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MAR DEL PLATA 2016: Competencia Internacional – Día 3


El Cristo ciego, de Christopher Murray / 7 puntos


cristo-ciegoHay una idea que sobrevuela el desierto mientras vemos el peregrinaje de Michael, el Cristo trasandino que busca realizar el milagro de curar la pierna maltrecha de su amigo de la infancia, pero que también se busca así mismo. La idea es que el escurridizo Dios necesita ciertas condiciones materiales para llegar a ser percibido por los hombres, estas incluyen la humildad, la necesidad, el silencio, el desierto, o mejor, el vacío. El viaje que propone Murray incluye cierto interés antropológico, cierta denuncia social sobre la miseria existente en el Chile profundo, pero nunca desvía su atención de la experiencia religiosa que lleva adelante el protagonista. El hecho de que la mayoría de los personajes sean interpretados por actores no profesionales le agrega verosimilitud a este acercamiento a aquellos que buscan acercarse al absoluto vacío que sólo parece llenar la fe. El tono evangélico general y la gran interpretación de Michael Silva son los principales sostenes del film, incluso cuando patina sobre ciertas repeticiones o cuando su ritmo tranquilo entra en algún declive. Murray nos deja entrever finalmente que ciertas experiencias no están del todo vedadas para nosotros los ateos más cínicos del mundo. Matías Gelpi


Paradise, de Andrei Konchalovsky / 5 puntos


paradiseEsta película tiene, en el mejor de los casos, todo aquello que puede hacer defendible a una cantidad enorme de films: una fotografía impecable en blanco y negro, buenas actuaciones, oficio en la dirección, momentos de impacto emotivo, entre otras cualidades que cuadran dentro de lo políticamente correcto en los cánones del buen gusto. El problema es que la suma de esas cualidades inmersas en un contexto visto infinidad de veces termina siendo una ilustración más del horror del holocausto con una estética asimilable que, en el peor de los casos (es hora de decirlo), parece una actualización, más de cincuenta años después, del famoso artículo de Rivette sobre el travelling de Kapo, la ya famosa y citada película de Pontecorvo. Y lo que es peor, con mensaje. Una mujer rusa de clase aristocrática, un joven oficial nazi y un policía colaboracionista son los protagonistas de este drama donde quedan igualados por un doble y cuestionable procedimiento. Pese a sus diferencias ideológicas, los tres ven trastocadas sus identidades a partir de decisiones que los podrán en riesgo (visto una y mil veces); por otro lado, más allá de la historia en sí ambientada en los campos, con sus imágenes bellamente encuadradas de personajes transitando ese infierno e iluminadas con claroscuros para apaciguar la violencia, sin los movimientos abruptos de una cámara que mira con elegancia, se alternan tramos donde los tres involucrados confiesan ante una autoridad fuera de campo que los interpela. Por momentos, los testimonios  parecen sacados de archivos documentales, aunque hacia el final (el peor segmento del film) sabremos otra cosa. Con reminiscencias a series al estilo de Holocausto y films como La lista de Schlinder, Paradise atrasa unos cuantos años en su tratamiento. Guillermo Colantonio

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