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Recapitulación de Better call Saul: Klick

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

klickKlick, así se llamó el último capítulo de la segunda temporada de Better call Saul. Una palabra que parte de un sonido, pero que tenía en la previa múltiples posibilidades: ¿Jimmy haría por fin el klick definitivo que lo lleve a soltar las riendas y convertirse en Saul? ¿O estamos ante el klick de algún arma de fuego disparado por Mike? Lamentablemente no, ninguna de las dos cosas. O por suerte no, porque lo que deja en suspenso hasta el próximo año este capítulo es muy prometedor, más allá de dejarnos al borde del asiento. Y lo que queda en suspenso se debe a un “klick” que suena en el mismísimo último segundo del capítulo. Realmente Vince Gilligan sabe cómo construir cliffhangers.

Lo del final de temporada es de una maestría absoluta por parte de Gilligan (quien aquí además dirige). Porque no sólo decide terminar el año con una situación a la altura de los mejores finales de temporada de Breaking bad, sino porque además dentro del mismo capítulo hay otro final en suspenso, que es el de la subtrama de Mike. Alguien le deja un mensaje con una orden, que no haga aquello de lo que está decidido: asesinar a Héctor Salamanca. Todos esos pasajes están construidos sobre una tensión puramente cinematográfica, jugando notablemente no sólo con el espacio (se respira western a cada segundo) si no también con el sonido, respetando el punto de vista y haciendo más tensa la espera del espectador.

Pero el final de temporada estuvo tomado temáticamente por el conflicto principal, que es el gran drama de Jimmy: el vínculo con Chuck. Contra lo que creíamos, el hermano mayor no murió en la casa de fotocopias, y en este episodio lo vimos hospitalizado y en estado catatónico, mientras Jimmy lo cuidaba, un poco por un deseo sanguíneo y humanista pero otro tanto porque se sentía culpable ante el incidente que derivó en la lesión de Chuck. Es en esta instancia que Better call Saul pudo hacer explícito el conflicto entre los hermanos (fue cara a cara, y con palabras de sinceramiento) y donde, parece, hará foco en el futuro, ya pensando en la tercera temporada. Porque, invariablemente, la escena final nos define que el vínculo se quiebra, que Chuck puede ser muy cruel con su hermano y que Jimmy tendrá que emprender algún tipo de huida ya que quedará en evidencia de todas sus mentiras. El camino queda abierto indudablemente hacia la tragedia de Jimmy McGill.

Better call Saul cerró realmente en lo alto, aunque es justo señalar que ha logrado una segunda temporada de gran nivel, donde se ha fusionado notablemente el nivel actoral, con la delicada puesta en escena y la inteligente progresión dramática: los tiempos de esta serie son llamativos, más aún si tenemos en cuenta que se trata de una precuela y el espectador conoce el futuro inmediato de los personajes. Si bien los elementos policiales la acercan al universo de Breaking bad, este año la serie pudo tomar la distancia justa de aquella y lo ha hecho con gran personalidad. Lo más interesante en la escritura de Gilligan es que aquellos dilemas morales en los que nos involucraba Breaking bad son aquí más complejos de dilucidar: Jimmy no es Walter White, es realmente un personaje mucho más querible, pero por eso tal vez más siniestro. Walter era un villano, un tipo que se descubría sin escrúpulos, y desde ese lugar lo podíamos comprender. Jimmy, por el contrario, nos resulta simpático y nos lleva al límite de justificarle todos sus actos movilizados por algo posiblemente emocional. ¿Lo eximimos de las trampas a las que suele ser afecto y con las que puede hacer daño a los demás? ¿Cuánto estamos dispuesto a tolerar de un mitómano por el sólo hecho de empatizar con él?

La lucha ética que la serie emprende, la de Jimmy y Chuck, tiene desde la lógica y la coherencia un ganador indudable, que es el hermano mayor: el menor de los McGill ha sido, desde muy pequeño, un gran canalla. Y sin embargo nos ponemos del lado del más chico, del débil, del que luce las ropas del perdedor, porque básicamente la verdad y lo real están compuestos de mucho más que de trozos de evidencia objetiva. Por todo esto es que Gilligan nos tiene en sus manos y promete movilizar aún más nuestras emociones en una tercera temporada que ya estamos esperando con ansias.

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