Por Mex Faliero
Que un Festival de Cine también permite cruzarse con realizadores y demás personalidades involucradas en la realización cinematográfica. Por eso, este martes ha sido día de sociales, con interesantes charlas que hemos compartido. Fundamentalmente, una interesante entrevista que le hicimos con Gabriel Piquet al rosarino Gustavo Galuppo (de la que ya tendrán novedades en el sitio), y que permitió conocer a un tipo mucho menos “difícil” de lo que uno puede suponer luego de acercarse a trabajos suyos como Yo, Duras, que presentó el año pasado también en el marco del MARFICI. Más que entrevista, una charla de café que pasó por el cine, por su cine, pero también por todo el cine, tema particular si tenemos en cuenta que la especialidad de Galuppo es la técnica del found fotage. Galuppo está presentando, junto a Mariano Goldgrob, el documental ¿Qué sois ahora? sobre la ya desaparecida Orquesta Reincidentes.
Charlar con alguien como Galuppo, que se abre y permite que uno logre interpretar algo del proceso creativo de un artista, es una de las aristas positivas que tienen este tipo de encuentros. Y casualmente se imbrica con uno de los trabajos que vimos en esta jornada, Final de obra, de José Glusman, un documental chiquito que es en realidad una conversación con el director de teatro Ricardo Bartis durante el proceso de gestación de la obra De mal en peor, con la que homenajeó al teatro de Florencio Sánchez. El director de Cien años de perdón deja de lado cualquier posibilidad de hallazgo narrativo o formal y se deja llevar por la palabra de Bartis, uno de los nombres más experimentados de las tablas nacionales: lo que queda es un acercamiento respetuoso y poco invasivo a un mundo del que no conocemos mucho, y que no deja de ser interesante. Atrae ver cómo Bartis interactúa con sus actores durante los ensayos y también ver cómo el director construye a sus personajes, convirtiéndolos casi en personas reales: más si tenemos en cuenta la calaña de los personajes que conforman el entramado familiar de De mal en peor.
En relación a la charla con Galuppo, indicar que el director rosarino fue reemplazado en la ciudad para promocionar ¿Qué sois ahora? por Goldgrob, su coequiper en este trabajo, quien además ha trabajado como programador del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Goldgrob se mostró satisfecho por el protagonismo que tiene en el MARFICI la sección de música y además dio buenos augurios para su documental, que puede seguir el camino internacional. A decir de Gabriel Piquet, merecido ya que es un trabajo que permite por un lado darle carnadura a una banda que tal vez no fue súper popular pero que lo merecía, y que además muestra muy acertadamente las múltiples sensaciones que existen entre los integrantes de un grupo cuando este se disuelve.
Tránsito por el hall del Centro de Arte MDQ, cruces con amigos y colegas marplatenses como Demian Basualdo, Marchos Hanna y Matías Irigoin, todos realizadores en el duro tránsito de ejercer esta profesión en la ciudad (a propósito, Irigoin nos dice que presentará un largometraje en breve y que ya nos anoticiará). También por ahí anda Miguel Monforte, menos atareado que otros años en los que ejercía de programador, pero igual con responsabilidades en su rol de jurado. Sobre los programadores, Guillermo Colantonio se muestra conforme con la cantidad de público que anda por las salas: el MARFICI, goza todavía de buena salud y su nombre ya asegura cierto caudal de gente.
Muchas sociales. Vamos a meternos en el cine: The forgotten space, documental holandés de Allan Sekula y Noël Burch, que es como una cachetada pesimista en su reflejo de la sociedad actual y del capitalismo. Los realizadote indagan en el transporte de mercaderías y productos, y analizan cómo ha sido el desarrollo tanto de los sistemas de trenes de carga como de los barcos que llevan contenedores, los puertos y los pequeños pueblos. Viajando de EE.UU. a Bélgica, de Holanda a China, lo que queda en claro en The forgotten space, con actitud militante y desafiante, es la trampa que el propio capitalismo se construye y que, estiman, terminará consigo mismo. Los directores se animan a presagiar una instancia donde los trabajadores chinos se cansen de aceptar trabajo esclavo y generen un caos en el sistema, que no tendrá de donde sacar mano de obra barata. Si bien uno puede acusar a Sekula y Burch de presagiar algo que ya han presagiado muchos, y de pronosticar el fin de un sistema que ha sabido siempre sobreponerse a las crisis -no sin dejar víctimas en el camino, se entiende-, lo que no se puede disimular es la energía y la convicción con la que el documental avanza llevándose todo por delante, tirando datos, acumulando información y mostrando realidades que son incontrastables.
Este miércoles voy a ver si me acerco a The ballad of Genesis and Lady Jaye, documental que está en la competencia oficial y que todo el mundo viene recomendándome desde su paso por el BAFICI. Y ya que estamos, si quieren saber de alguna del MARFICI que todos resaltan, esa es la portuguesa 48, de la que sólo he escuchado recomendaciones y loas. De nada.