Por David Pafundi
(Foto: David Pafundi)
Ya instalado en el BAFICI me dirijo a las salas. Siguiendo las recomendaciones del amigo Luzi voy temprano al Abasto para poder conseguir las entradas del día y no llevarme el descarte. Aparece el compañero Gabriel Piquet apostado sobre las escaleras del entre piso, esperando que alguien le explique cómo es el sistema de entradas y demás funciones de prensa.
Ya con las entradas en mano me voy a lo que será una jornada en la que se verán varios problemas de pareja, arrancando con la argentina Las piedras del director Román Cardenas. Del film ya hablamos en las mini-críticas: sobresale su trabajo sin diálogos y, especialmente, sus puntos en común con el cine de Rejtman, más precisamente con Los guantes mágicos y Rapado.
Por su parte en la competencia internacional tocó ver Household X. También hablamos de esta soporífera y repetitiva película centrada en un núcleo familiar en problemas, con madre obsesiva por la limpieza, esposo esclavo de su trabajo, y un hijo que salta de un trabajo temporal a otro, siempre en horario nocturno. Si bien es común que el público se levante a mitad de la función, los que se quedaron hasta los créditos salieron en estampida ni bien apareció el fadeout del final.
Tiempo para un break, comer nunca es la mejor opción pero uno ya se malacostumbra a estar encerrado en el recinto. Siguiente función por la tarde, el sueño me vence, dormir en el cine puede ser cómodo pero es ridículo permanecer ahí, mejor descansar e ir por una larga taza de café.
Última película del martes, el mumblecore Silver bullets de Joe Swanberg. No había muchas esperanzas a la hora de ir a verla, había visto en un festival de Mar del Plata Alexandre the last y la verdad que había gustado poco y aburrido en exceso. Otra historia más ubicada dentro del circuito del cine under, aquí Claire es una joven actriz que está haciendo ensayos para una película de mujer lobo, el director del proyecto es nada menos que un amigo de la casa: Ti west haciendo de él mismo. Los ensayos son cada vez más frecuentes y esto va despertando los celos de su novio Ethan, que también es realizador (interpretado por Swanberg), pero de otro género de películas.
La relación de la pareja se va complicando cada vez más cuando aparece en escena una amiga de Claire a quien Ethan, desesperanzado por el futuro de su carrera, ve como candidata perfecta para su nuevo film. Ambos se involucran hasta que la pareja se disuelve. Swanberg construye un relato autobigráfico, y más allá de que parezcan los lamentos de un niño rico, hay un momento contundente en el que le confiesa a su novia no tener interés por ver las películas o hacerlas, tampoco las realiza por dinero, sólo lo hace por mantenerse ocupado en algo. Lamentablemente se cae sobre el final, siendo este algo abrupto y forzado, producto del mismo género en el que los guiones se reescriben a medida que se van filmando.
Los días festivaleros se hacen largos, mejor ir por comida y terminar con las reseñas. Y mejor ver si se puede conseguir entradas para El estudiante y At ellen’s age, altamente recomendadas por los colegas.