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La despedida

Título original: Blackbird
Origen: EE.UU. / Inglaterra
Dirección: Roger Michell
Guión: Christian Torpe, basado en su propio guion
Intérpretes: Susan Sarandon, Kate Winslet, Mia Wasikowska, Sam Neill, Rainn Wilson, Lindsay Duncan, Bex Taylor-Klaus, Anson Boon
Fotografía: Mike Eley
Montaje: Kristina Hetherington
Música: Peter Gregson
Duración: 97 minutos
Año: 2019
Plataforma: Cining


5 puntos


OTRA REMAKE QUE NADIE PIDIÓ

Por Mary Putrueli

(@mary_putrueli)

En 2016, luego de un exitoso paso por el Festival de San Sebastián, se estrenaba el film danés Corazón silencioso, con guion de Christian Torpe. Ese mismo guion que diera como resultado una historia que calaba en lo profundo de las emociones humanas, vuelve a cobrar vida en esta versión titulada La despedida bajo la dirección de Roger Michell, a quien todos recuerdan de la exitosa película Nothing Hill.

La dupla de Torpe y Michell parece no encontrar todas las virtudes que la película danesa regalaba con facilidad. Lo cual resulta extraño, ya que en ambos casos, la calidad del elenco es impecable. Para tener claro de quienes hablamos en relación a esta versión hollywoodense, actrices de la talla de Susan Sarandon (¿en cuántas películas más la van a condenar a enfermar y morir a esta pobre mujer?), Kate Winslet y Mia Wasikowska son de la partida, junto a un impecable Sam Neill.

La historia propone un tema difícil y polémico como es la decisión personal de dar fin a la vida por motus propio, pero el papel de Sarandon, quien interpreta a la madre padeciente de una enfermedad terminal, pareciera estar compuesto a mitad de camino. Su actuación, como todas las veces que la vemos en pantalla, está siempre en tono, sin embargo pareciera no lograr la emoción y carnadura que su personaje propone.

Esta madre que decide poner fin a su vida con la ayuda de su marido, antes que la enfermedad la deje completamente incapacitada, decide convocar a sus dos hijas y familia y a su mejor amiga de siempre para justamente hacer una especie de fiesta o reunión de despedida, una especie de última cena con algún intento de traición que sucede una vez que las hijas dudan de esta decisión.

Hay que reconocerle al director que en ningún momento llega a lugares comunes ni a golpes bajos, el problema parece estar en que tampoco llega a lograr ningún tipo de emoción genuina, más que algunas risas en ciertas escenas.

Un tema tan delicado como la eutanasia (ilegal en la ciudad donde suceden los hechos) podría haber sido la posibilidad de ahondar en diálogos o interpretaciones mucho más profundas, en situaciones que implicaran algún tipo de reflexión o emoción más arraigada a sentimientos contradictorios, como los que transitan las hijas, el marido, y un nieto que entiende y trata de no juzgar la decisión una abuela a quien hubiera deseado conocer más.

Todo transcurre sin variación ni punto de clímax definido, con un ritmo no lento pero sí perezoso, que deja al espectador con sabor a poco, una puesta chata con un argumento y una versión original que pedían mucho más.

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