o mucho más adelante, cuando ya todo está perdido. Filmada con pericia, yendo de menos a más, proponiendo un elemento cómico que se va desgarrando hasta que sólo queda la oscuridad y la tragedia, la película es, en definitiva, una exhibición del talento de sus involucrados. Sobre todo, de un director (Forte) y un actor (Demián Salomón) que comprenden a la perfección las posibilidades del terror en Argentina. Un género que, como una epidemia, no para de crecer e infectarlo todo, cada vez con mejores resultados. Marcos Ojea
–Saturday night de Jason Reitman // 8 puntos
Reitman convierte la noche de debut del icónico Saturday night live! en la televisión norteamericana en unas horas de locura interminable. La primera secuencia nos mete en un solo plano en esos pasillos y camarines, con una cámara en mano nerviosa, mientras el productor Lorne Michaels (gran creación de Gabriel LaBelle, que ya hizo de Spielberg en Los Fabelman) intenta reunir la tropa de comediantes y egos que tiene a su cargo, a la vez que batalla contra los empresarios que miran de reojo ese concepto entre hedonista y descontracturado que intenta imponer. Uno cree que el vértigo de esa secuencia será sólo el prólogo, pero Reitman y su coguionista Gil Kenan logran el milagro de que la tensión se sostenga sin nunca agobiar al espectador. Saturday night funciona como comedia cáustica y como homenaje, no sólo a esos personajes que de alguna manera reinventaron la comedia norteamericana sino también a la comedia en sí, al acto de hacer reír, al poder contracultural del chiste, a no tenerle miedo a nada si uno está armado de un par de buenas gracias. Hay un leitmotiv que tiene que ver con el armado de un piso de ladrillos, que funciona como metáfora poco sutil, pero que hacia el clímax encuentra el sentido y emociona. Y, claro, el milagro del hecho artístico que, cuando hay talento, se revela contra viento y marea. Mex Faliero
–That Christmas de Simon Otto // 7 puntos
Una aclaración: la película se proyectó en castellano, y en estos casos puntuales, conociendo el tipo de humor característico de los ingleses, el doblaje no ayuda demasiado. En un típico pueblo de Inglaterra, Papá Noel hace su visita anual para dejar los regalos correspondientes a cada niño. A partir de esta situación, la narrativa retrocede unos días para presentarnos a la mayoría de los habitantes del lugar y su vínculo con la Navidad. La película es una serie de historias entrelazadas en un contexto navideño, con un cierre que reúne a todos los participantes. Se trata de una adaptación moderna de historias de Richard Curtis, y está cargada de clichés: una docente estricta con un pasado misterioso, un chico nuevo en la escuela que se enamora de una chica inquieta que parece ignorarlo, entre otros. Uno de los personajes más destacados es una joven pelirroja y negra con una hermanita menor que es casi una réplica de ella. Sus padres conforman una pareja interracial, y la joven busca ser disruptiva con las tradiciones navideñas. Este personaje está diseñado para atraer a las audiencias más jóvenes. En una escena, organiza la representación del nacimiento de Jesús con una versión libre en la que la chica que interpreta a la Virgen María se toma una selfie y José es interpretado por otra chica. Un buen gag musical destaca cuando uno de los personajes canta Papa don’t preach de Madonna, dándole un giro humorístico al nacimiento del Niño Jesús. La aparición de Papá Noel es una excusa para presentar esas típicas historias de un pequeño pueblo donde, a pesar de las diferencias y miserias, todos terminan ayudándose gracias al espíritu navideño. Sin ser una obra maestra, la película logra momentos agradables gracias a su animación y a la suspicacia característica del humor inglés, que, como mencioné al principio, se disfrutaría mucho más si se viera en su idioma original. Gabriel Piquet
–The human hibernation de Anna Cornudella // 4 puntos
