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Recapitulación de Better call Saul: Wine and roses & Carrot and stick

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Después de una larga espera de dos años, que incluyó un infarto leve del protagonista Bob Odenkirk, lo cual demoró la producción mucho más allá de las precauciones por la pandemia, volvió la querida Better call Saul. Y lo hizo con un capítulo doble que de alguna forma resolvió lo que había quedado abierto de la lejana temporada anterior y sentó las bases para lo que viene, que es nada más y nada menos que la conclusión de este spin-off de Breaking bad. Tal vez tenga que ver un poco con el inevitable final que tendrá esta historia, aunque uno intuye que mucho más con la experiencia de los personajes, todos cercanos a cierto límite personal, lo cierto es que estos primeros dos episodios transmitieron una enorme mezcla de tristeza y melancolía, algo que se observa en el rostro  de Jimmy mientras Kim va desbarrancando hacia el lado oscuro de la fuerza. Lo importante de este regreso de Better call Saul es que la serie creada por Vince Gilligan y Peter Gould se mantiene fiel a sí misma, desatendiendo las ansiedades de los espectadores y avanzando con tiempos propios, dejando respirar cada escena todo lo que sea necesario: eso queda claro en la escapada de Nacho Vargas del asedio de los Salamanca, en una espectacular secuencia de suspenso y tensión con mucho de Sergio Leone y Sam Peckinpah en ese cruce entre violencia, polvo y miradas que dicen más que tantas palabras. Esa secuencia cinematográfica del segundo episodio, Carrot and stick, no casualmente dirigido por Gilligan, es casi una síntesis de todos los grandes aciertos formales que tiene esta serie, capaz de pasar de eso a una secuencia de humor con Kim y Saul poniendo en marcha uno de sus planes poco éticos. La de Giligan y Gould es casi un ovni en el marco de la producción norteamericana para televisión, una serie con tanta confianza en el espectador que retoma aquí a dos personajes que fueron protagonistas en la primera temporada y nos obliga a tratar de recordar que había pasado en aquella lejana temporada. Los autores desafían a su público, que responde a cada estímulo básicamente porque la recompensa es sumamente gratificante: Better call Saul es una obra maestra y este comienzo de la sexta temporada (la primera secuencia es tan desconcertante como espectacular, aunque esperábamos alguna secuencia en blanco y negro sobre el futuro de Jimmy) confirma todas nuestras expectativas, e incluso más. Better call Saul está estupendamente actuada y narrada, visualmente es imponente y está construida con una coherencia que muy pocas series (e incluso películas) alcanzan en este presente de productos masticados en exceso.


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