Por Javier Luzi
El martes a la noche salimos de CABA en el micro con destino a Cosquín. Y sí, una especie de estudiantina siempre es lo que acaece cuando se juntan personas que (conociéndose o no) tienen una misma finalidad. En este caso, claramente, el cine. Hubo peli en el viaje: Charlie y la fábrica de chocolate acompañó a los que aún estaban despiertos o comenzando a entrar en una especie de duermevela que derivaría más temprano que tarde en los brazos de Morfeo.
A las nueve de la mañana del miércoles, cuando abrí los ojos, estábamos estacionando frente a la Sala de Convenciones para acreditarnos y llevarnos nuestra bolsita correspondiente con el catálogo, la guía de programación, folletería de turismo de la ciudad y la info sobre el hotel que nos va a albergar durante estos próximos cinco días.
La conferencia de prensa se desarrolló amable y cálidamente informando a los medios presentes sobre lo que sucederá en el transcurso de esta tercera edición que ha recibido en su convocatoria de material a proyectar 700 películas entre largos y cortos.
El secretario de Cultura y Educación, Jorge González, flanqueado por Verónica Quiroga, la secretaria de Turismo, y a Juan Barnes, el coordinador de esa Secretaría, reconoció a la ciudad como una generadora e impulsora de proyectos culturales y artísticos, y Carla Briasco, encargada de la Programación y Coordinadora de Prensa y Difusión del FICIC, destacó las tres patas sobre las que se asienta el éxito del Festival: la pasión, el trabajo en equipo y el apoyo municipal. Este año, con el fin de facilitar en la juventud el conocimiento del espíritu festivalero y acercarlos al campo práctico de la industria, se realiza el Primer Concurso de Cortos de Escuela, para el que recibieron más de setenta trabajos, de los cuales fueron seleccionados diez entre los que un jurado especializado elegirá el ganador.
El almuerzo nos encontró a gran parte de los invitados y el staff degustando unas empanadas exquisitas y un locro casero hechos por la madre de Carla Briasco en su propio hogar, en lo que, según cuentan los que han formado parte de las anteriores ediciones, ya se ha convertido en un clásico de este Festival.
Por la tarde se desarrolló la primera actividad, El FICIC antes del FICIC, un taller de análisis y lectura de las películas del Festival a cargo de dos críticos cinematográficos cordobeses: Alejandro Cozza y Fernando Pujato. Y por la noche, en el Centro de Congresos y Convenciones, ante un auditorio colmado de espectadores, se proyectó la película de apertura: Villegas, de Gonzalo Tobal (uno de los tres miembros del jurado de largos de ficción).
Con su Competencia de Largometrajes de Ficción (diez películas), de Documentales (nueve) y de Cortometrajes (veintiuno), la Retrospectiva de Gustavo Fontán (con su trilogía y La orilla que se abisma), la sección El recorrido (con films reconocidos y premiados: Salsipuedes, Papirosen y Luminaris), el Ciclo Cine Arquitectura + Diseño (Cortos diseño argentino, El hombre de al lado y La multitud), el Cine Cordobés (con la mostración de trabajos aún sin terminar), la película itinerante (Marea baja, el último film de Paulo Pécora), el Cine Chizito y la musicalización del grupo electrónico Indie Droid Doll, uno puede decir, sin temor a equivocarse, que el FICIC acerca al público coscoíno y de ciudades vecinas un cine de calidad.
La noche terminó para todos los invitados y el staff, ya bien entrado el jueves, en una peña con zambas y chacareras. Hoy será otro día y una nueva luna.