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La hija oscura

Título original: The Lost Daughter
Origen: Grecia/Inglaterra/Israel/EE.UU.
Dirección: Maggie Gyllenhaal
Guión: Maggie Gyllenhaal, basada en la novela de Elena Ferrante
Intérpretes: Olivia Colman, Jessie Buckley, Dakota Johnson, Ed Harris, Peter Sarsgaard, Paul Mescal, Dagmara Dominczyk, Robyn Elwell, Jack Farthing, Ellie Mae Blake, Oliver Jackson-Cohen, Panos Koronis, Alexandros Mylonas
Fotografía: Hélène Louvart
Montaje: Affonso Gonçalves
Música: Dickon Hinchliffe
Duración: 121 minutos
Año: 2021
Plataforma: Netflix


8 puntos


LA MATERNIDAD EN FOCO

Por Virginia Ceratto

(especial para @funcinemamdq)

Ambientado en una isla griega, una mujer madura en sus vacaciones se vincula, merced a la casualidad, con otra, que pierde, como alguna vez hemos perdido las madres, a su hija, brevemente, en el balneario. No es casual la elección de la profesión de la mujer, Olivia Colman, ni su nombre, Leda, en la ficción, y ya se verá por qué. No es casual la pérdida y hallazgo de una muñeca.

Escenas paraguas y escenas espejo, en términos de tragedia shakespereana se dan en esos flashback en los que Leda recuerda, en el sentido de pasar, y aquí con dolor, dos veces por el corazón, su maternidad cuando era joven. Cuando su talento como traductora la puso en un dilema. La traducción en sí, siempre es un dilema. Una elección del término correcto. Y nunca lo hay, o lo hay, y hay que arriesgarse. Y mucho. Porque toda traducción es una versión. Y dicen que la traducción es una traición. Una pista.

Si en el presente hay una pérdida, breve, de una hija ajena, en el pasado hay una elección. Hubo una elección. Una hija, dos. No importa. Hubo una elección. Una traducción de la propia vida.

Y entra en juego la muñeca. El encuentro, el encubrimiento, lo que decidirá Leda. En manos de quién quedará.

¿De qué madre? ¿O de la infante?

Y es precioso este juego, porque aquí el guion da para más. Porque no todo está cerrado, ni en esta historia, esta trama, ni en la vida, ni en el presente que vivimos, en donde muchas mujeres creen -algunas hemos creído-, que habíamos conquistado todo una vez superadas las culpas.

Culpas de haber elegido la maternidad a la par de una profesión. Culpa de haber sentido el peso de la maternidad. El peso del trabajo. Culpa en el diván, culpa, culpa.

Y otras mujeres, intelectuales también, o no, y jóvenes, mayores de edad o casi, creyendo que la sororidad en los términos que se ha dado es la última palabra. Y que la sororidad va casi de la mano de la no maternidad, o de la maternidad en solitario. O de… Pues no, la palabra final, en este siglo, la tendrán quienes van a salita de cuatro.

Y así, la última palabra, o la penúltima, la tendrán las infantes.

Magistral el juego del tiempo y las dos Ledas… Ledas cerca de algún peligroso cisne, Pero siempre hay cisnes en la vida de cada una, de cada uno… Y pobres cisnes, los de verdad, acusados por la mitología.

Una película para no ceder a los extremos. Para dejar pasar por un rato tanta intelectualidad plagada de teorías que a veces no contempla la vida misma, con sus pros y contras, con sus grises y bemoles.

Claro que es un acierto que esta Leda en la ficción, con su Leda joven a cuestas, elija Grecia, cuna de nuestra formación, con todas sus maravillas y sus males. Males que afrontará tan, tan lejos de esa otra película Yo amo a Shirley Valentine. Registro de otra época, sin embargo tan cercana, en donde la rebeldía pasaba por otro lugar, hoy en día tan habitual, patear el tablero, tomando vino y comiendo aceitunas viendo el Egeo.

El gran acierto, hoy patear el tablero no es necesariamente dictaminar que la maternidad es un karma, ni una bendición. Cada mujer la tomará, o no, como un deseo, y como tal, la enfrentará y afrontará o disfrutará. Y según sea el caso, más bien los primeros, podrá redimir eso que la sociedad patriarcal y también la sociedad sorora, indican como culpa. Palo porque bogas, palo porque no bogas.

Al fin de cuentas, los vínculos se dan, se destruyen y se construyen. Se rompen y se unen. Y aunque medie la distancia, esta también se puede reparar. Y no en plan de Disney.

Excelentes actuaciones. Impecable dirección.

Verla. Y la Leda adulta, también es una Reina. Para entendidos.


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