Un niño se levanta antes de su ciclo de hibernación y desaparece. Su hermana comenzará a buscarlo. Un híbrido entre una idea con elementos fantásticos y un documental paisajista con escenas de animales, que descansa en la contemplación de sus imágenes para llevarnos a conocer a un grupo de personas que nos harán reflexionar sobre la condición humana. Esta es la descripción que seguramente escribirían aquellos que disfrutaron del film, pero… La Competencia Estados Alterados lo hizo nuevamente: logró que parte del título de esta película se mimetizara en la sala. La hibernación existió en tiempo real; gran parte del público durmió durante toda la proyección, algunos se fueron, emigraron, buscaron imitar a los animales, querían estar en una plaza, en el campo, correr, escapar o divertirse de otra forma. Esta soporífera película tiene belleza visual, pero una falta de energía que genera un estado de pesadez para quien la está mirando. Gabriel Piquet
–The outrun de Nora Fingscheidt // 7 puntos
El film de Fingscheidt es uno de los tantos que cuentan vidas autodestructivas, en este caso una mujer del mundo de la ciencia que por su adicción al alcohol termina rompiendo todo lo que la rodea, particularmente el vínculo con su pareja y con sus padres. Lo que hace que The outrun supere la media, es que se aleja de la mirada paternalista sobre su personaje, construyendo un camino de recuperación personal que luce no sólo real sino honesto, y además porque utiliza de manera más que interesante el folklore irlandés con todas sus tradiciones y leyendas como una forma de reconexión de la protagonista con los orígenes. Claro que el elemento final es Saoirse Ronan, una de las mejores actrices de su generación, aquí aportándole a su criatura una serie de emociones y sensaciones que van más allá de la exposición de la miseria tan característica de este tipo de relatos. Contra el peligro de la metáfora que aporta el entorno de leyendas, The outrun busca salidas posibles y dice que nada es fácil. Parece una perogrullada, pero es mucho mejor que la mayoría del cine que romantiza la locuras y las adicciones. Mex Faliero
–There was, there was not de Emily Mkrtichian // 6 puntos
Las historias de cuatro mujeres que viven en Artsaj, un territorio armenio añadido recientemente por Azerbaiyán y que ha sido asediado por constantes bombardeos, son el objeto de este documental que muestra un desgarrador retrato de las consecuencias de la guerra, al mismo tiempo que dignifica la labor de sus protagonistas. Su costado más vulnerable se funda en el hecho de acudir a una serie de recursos explotados constantemente en el universo audiovisual de las plataformas, esto es, matizar ciertos encuadres con música triste (como si la tristeza de las imágenes no alcanzaran para captar la dimensión del drama) o recurrir a explicaciones contextuales que no suman más que los aportes informativos de una enciclopedia virtual. Es loable, en cambio, el gesto de la cineasta por acompañar esos trayectos de vida con un montaje que condensa varios años con profundas transformaciones. Una candidata política, una deportista olímpica de judo, una activista que defiende los derechos de las mujeres y una madre soltera que ayuda a desactivar minas terrestres ven cómo sus proyectos se modifican abruptamente a causa de los estragos de la guerra. Y lo interesante es que el propio objetivo de la película debe cambiar también porque la cámara se vuelve testigo privilegiado para documentar el horror en directo. Esas zonas tienen un nervio más productivo y honesto si consideramos el valor del peso de lo real en el género. Historias de supervivencia, incluso, en la actualidad, cuando las mismas mujeres deberán rescatar a través de la tradición oral todo aquello que les fue arrebatado. Guillermo Colantonio
–Toxic de Saulé Biluvaité // 5 puntos
