Por Patricio Beltrami
NdR: Este artículo contiene spoilers.
Luego de más de media temporada, hasta ahora She-Hulk ha sido una producción correcta y, para el Universo Marvel (MCU), tímidamente innovadora aunque con una propuesta poco atractiva. Si bien el quinto episodio es autoconclusivo, la decisión de poner a la protagonista en crisis de identidad le quita frescura y chispa a la historia. Mientras que el humor queda relegado a personajes secundarios, el relato se vuelve más introspectivo y deja en evidencia una de las críticas a la serie: necesitar de invitados especiales para dotar a la historia de un interés que no le ha dado su protagonista. Escrito por Dana Schwartz y dirigido por Anu Valia, Mean, green and straight poured into these jeans inicia con un comercial (excelente parodia) del perfume She-Hulk by Titania (Jameela Jamil), que cambia el verde Hulk por el rosa que distingue a la influencer (misma fórmula que se aplicará al logo del show). Frustrada por haber sido vencida en su especialidad, Jennifer Walters (Tatiana Maslany) increpa a Titania para que le devuelva su nombre, pero su esfuerzo resulta en vano. En crisis por los cuestionamientos constantes, She-Hulk recurre a Mallory Book (Renée Elise Goldsberry) para que la represente ante la corte, donde deberá demostrar que usaba su nombre en público antes de que Titania patentara la marca. Por su parte, Nikki (Ginger Gonzaga) y Pug (Josh Segarra) se lanzan a una cruzada tan altruista como frívola: conseguir un mejor vestuario para She-Hulk en su faceta de abogada. Insólitamente, la búsqueda los lleva hasta un exclusivo modisto especializado en trajes para superhéroes. Sin embargo, en el camino se encuentran con Alonzo, un vendedor de merchandising ilegal de Los Vengadores. En el mejor pasaje cómico del episodio, vinculado con la temática principal, se ven remeras y tazas de “Avongers” o “Avingers” con dibujos de los héroes con leves modificaciones para evitar problemas legales. Luego de convencer a Luke Jacobson (Griffin Matthews) de vestir a un miembro de Los Vengadores, Nikki le presenta a She-Hulk en traje de abogada y, tras un disgusto inicial, el modisto acepta el reto. En ese momento se cruzan las tramas principales cuando Jennifer descubre que ya había utilizado el nombre She-Hulk antes de la movida legal de Titania. Por ese motivo, presenta en la corte a los cuatro hombres que había conocido a través de la aplicación de citas. Pero lo que podría haber sido un desfile de freaks (como en el montaje del episodio anterior) que generaran vergüenza ajena se convirtió en una prueba para la protagonista, quien estuvo dispuesta a la humillación pública y el menosprecio por parte de los hombres para mantener su identidad. Luego de la amenaza de Titania y de haber limado asperezas con Mallory, She-Hulk finalmente concurre al escondite de Luke para probarse sus nuevos trajes. Sin embargo, la última imagen del capítulo ratifica que, hasta el momento, se trata de un programa de invitados especiales: en un canasto se observa el nuevo casco de Daredevil. Mean, green and straight poured into these jeans es un episodio correcto y prolijo, cuyo arco narrativo principal autoconclusivo se desarrolla en primera línea a lo largo del relato e, incluso, resulta alimentado por la subtrama superheroica. Sin embargo, la crisis de Jennifer traspasa a la protagonista: el capítulo no tiene chispa, trascurre apagado y, además, muy pocas de las apuestas humorísticas funcionan. En adelante solo quedarán cuatro capítulos para resolver todos los conflictos que se fueron acumulando hasta el momento (Abomination, Titania, la banda que atacó a Jennifer, el juicio inicial contra GLK/H), además de la introducción de Daredevil y, seguramente, algunos giros que dará la historia durante las últimas semanas. En este marco, la historia y su protagonista todavía están a tiempo de salir de la medianía, de la mera corrección que las han caracterizado para dar un salto de calidad que se ha visto solo en unas pocas de las series de Marvel Studios.
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