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Ezequiel Tronconi: “trato de nutrirme y aprender cada día que estoy en un rodaje”

Por Paola Jarast

(@funcinemamdq)

No pareciera haber un año más importante que este para Ezequiel Tronconi. En este 2017 participó en una importante producción bélica argentina; acaba de estrenar un protagónico en cine y hasta terminó de codirigir su primer largometraje. En esta entrevista con FUNCINEMA, se pone de relieve el carácter multifacético e incansable de este interesante intérprete argentino.

Este año terminaste de dirigir (junto a Juan Sasiaín) El encanto. ¿Cómo fue esa experiencia?

Fue maravillosa. Superó todas mis expectativas. A Juan Sasiaín lo conocí hace diez años cuando hicimos La Tigra, Chaco, película que protagonicé y que Juan dirigió con Federico Godfrid.  Desde ese entonces teníamos ganas de volver a trabajar juntos, y hace unos años empezamos a escribir el guión de El encanto para dirigir juntos y que yo la actúe. Diego Corsini, Maru Cangas y Matías Lértora se sumaron con Cineworld, y pudimos hacerla posible.

Antes de dirigir esta película habías dirigido mucho teatro. ¿Te sirvió esa experiencia para dirigir cine?

Claro que sirvió. Haber dirigido diez obras de teatro me dio muchas herramientas y confianza para poder dirigir cine. Fue muy natural como se dio todo. También me sirvió haber actuado en muchas películas. Siempre estoy atento a lo que pasa alrededor, trato de nutrirme y aprender cada día que estoy en un rodaje.

¿Y en qué punto ves diferencias entre dirigir cine y teatro? Porque, al menos desde el lugar del espectador, son lenguajes muy distintos y con sus propias reglas.

Hay diferencias en general y también quizás en particular, por ser una película íntima y sobre un vínculo de pareja. Lo que más trabajamos con Juan en la dirección de actores tenía que ver con mostrar una verdad muy contundente en el vínculo. Entonces, los ejercicios que hacíamos tenían que ver con lo vincular, con meditar antes juntos con Mónica, con conectar mirándonos a los ojos mucho tiempo, con nuestro vínculo personal de amigos. Tratamos de generar algo verdadero. Y el teatro, si bien ahí también se tienen que generar una verdad y un verosímil, se sostiene más por lo corporal, por las voces, por la composición; y en la película por algo más emocional. Pero estoy hablándote básicamente de El encanto y de mi última obra, Las viajantes, de la diferencia en cómo dirigí esos proyectos. A nivel cámara, trabajamos de una manera donde se sostengan sobre todo las actuaciones e intentamos hacer escenas casi sin cortes, con una cámara que estuviera todo el tiempo sobre los personajes.

¿Y cómo fue el rodaje?

El rodaje fue muy lúdico y creativo. Si bien teníamos todo bastante guionado y pensado, en el set dimos lugar a la improvisación y logramos mejorar lo que habíamos escrito. Con Mónica Antonópulos nos conocemos hace 20 años, desde antes de dedicarnos a la actuación. Somos amigos, y ese cariño lo pusimos en juego para darle verosimilitud a esta pareja. Ella es una actriz extraordinaria, y se dejó guiar por nosotros de manera muy permeable. Contamos además con un elenco muy bueno. Ahora viene otra etapa, que es el montaje, pero que también es muy disfrutable. Estamos muy contentos y ya estamos preparando nuestra próxima película con Juan, llamada La misma sonrisa, una historia sobre volver al primer amor.

Este 2017 te encuentra participando de varios proyectos cinematográficos y teatrales. Acabás de estrenar en cine Ojalá vivas tiempos interesantes. ¿Qué significó para vos este protagónico?

Es una película importante para mí porque desde el primer momento sabía que era un desafío muy grande. Tenía que pasar por situaciones muy delirantes y complejas y por suerte estoy muy contento con el resultado final. Confié mucho en el director, Santiago Van Dam, que me dirigió de manera muy certera y concreta. Es una película fuerte, que pasa por varios géneros, y hay que entregarse 100% a la aventura; sino, la historia se cae. En octubre se estrenará en Europa, en el festival clase A de Varsovia. Estamos muy felices con esta noticia.

En la película, Marcos, tu personaje es un escritor que no logra vivir de su vocación. No es raro pensar eso tratándose de alguien que se dedica a esa rama del arte. ¿Sufriste alguna vez eso como actor?

Por suerte nunca tuve que trabajar de algo que no tenga que ver con lo que amo. Obviamente, hay proyectos más felices que otros, pero casi siempre me tocaron proyectos interesantes. Y cuando no hay trabajo, trato de generarlo. Me junto a escribir con amigos y llevar adelante películas, obras o series. Incluso como docente de teatro –algo que hago hace diez años y me apasiona- trabajo con mis alumnos y a veces yo soy el que termina aprendiendo de ellos.

Siendo que afortunadamente tu experiencia personal dista bastante de la de Marcos en ese aspecto, ¿cómo fue que abordaste el personaje?

Tuve momentos de menos continuidad de trabajo en donde sentía algo de eso, sí lo vivo en muchos colegas, y además uno hace una sustitución en lo que le afecta de ese personaje. Pensé qué cosas me afectarían a mí de esa manera. Uno puede apelar a ese trabajo de sustitución sobre lo que lo lastima, y le genera las distintas cosas que le iba generando a mi personaje, incluso ira, desesperación, nervios. Pasa por muchos estados, se involucra en muchas situaciones. Uno tiene que ponerse al servicio de lo que está pasando y tratar de creérselo. Y además me puse al servicio de Santiago Van Dam, que supo guiarme de manera muy detallista en cada escena. Eso fue fundamental en la composición del personaje. La confianza plena en Santiago, en su mirada y que él siempre me estaba pidiendo más para que yo pudiera llegar a lugares emocionales desconocidos para mí a través de la estimulación y de las explicaciones que me daba Santi.

Encaraste muchos y muy diversos papeles, ¿recordás alguna experiencia especialmente enriquecedora?

La primera que se me viene a la cabeza es Soldado argentino, sólo conocido por Dios, la película en la que hago de un soldado de Malvinas. Fue una experiencia inolvidable, al igual que el rodaje.  Hicimos una instrucción militar de una semana en Córdoba. Con el elenco logramos armar una familia rodante, viajamos por el país en micro, en locaciones increíbles y contando parte de nuestra historia. Fue un lujo haber participado en esa película. La instrucción militar fue clave para entender quiénes eran estos personajes, y alucinante. Fue muy necesaria y nos hizo crecer mucho como grupo. Ya habíamos tenido reuniones de producción, pero no habíamos arrancado a ensayar. Nos hizo muy fuertes como grupo y nos dio muchas herramientas en las escenas de guerra sobre todo, para que pudiéramos estar muy seguros de lo que íbamos a hacer.

¿Cómo seguirá tu año en términos laborales?

El 10 de septiembre estreno como actor en el Margarita Xirgu Historias de locura ordinaria, de Petr Zelenka, un autor checo muy reconocido, dirigida por Julieta Cayetina, con un elenco hermoso. Y además empecé a grabar la serie Los mentirosos, para UN3tv que protagonizo junto a Paula Carruega y Alejandro Jovic, quien además escribió y dirige la serie. También sigo con las obras Clara, de Sofía Wilhelmi, La fiesta del viejo, de Fernando Ferrer, y Las viajantes, obra que dirijo con 15 actrices en escena.

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