Por Cristian Ariel Mangini
Sin grandes parafernalias y con un tono moderado que tuvo como trasfondo a la pandemia de Covid-19 que azotó y marcó el año 2020, se celebró el retorno al Festival de Cine de Mar del Plata con una inauguración que sin embargo no ocultó el entusiasmo. Un entusiasmo justificado desde el retorno a la presencialidad en las salas, ese templo del cine al que las consecuencias de la pandemia relegó en la edición 35ª. Esta versión no es íntegramente presencial y sostiene a la virtualidad como alternativa para acceder a varias películas y eventos, un híbrido que fue referido por cada una de las voces que tuvieron la palabra en la inauguración. Más allá de estas observaciones, enhorabuena: con el acto de apertura arrancó oficialmente esta edición 36ª del Festival de Cine de Mar del Plata.
Con la demora habitual -poco más de una hora- la inauguración contó con importantes presencias que fueron fundamentales para la organización de esta edición. Entre ellos estuvo la figura del intendente de Mar del Plata, Guillermo Montenegro, que remarcó que “trabajar en equipo genera que este tipo de eventos se pueda realizar”, refiriéndose a la articulación con Nación y Provincia de Buenos Aires. Más allá de la mención a la pandemia y la celebración de “volver a encontrarnos después de un tiempo que fue impensado”, el funcionario local rescató el valor turístico del Festival y las posibilidades laborales que generan este tipo de eventos en la ciudad. Luego fue el turno del presidente del Festival, Fernando Lima, junto a la directora artística, Cecilia Barrionuevo. Se trató de una exposición destinada a describir cada uno de los rincones del evento y sus secciones, así como destacar la participación simultánea en doce provincias, manifestando la intención cada vez más federal del Festival. Esto se suma a la mencionada virtualidad, que Lima destacó como una medida “inclusiva” para que la mayor cantidad de público pueda ver las películas. Asimismo se anunció que la película de cierre será el film Madres paralelas del director español Pedro Almodóvar.
El presidente del INCAA, Luis Puenzo, agradeció la coordinación de Nación, Provincia y Ciudad de Mar del Plata para poder efectuar el Festival y detalló los pormenores que atravesó esta 36ª edición. Detalló que se estudió realizar una partición que tenga a la Sala Gaumont para proyecciones y eventos presenciales en la Ciudad de Buenos Aires, otra parte presencial “acotada” en la ciudad de Mar del Plata y finalmente una continuidad de las proyecciones virtuales que caracterizaron a la edición 35ª. Finalmente esto fue descartado por la edición que se inauguró en el Auditórium, contando con una mayor presencialidad y salas de las que se pensaba debido al levantamiento de las restricciones sanitarias por la baja en números de la pandemia. Finalmente destacó que “se planta un hito histórico, donde el cine está asociado a las comunidades”, rescatando el lugar del Festival en la sociedad. La presencia de Puenzo en el escenario dio pie al reconocimiento a Pepe Soriano, que fue galardonado con el Premio Astor Piazzolla a la Trayectoria. Este premio estuvo coronado por la proyección de algunas de las imágenes más memorables de su filmografía.
Augusto Costa, el ministro de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica de la Provincia de Buenos Aires, fue breve al subrayar la reactivación de las actividades y el carácter “federal e inclusivo” de la propuesta. El ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer, tomó la palabra para rescatar la figura de Pepe Soriano y luego mencionar la amargura por pérdidas que se dieron en estos últimos meses. En primera instancia la figura fundamental del documentalismo nacional David “Coco” Blaustein, a quien está dedicada esta 36ª edición; al realizador y político Jorge Coscia; a la productora Paola Suárez, que lamentó por su “pérdida temprana”, y finalmente a Fernando “Pino” Solanas, al que mencionó visiblemente conmovido. Por otro lado también rememoró la figura de Leonardo Favio y su impronta en el cine nacional. Además agradeció al Gobierno del que forma parte por su “enorme sensibilidad hacia la cultura”, subrayando la partida presupuestaria hacia la producción audiovisual.
Entre los lamentos por la sombra del Covid-19, las cicatrices de sus consecuencias y un retorno moderado a las salas, el acto estuvo marcado por el optimismo pero está lejos de la euforia de otros años. Con la película de apertura que tiene los ecos de la pérdida de Fernando Solanas, Tres en la deriva del acto creativo, abrió oficialmente el festival en el celuloide (o el digital, para ser más justos) y abandona el espacio de la ceremonia.