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MAR DEL PLATA 2019: Competencia Internacional – Día 2


A vida invisível de Karim Aïnouz / 6 puntos


Instalado cómodamente en el terreno del melodrama, el brasileño Aïnouz cuenta una historia de mujeres sometidas, violentadas y cercenadas en sus sueños en la Brasil de los años 50’s. Dos hermanas, en un hogar con un padre machista y una madre sumisa; pero también en un contexto social de hombres (o machos) dominantes. La primera imagen que se ve en la película es una roca siendo horadada por el agua, metáfora un poco veloz que anticipa cómo Aïnouz estructurará este dramón con el fraseo del thriller (aunque sin serlo, claro): cada tanto sucede algo que acrecienta el grado de violencia sobre la mujer, en una escalada que no ahorra ninguno de los tópicos posibles. No está mal si pensamos en términos de melodrama, aunque por momentos padezca cierto auto-control que no le permite explotar el costado más desenfadado del género: algo que tal vez sucede en su efectivo epílogo. Ahora bien, el verdadero fuerte de la A vida invisível está en la relación entre las dos hermanas, que en determinado momento (y sin contar detalles de la trama) terminan distanciadas y sin contacto la una de la otra. Allí comienza un diálogo entre dos cuerpos en ausencia, a través de cartas y pensamientos, que por un lado fortalece esa relación pero también juega con el imaginario que cada una construye y con lo que una proyecta de la otra: en ese sentido las actuaciones de Julia Stockler y Carol Duarte son perfectas. Es en esos pasajes donde Aïnouz demuestra su talento como narrador, aunque ya lejos del cine más revulsivo con el que se hizo conocido. A vida invisível es una película industrial, prolija y efectiva (o efectista). Mex Faliero


Les infants d’Isadora de Damien Manivel / 6 puntos


Lejos de presentarse como una biopic de la artista Isadora Duncan, Manivel divide la película en tres partes con tres mujeres diferentes para actualizar su obra Mother, producto de una desgracia familiar en la que murieron sus dos hijos. La mínima e indispensable información aparece al principio para contextualizar rápidamente el caso y descartar cualquier tipo de registro vinculado a la crónica. El hecho en cuestión y el cuerpo de Duncan estarán fuera de campo, sólo aludido en tanto y en cuanto las protagonistas continúen y hagan propia su historia desde la más absoluta intimidad. El primer cuadro involucra a una joven que lee pasajes de una biografía. Lo interesante es de qué modo se plasma una experiencia de lectura y un proceso de búsqueda que incluye no sólo la investigación de una vida, sino la posibilidad de reiterar rituales en el presente. Manivel, al igual que en sus films anteriores, construye encuadres como si fueran viñetas por donde los personajes transitan, más preocupado por destacar lo sensorial que por ceñirse a parámetros narrativos claros. A veces, el exceso de frialdad empantana demasiado el ritmo. Este vicio se advierte en el segundo cuadro donde una coreógrafa y una bailarina con síndrome de Down preparan la obra en cuestión. Más allá de algún pasaje de libertad cinematográfica, del abandono de ese encorsetado estético agobiante, en este tramo el desarrollo se resiente. No obstante, en el tercer episodio, la película levanta un vuelo alto. Una cámara viaja sobre las reacciones de los espectadores y se detiene en el rostro con lágrimas de una mujer mayor (la coreógrafa estadounidense Elsa Wolliaston, protagonista del corto de Manivel La dame au chien). La obra acaba de finalizar. El director filma el lento trayecto de regreso a su casa magistralmente, con una luz que recuerda a los trabajos de Pedro Costa. En el interior, un ritual de dolor, una continuidad de mujeres que encuentran en el arte la forma de apaciguar la tragedia personal. Es un momento mayor que, si bien marca el epílogo del itinerario, tiene una fuerza que descompensa al resto. Guillermo Colantonio

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