
Por Patricio Beltrami
NdR: este capítulo contiene spoilers.
Tras un comienzo correcto con un pico adrenalina en el cierre, el capítulo dos de El Pingüino estuvo a las expectativas de una serie de acción, mafia, intriga y traiciones en Ciudad Gótica. La miniserie definitivamente se sumerge en la pelea por el control de las calles y la droga entre los Falcone y los Maroni, donde Oz (Colin Farrell) aprovecha la guerra para que las familias se destruyan. Sin embargo, sus planes siempre se complican por azar o por impericia, aunque termine favorecido por la suerte. Escrito por Erika Johnson y dirigido por Craig Zobel, Inside Man inicia con una pesadilla de Sofía Falcone (Cristin Milioti). Inestable por el asesinato de su hermano Alberto, Sofía rechaza a su psiquiatra (Theo Rossi), consciente de que debe acoplarse a las reglas de Gótica. Acto seguido, Oz despliega su juego de lealtad y traición. En la cárcel de Blackgate, acuerda con los Maroni una emboscada al convoy que desplazará la droga de los Falcone, pero Salvatore (Clancy Brown) y Nadia (Shohreh Aghdashloo) le imponen un hombre de su confianza. No obstante, nada sale según el plan y, entre las balas, Oz improvisa para ganar unas horas de vida: asesina a matones de ambas bandas y salva a otros mientras sus aliados huyen con la droga. Este hecho marcará el rumbo de Inside Man, ya que Sofía sabe que se trata de un trabajo interno. Desde allí, la heredera se lanza a la búsqueda del traidor. Tras negar la ayuda de Oz y ser rechazada por su tío Luca (Scott Cohen), nuevo jefe del imperio extorsiona a un viejo detective en decadencia para que halle a la rata. Segura, sobria, siempre al borde del estallido, Milioti configura un personaje letal e inquietante a partir del trabajo con su voz, sus ojos, sus gestos y sus temerarias decisiones. En tanto, por momentos el camino de Oz luce errático. Entre la espada y la pared, trata de mantener el delicado equilibrio entre las familias mafiosas mientras intenta encontrar los recovecos para edificar lentamente su plan. Ante ello, Farrell recurre a todos los matices posibles para darle verosimilitud a un personaje que es mucho más que un turbio villano. Igualmente, donde más se luce El Pingüino es en el ambiente criminal. Por eso, no deja de hacer ruido que el vínculo con su madre (Deirdre O’Connell) ocupe un lugar relevante en la historia. A su vez, se ve un retroceso en su secuaz, Victor Aguilar. Poco queda del muchacho audaz del final de After Hours, ya que se lo presenta atemorizado por las letales consecuencias que podría acarrear su nueva vida. Y otra vez lo mejor del capítulo aparece en el desenlace. Apriete mediante, Oz entrega pruebas del chantaje a Johnny Vitti (Michael Kelly) para que Nadia Maroni le perdona la vida. Allí inicia una carrera contrarreloj hacia la mansión Falcone, ya que Sofía ha secuestrado al único hombre que podría delatarlo. Y Oz hace su magia: recorre el lugar hasta que Sofía, Luca y Vitti confrontan en los pasillos mientras él accede al sótano. Pero su plan fracasa cuando Victor le avisa que no pudo incriminar a Vitti, por lo que Oz apuñala al hombre de Maroni. Antes de que pudiera salir de la mansión, los Falcone hallan el cadáver y ordenan detener a los involucrados en el convoy de las drogas robadas. Con las manos ensangrentadas y el cuchillo en su bolsillo, Oz se lanza sobre Vitti para plantarle el arma. Tras la escaramuza, la navaja aparece en el traje de Castillo (Berto Colón), el guardaespaldas de Sofía, quien acaba ejecutado por Luca en medio del salón. Inside Man termina con dos conversaciones. Primero, Oz le da una lección a Victor para convencerlo de enfrentar sus miedos o alejarse de su nueva vida. Otra vez despreciada por Luca y por toda su familia, Sofía decide aliarse con El Pingüino para tomar el control del imperio. Desparejo y por demás reflexivo en el segundo acto, lo mejor del relato nuevamente pasó por el camino de Sofía, imprevisible, alimentado por la sed de venganza y la locura latente. En cuanto a Oz, por ahora todo le termina saliendo bien, pero es más interesante cuando reacciona ante el error o el fracaso, e improvisa para salir del paso. Lo que era un juego a tres puntas (Falcones, Maronis y Oz) sumará una nueva arista (Sofía) para complejizar el ya imposible plan de El Pingüino.
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