Por Gimena López Mazzini
Se fue el primer episodio de Alphas, la nueva serie de superhéroes que SyFy emite los lunes a las 22:00. Y si bien sería apresurado sacar conclusiones tajantes habiendo visto un solo capítulo, nos animamos de todos modos a hacer algunos comentarios sobre su primera emisión.
Como punto de partida, decir que la serie está bien. Que las sinopsis previas no alcanzaron a mostrar de qué iba este proyecto, desluciéndolo, mostrándolo como imitación berreta de tantas otras cosas que circulan en los canales de cable. Y con ese prejuicio, admito, me senté a mirar. Pero no. Ahí sorprendió por primera vez. Si bien nadie descubre la pólvora, algunas historias que parecen ya contadas pueden tener nuevas aristas, y así ocurrió en Alphas.
La primera novedad es que los “superpoderes”, como se vendieran en la promo, en realidad no son poderes superiores sino características neurológicas de determinados individuos. Para los que nos cuesta entrar en un mundo en el que las cosas pasan porque sí, esta justificación racional y hasta con precisión científica sobre el origen de esas capacidades es un regalo al intelecto. Y nos quedamos tranquilos con nuestra conciencia estando seguros de que lo que seguirá a continuación tendrá la misma lógica.
Un segundo acierto tiene que ver con el manejo de la situación inicial. Un repositor de supermercado escucha y ve cosas que no son, todas con el mismo mensaje: “time to kill”. Luego emprende una caminata acelerada por la ciudad, velocidad de planos y adrenalina hasta culminar en la terraza de un edificio apretando el gatillo de un rifle (después nos enteramos quién dispara el arma, a quién asesina y por qué). Y sí, mostrar este tipo de escenas es la especialidad de las producciones norteamericanas, genera clima e intriga.
Los malos no existen personificados como tales, al menos no por ahora, y eso también es un logro del debut. Si bien se ve que hay alguien detrás de los Alphas, sólo se muestra que esta persona va por ellos. Pero no se sabe mucho más. Por qué, qué pretende, si trabaja sola o con una organización son interrogantes que quedan abiertos. Este misterio es un mérito que al menos va a garantizar el seguimiento de los primeros capítulos. Claro que después habrá que sostenerlo.
Ligado a esto la serie muestra otra variante interesante. Llagando al final, se deja flotando el cuestionamiento moral del protagonista acerca de si eligió el lado correcto o no, a la vez que de alguna manera el espectador también se lo pregunta.
Algunas menciones desfavorables que podrían hacerse tienen que ver con la sobreactuación de uno de los personajes que tiene el poder de la telequinesis (a través de la cual ejerce manipulación de objetos electrónicos). No se termina de explicar por qué el personaje, más allá de este don, es como es: con una mezcla entre autismo y algún tipo de retraso mental; y a veces cansan sus intervenciones.
Otro fallido, muy notorio al principio pero que se va desvaneciendo, es la dificultad para generar verosimilitud y hacernos creer que lo que pasa es posible, aunque sea por un rato. A medida que el capítulo se va resolviendo esta sensación se empieza a esfumar y se hace más natural y fluido el acompañamiento de la propuesta.
Habrá que ver cómo se sostienen los personajes en el tiempo, la ilusión de realidad y las historias. La serie está bien. En tal caso el mejor comentario que merece es que generó ganas de ver qué pasa la semana siguiente.
En el resumen previo al estreno mencioné algo sobre la imitación de este proyecto en Canal 13. Insisto en que Suar pudo haber tomado la idea de base para darle origen a Los únicos. Claro que se tomó el trabajo de rebajarla, banalizarla y desterrar todo origen justificado de sus poderes. No hubiera estado mal si en esta variante hubiera tomado el ridículo como estandarte y lo hubiera explotado a su máximo potencial, pero quedó a mitad de camino. Ni en serio ni en chiste… una especie de comedia poco graciosa o de propuesta de acción poco arriesgada.
Si tenés cable, mejor mirá Alphas.