Por Daniel Cholakian
Abrumado por las ausencias y los recuerdos de otros tiempos, el fantasma voló sobre cines, salas, catálogos y videotecas, buscando y re buscando algunas marcas de estos tiempos en el cine. Recordando que 2011 comenzó con las revueltas en Túnez que marcaron el derrocamiento del Ben Alí; las manifestaciones enormes, por cantidad y por historia, en la plaza Tahrir en Egipto que llevaron a renunciar a su presidente Mubarak; la guerra civil en Libia, seguida de la ocupación de la OTAN que concluyó con el asesinato de Kadafi; e incluso la presentación palestina en pedido de reconocimiento como estado ante la ONU, era de esperar que el cine africano o el cine árabe, como ustedes prefieran, tuviera un presencia importante en el Festival de Mar del Plata, en tanto parte esencial del pulso de este tiempo.
Solamente dos películas de ese conjunto enorme de países y personas que constituyen Africa y el mundo árabe se hicieron presentes aquí (antes que algunos se dediquen a controlarme y corregirme aclaro para los menos informados que Irán no es un país árabe ni queda en Africa). Aún decepcionado, el fantasma dedicó su tiempo y su interés a esas dos películas. Una de ellas de un país africano y árabe de mayoría musulmana (Egipto) y otra a un país árabe y asiático, con una población dividida entre musulmanes y cristianos (Líbano).
18 días, la película egipcia, es un conjunto de 10 cortometrajes cuyo eje son los días que van entre el 25 de enero y el 11 de febrero de 2011. El primer día de ese período marca el inicio de la ocupación de la plaza central en El Cairo, y el último el de la renuncia de Hosni Mubarak a la presidencia, cargo que ejercía democráticamente desde hace 30 años. Estos cortos, ciertamente urgentes y desparejos, tienen algunos puntos de interés. Los principales son algunos que, por conocidos para los interesados, no dejan de ser menos importantes. El primero es que la mayoría de los personajes viven alejados de la política y carecen, hasta que las calles son ganadas por la revuelta, de todo interés en la misma. El segundo es que son, en su mayoría, jóvenes. El otro punto nodal, y tal vez el más interesante para entender lo que fue y puede seguir siendo la política en Egipto, es el rol de la policía. Mientras el ejército suena ajeno y “legalista”, la policía es la violenta fuerza de choque, represión, tortura y encarcelamiento. Es quien organiza los grupos parapoliciales y quien interroga en cárceles, que parecen mazmorras. Esto es un dato central para entender el modo en que se ejerció el poder durante el mandato del presidente depuesto. Claro que para contar todo esto hay historias de amor, de encuentros y desencuentros, los caminos personales y los modos de comprender el proceso acelerado y sorprendente que implicaron esos 18 días. Vale la pena como documento y testimonio de un momento histórico cuyas consecuencias en el mediano plazo aún están por escribirse.
La libanesa Aquí viene la lluvia habla de las múltiples desapariciones, pérdidas, rupturas que sufrieron los habitantes de ese país a lo largo de innumerables guerras y momentos violentos en su corta historia como estado. Las historias, que se cruzan con sutileza, con decoro, con inteligencia, hablan de los que fueron secuestrados por la policía de un poder central cristiano con centro en Beirut, del dolor de una madre cuyo hijo no aparece. De la imposibilidad de reconstruir su vida, incluso para aquel que es liberado veinte años después de su encarcelamiento. ¿Quién es? ¿Quién es su esposa? ¿Quiénes sus hijos? ¿Cuánto se espera al ausente? El realizador Bahij Hojeij construye una historia precisa, sin recurrir a sobre explicaciones, pero tampoco a recursos que pudieran afectar los sentimientos del espectador. Apela a la comprensión compleja de lo que viven cada una de las personas, cómo subsisten con la pérdida y cómo se vinculan con la reaparición. Beirut y la sociedad libanesa toda ha sido fracturada, dividida. La ciudad destruida. En este punto también la mirada sobre su arquitectura presente es cargada de sentido a través de la mirada del hombre que fue secuestrado cuando todo ardía y es reinsertado en medio de un nuevo escenario. Sin dudas, Aquí viene la lluvia por su origen, su realización y las muy buenas actuaciones, es una de las buenas que nos deja este festival.