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“Para sobrevivir no se puede estar fuera del mercado”

Por Beto Miranda // fotos: David Pafundi

El mundo editorial se ha convertido casi en un territorio abigarrado de propuestas que se mezclan, confunden, forman una masa bastante indeleble. En ese ámbito, es que terminan sobresaliendo aquellos que logran llevar adelante un proyecto personal, con una identidad bien precisa y marcada. Pequeño editor, desde 2002, se ha convertido en un sello editor nacional que a partir de la inclusión en su staff de especialistas vinculados con el diseño, la fotografía, la ilustración y las letras se ha instalado fuertemente desde el circuito independiente. Diego Bianchi, más conocido como Bianki, es el director y quien comanda esta editorial dedicada a los libros ilustrados.

Bianchi estuvo en la ciudad, participando de la última edición de la feria de diseño TRImarchiDG donde brindó una conferencia y generó algunas actividades sumamente atractivas. En diálogo con FANCINEMA, ilustró sobre la actualidad de Pequeño editor, donde además lo acompañan Ruth Kauffman, Raquel Franco, Patricia Kasan, y Cristian Turdera, profesionales ampliamente destacados por el propio Bianchi. En un presente donde las redes virtuales han cambiado las formas de la difusión y el mercado, el editor nos cuenta cuál es la posibilidad que tiene dentro del mundo editorial una propuesta como la que coordina y dirige.

-¿Cuál era y es tu función dentro de la editorial Pequeño editor?
Yo hacía de todo, como cuando hacíamos Lápiz japonés, llevábamos los libros en el bolso, hablábamos con los autores, diseñábamos. Hoy en día el proyecto fue creciendo más afortunadamente, se fue sumando gente. Yo hago la dirección general y la dirección de arte, también me encargo de la dirección de prensa, todo lo que tiene que ver con la difusión. Estoy calibrando y maquinando cómo mover el sello y gestionar la presencia en diferentes eventos.

-En la actualidad ¿cómo viene este proyecto?
Hoy somos un equipo de laburo que funciona. Empezó como una editorial donde todos hacemos un poco de todo y se sigue así. También hago otras cosas que son menores, pero no tenemos una estructura como para contratar a una persona extra, o un cadete. Van a ser 10 años de trabajo ad honorem el año que viene. Es un proyecto autogestionado, cooperativo, donde los que lo fundamos seguimos trabajando ad honorem, y el proyecto funciona gracias a eso. A partir del año que viene va a ser de sustentabilidad propia, y así poder incorporar gente en otras áreas para poder laburar. Pero bueno, uno quiere desprenderse de un montón de responsabilidades, que de repente te superan, sobre otras responsabilidades también importantes. Y para hacer las cosas bien lo mejor es delegarlo a otra persona.

-¿Y cómo se articula esto, que obviamente es muy personal, con el mercado?
Para sobrevivir no se puede estar fuera del mercado, pero el proyecto también busca otros espacios alternativos, que se están construyendo en la Argentina, Venezuela, Colombia, Chile, Brasil y Uruguay, espacios donde hay un público nuevo que sabe apreciar propuestas autogestionadas, experimentales, con espacios para probar nuevas experiencias. El mercado editorial hegemónico, por llamarlo de algún modo, es un mercado que todavía no es tan permeable, pero del cual no te podés desprender porque hay una porción importante de gente como la que viene acá, que también circula en las librerías.

-¿De qué maneras se logra la difusión?
Nosotros estamos funcionando en librerías y espacios alternativos. El circuito chico (el alternativo) lo promovemos mediante la página web, blog, Facebook y también en Google maps, incorporándonos a la lista de librerías. Obtuvimos un par de subsidios que nos permitieron aggiornar la página, montar un par de libros nuevos y lograr mejor comunicación con la gente.

-¿Resultan fundamentales en ese sentido los espacios alternativos, festivales, ferias…?
Venir a lugares como Trimarchi, también estuve en Chile, en Galería Plop, que es una galería independiente, alternativa, son los espacios donde nosotros queremos buscar justamente al público para estas propuestas. Tenemos otras ideas para experimentar, pero necesitamos tiempo: como por ejemplo hacer una carta de libros y llevarla a los bares. Tratar de usar la imaginación generando acciones, como esa del rompecabezas que mostramos en la conferencia y se replicó acá durante el Trimarchi. Esa fue una acción de promoción de libros, y una acción para promover la labor de los ilustradores que colaboran con nosotros. Y que así estos tengan la oportunidad de conectar con el público dibujando y firmando autógrafos. Buscar espacios diferentes que te permitan esa comunicación.

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