Se sabe que en el circuito de los festivales se ha instalado la escuela de la sordidez. Sus maestros son varios y sus principios suelen incluir una pátina de colores fríos, el retrato crudo de zonas marginales, planos explícitos de vómitos, flagelaciones y otros signos dentro del baúl de atrocidades. Todo lo anterior es mostrado desde un lugar que no le hace asco a la solemnidad propia de una mirada donde la misantropía cotiza con valores altos. No es que sean malas películas necesariamente, pero terminan reiterando y afirmando ese discurso global. En este caso, Toxic nos lleva a una ciudad industrial donde ser adolescente apesta. Dos chicas son parte de un grupo que alimenta la fantasía de huir de allí. Para ello se inscriben en una sospechosa escuela de modelaje donde se verán exigidas a batallar contra las reglas que se imponen a favor de un modelo de cuerpo canónico y exportable. Una de ellas es coja; la otra ingiere huevos de tenia para adelgazar. Lo anterior es parte de una serie de conflictos cuya lógica es la acumulación de malos momentos. El efecto produce más cansancio que otra cosa. Si por momentos la cámara descansa y se consagra a los sueños individuales, logrando mayor frescura, durante la mayor parte de la película parece ilustrar la premisa del título, una etiqueta mercantil que da buenos resultados en el presente, además de un problema grave que atraviesan principalmente los jóvenes que se autolesionan o sufren trastornos psicológicos como alimenticios. Finalmente, la pose vuelve a triunfar. Guillermo Colantonio
–Un mundo para mí de Alejandro Zuno // 5 puntos
Una pareja tiene a su primer hijo. En la sala de partos, las enfermeras notan que algo no está bien y llaman al médico. Este les informa que su bebé no tiene un sexo definido y que, sin realizar los estudios correspondientes, no podrán determinar su género. Investigando por su cuenta, la madre descubre que su bebé nació intersexual. Ella no está convencida de que la operación sugerida por los médicos para asignarle un género sea la decisión correcta. El padre, por otro lado, tiene más dudas y cree que lo que proponen los doctores podría ser lo mejor. A partir de ese momento, la pareja se enfrenta al dilema de decidir qué es lo mejor para el futuro de su hijo. La premisa de la ópera prima de Zuno es contundente. Todo lo que es necesario saber sobre la intersexualidad se detalla en la primera parte de la película. Destaca especialmente la escena en la que aparece el personaje de Alex, muy bien interpretado por la actriz trans Nova Coronel, quien aclara todas las dudas posibles sobre el tema y lo explica con gran claridad. Sin embargo, el problema radica en el desarrollo de la trama. Durante el nudo del film, la pareja se ve atrapada en sus dudas sobre la decisión que deben tomar. Hay una reiteración en subrayar momentos que vinculan situaciones cotidianas con el género del bebé, como la escena de las bailarinas, la de los baños de la piscina o el encuentro en la plaza donde una pareja comenta “Es un niño” y el padre responde “Es una niña”. La otra persona insiste: «Pensé que era un niño”. Estas reiteraciones terminan por diluir el interés en el aspecto más atractivo de la película: la decisión final que tomará la pareja, un momento que tarda demasiado en llegar. Gabriel Piquet
–Un ours dans le jura de Franck Dubosc // 7 puntos
Michael esquiva a un oso en un camino nevado, pierde el control de su camioneta y accidentalmente choca contra un auto. En el proceso, mata a una mujer que estaba cerca del vehículo. La pareja de la mujer, al presenciar lo ocurrido, también muere de forma accidental. Michael decide contarle lo sucedido a su esposa, Cathy, quien lo convence de deshacerse de los cuerpos y del vehículo. Allí descubren que las dos víctimas llevaban una bolsa llena de dinero, y deciden quedárselo. Este es sólo el inicio de esta delirante comedia negra. A lo largo del film, se introducen otras subtramas que se irán entrelazando para completar una historia que claramente bebe del cine de los hermanos Coen. A diferencia de los cineastas norteamericanos, Dubosc ofrece menos cinismo: la mayoría de los personajes resultan más queribles, y la historia cuenta con un toque de espíritu navideño. El personaje del comisario, interpretado por el actor belga Benoît Poelvoorde, podría encajar perfectamente en una película de Berlanga. Los chistes funcionan, especialmente los diálogos. La escena del interrogatorio a la hija del comisario destaca como una de las mejores. El director, un reconocido actor de comedias mainstream en Francia, presenta aquí su tercera película como realizador. Se nota que trabaja con soltura en la puesta en escena y que se siente cómodo dirigiendo a sus colegas. El resultado es una película satisfactoria que, en muchos momentos, logra su principal cometido: hacer reír. Gabriel Piquet
