Una buena película se vio hoy en la lucha por el Astor de Oro, la tunecina Aicha de Mehdi M. Barsaqui.
–Aicha de Mehdi M. Barsaqui // 7 puntos
El principal mérito de la película de Barsaqui, a diferencia de otras que derivan en el simple alegato, es el modo en que integra la denuncia social contra la misoginia y los mandatos a una forma narrativa que no subestima al espectador. Su eficacia se comprueba a través de una sólida trama a base de giros inesperados que permiten poner en evidencia la vulnerabilidad institucional y una dinámica cultural retrógrada. Basada en una noticia que conmovió a Túnez en 2019, la historia se centra en una joven llamada Aya, hija única, que trabaja en un hotel (All Inclusive) para mantener a sus padres. Un hecho fortuito modifica su destino y le brinda la oportunidad para cambiar su identidad y empezar una nueva vida. El traslado a la capital empieza bien, sin embargo, un incidente en una discoteca la llevará a una especie de laberinto moral muy complicado. Esta excusa permite develar una estructura política/jurídica/policial corrupta, un monstruo a combatir. Más allá de que por momentos se retuerza el verosímil a favor de las necesidades del relato, no es un dato menor que se confíe en la ficción con espíritu de libertad, al mismo tiempo que el mapa sobre los diversos aspectos de la sociedad se deja ver progresivamente. La reflexión sobre la identidad es un aspecto importante, pero no está sostenido desde la especulación, la solemnidad, ni el mensaje directo. Su marco es concreto: ante la adversidad y el atropello, a veces es necesario escapar de la manera que sea. Guillermo Colantonio
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