–Una historia de amor y de guerra de Santiago Mohar Volkow // 7 puntos
La desgracia de los antiguos emperadores Maximiliano y Carlota de Habsburgo en México se ofrece a modo de relectura en el terreno de la farsa. Con riesgo y osadía, Mohar Volkow parece recuperar la tradición del cine balcánico, no temerle a las metáforas y a los excesos ni a fusionar elementos del pasado con signos actuales. Estructurada en actos y marcando el artificio constantemente, esta especie de comedia negra tiene como pilar a un personaje excéntrico, patético y divertido llamado Pepe Sánchez-Campo, un arquitecto cuyo proyecto inmobiliario gigante atenta contra las tierras de comunidades indígenas. Su mujer posee como amante a Teo, una versión paródica de intelectual romántico, que disputará su amor con Pepe. En medio de los conflictos, un revolucionario llamado Engels no parece muy dispuesto a resistir a la tentación del dinero. Ese es el mundo de la película, una galería de seres atravesados por delirios de poder donde las negociaciones, incluso, continúan en el más allá. Sin ningún tipo de pudor, el realizador desarma todos los discursos históricos y las voces políticamente correctas para jugar en su propio terreno, el de la libertad y el disparate. A fin de cuentas, siempre las víctimas quedan fuera de campo frente a los intereses de corruptos, traidores, oportunistas y opresores. Una historia de amor y de guerra se sostiene, en sus mejores momentos, como una ficción explosiva, abierta a sorpresas, con saludables dosis de humor negro. Se apropia del registro de las telenovelas y lo lleva a los límites de una ridícula épica, tan ridícula como la ambición desmedida. Una voz en off guía un material anárquico en apariencia, pero que obedece a un orden donde la comicidad es la clave, aunque siempre asome el horror detrás de la risa. Guillermo Colantonio
–Una historia de amor y de guerra de Santiago Mohar Volkow // 7 puntos
La desgracia de los antiguos emperadores Maximiliano y Carlota de Habsburgo en México se ofrece a modo de relectura en el terreno de la farsa. Con riesgo y osadía, Mohar Volkow parece recuperar la tradición del cine balcánico, no temerle a las metáforas y a los excesos ni a fusionar elementos del pasado con signos actuales. Estructurada en actos y marcando el artificio constantemente, esta especie de comedia negra tiene como pilar a un personaje excéntrico, patético y divertido llamado Pepe Sánchez-Campo, un arquitecto cuyo proyecto inmobiliario gigante atenta contra las tierras de comunidades indígenas. Su mujer posee como amante a Teo, una versión paródica de intelectual romántico, que disputará su amor con Pepe. En medio de los conflictos, un revolucionario llamado Engels no parece muy dispuesto a resistir a la tentación del dinero. Ese es el mundo de la película, una galería de seres atravesados por delirios de poder donde las negociaciones, incluso, continúan en el más allá. Sin ningún tipo de pudor, el realizador desarma todos los discursos históricos y las voces políticamente correctas para jugar en su propio terreno, el de la libertad y el disparate. A fin de cuentas, siempre las víctimas quedan fuera de campo frente a los intereses de corruptos, traidores, oportunistas y opresores. Una historia de amor y de guerra se sostiene, en sus mejores momentos, como una ficción explosiva, abierta a sorpresas, con saludables dosis de humor negro. Se apropia del registro de las telenovelas y lo lleva a los límites de una ridícula épica, tan ridícula como la ambición desmedida. Una voz en off guía un material anárquico en apariencia, pero que obedece a un orden donde la comicidad es la clave, aunque siempre asome el horror detrás de la risa. Guillermo Colantonio
–Vinchuca de Luis Zorraquin // 6 puntos
En Vinchuca, un adolescente es detenido por traficar droga en una frontera del noreste argentino. Para recuperar su libertad se ve obligado a acercarse a la familia de un importante narco de la zona. La película de Zorraquin utiliza esta premisa para explorar al menos tres historias en paralelo: la de la corrupción y el crimen que se vive en la región; la de Nelson, muchacho desfachatado y entrador que sueña con dedicarse a la danza; y la de Gustavo, policía que pasa por una crisis en su vida personal. No es tarea fácil equilibrar estos tres relatos, y Vinchuca logra hacerlo satisfactoriamente. Para ello emplea una sana economía narrativa: no pierde tiempo sobreexplicando, cuenta con pocos planos y se hace del tiempo para sostener la cámara sobre el simpático joven, su despertar sexual, su inocencia adolescente y su espontaneidad. Lo encara esto poniendo a los dos varones a representar una farsa que los saca de su cotidianidad y los hace ubicarse en roles nuevos, redescubrirse. Sin embargo, si decíamos que la narración no es redundante, es esta misma sobriedad la que se convierte por momentos en distancia, truncando nuestra relación con uno de sus protagonistas, del cual nos gustaría saber más o, al menos, profundizar más en lo poco que sabemos. Franco Denápole
–Wainrot, tras bambalinas de Teresa Constantini // 5 puntos
El documental narra la historia del reconocido bailarín, actor y coreógrafo. Es un trabajo correcto, aunque algo desordenado, que no profundiza demasiado en la vida del personaje retratado. Los testimonios de las personas entrevistadas destacan la influencia que tuvo el protagonista en sus vidas. Entre ellos aparecen figuras como Paloma Herrera, Julio Bocca y José Miguel Onaindia. Sin embargo, el documental da la impresión de ser más un homenaje, similar a los que suelen presentarse en algunos programas de televisión. Falta una contraparte que aporte una visión diferente, lo que provoca que, en ciertos momentos, el relato se vuelva monocorde. Un momento especialmente interesante es cuando se presenta al artista plástico Carlos Gallardo, quien fue escenógrafo en la adaptación de La tempestad de Shakespeare dirigida por el coreógrafo. La relación entre ambos, su cercanía y el trágico desenlace que terminó con la vida de Gallardo -directamente vinculado con Wainrot-, aporta una carga dramática significativa. Es en este punto donde el bailarín expone sus sentimientos más íntimos, logrando que el documental alcance una profundidad emocional que está ausente en el resto de la obra. A pesar de estos momentos destacados, el resultado general del documental se siente incompleto. Queda la sensación de querer saber más sobre los inicios del protagonista como bailarín, su historia como actor o incluso su viaje a Polonia, la tierra de sus padres. Todo parece quedarse a mitad de camino. Gabriel Piquet
–Wicked de Jon M. Chu // 6 puntos
El musical Wicked: Parte I es una relectura de la leyenda de Oz, donde se busca honrar el costado clásico de la franquicia mientras intenta apelar a formas y temáticas contemporáneas. El relato se focaliza en Elphaba, por lo que recurre a un recurso habitual por estos tiempos: La Bruja Mala del Oeste es la villana de una historia mal contada. En línea con la leyenda del Mago, los conflictos mejor elaborados de la historia son aquellos donde se juega la verdad, las mentiras, las creencias, lo que une y separa a la población, los engaños y las ambiciones. En su carácter de musical, el virtuosismo de la puesta en escena y la dirección de arte se destaca mayormente en la primera mitad, ya que durante el resto algunas secuencias resultan estiradas o aparecen en momentos donde no se las requiere. A esta altura las leyendas alrededor del Mago de Oz ya son demasiado conocidas como para que se busque manipular al espectador transitando caminos engañosos para, luego, llegar a revelaciones y conclusiones previsibles. Así, Wicked: Parte I se configura como una mezcla de cine político y musical adolescente en Oz con varios segmentos atractivos, mensajes subrayados y un producto que no logra adquirir una impronta propia por su torpeza al balancear entre lo clásico y lo contemporáneo. Patricio Beltrami
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