Por Mex Faliero
Con más de 400 películas, entre largos y cortos, es de esperar que uno se confunda un poco a la hora de saber elegir qué ver en el BAFICI. Por eso, a partir de ahora, proponemos una serie de 20 películas que según han dicho diversos críticos y especialistas durante sus pasadas por otros festivales, son altamente recomendables. Un aperitivo para lo que se viene a partir de este miércoles.
-13 Assassins, de Takashi Miike: el hiperactivo director vuelve con una historia de samuráis, pero alejada de cualquier mirada modernista. Miike toma el film homónimo de 1963 para construir un film clásico en su narración, centrándose en la historia de un grupo de asesinos contratados para terminar con el sádico señor feudal Naritsugu. Se dice de mí: un film ejemplar, que especialmente en sus últimos 45 minutos se centra en una batalla filmada con todo el virtuosismo del mejor cine asiástico.
-A letter to Elia, de Martin Scorsese y Kent Jones: el director y el crítico se unen para construir este homenaje a Elia Kazan, uno de los mayores directores que ha dado Hollywood, también por su presencia polémica desde lo político. Se dice de mí: Scorsese consigue aquí lo que para algunos no ha podido lograr al centrarse en los Rolling, Bob Dylan o con el cine italiano. Aquí conecta adecuadamente el cine con los recuerdos, obteniendo un documental de gran vida.
-Allez raconte, de Jean Christophe Roger: un guionista de cine es inscripto por sus hijos en un popular concurso televisivo de narraciones. Este hecho será utilizado por el guionista para definitivamente hacer que su imaginación vuele. Se dice de mí: film de animación brillante, que reflexiona sobre el arte de contar historias y también del vínculo paterno-filial.
-Attenberg, de Athina Tsangari: tres personajes, Marina, su padre Spyros y su amiga Bella, que comparten una especie de ciudad-dormitorio simétrica, toda blanca. Tres personajes particulares, extraños, que se comportan de maneras levemente estrambóticas. Se dice de mí: film muy libre, algo incómodo en su forma de entender la libertad y lo salvaje, favoreciendo a personajes totalmente desprejuiciados en un marco mucho más hiperkinético.
-Aurora, de Cristi Puiu: uno de los nombres importantes del BAFICI, el rumano llega con una película de casi tres horas de duración, con él mismo como protagonista, recorriendo diversas casas y espacios, hasta que en la última hora todo cobra un sentido. Se dice de mí: sin llegar a las alturas de La noche del Sr. Lazarescu, Puiu construye un film magnético, que termina de redondearse notablemente en su último tercio, con un desarrollo que hay que ver para comprender.
-Caterpillar, de Koji Wakamatsu: el veterano director japonés regresa con una provocadora fábula ambientada durante la Segunda Guerra Mundial en un pequeño pueblo de su país. Muestra el regreso de un soldado al hogar, sin piernas, brazos ni habla. Se dice de mí: extraño film, mira por un lado el sentido del heroísmo mientras puertas adentro de esa casa llega a texturas de film de terror, a partir de lo que le ocurre a la mujer con la presencia de su marido.
-Cave of forgotten dreams, de Werner Herzog: el destacado director llega a este documental sobre la cueva de Chauvet-Pont-d’Arc, descubierta en 1994 en el sur de Francia, como una forma de explorar en el 3D. Se dice de mí: uno de sus habituales films magnéticos sobre la experiencia humana ante lo maravilloso de la naturaleza, aquí desbordado por el uso de los anteojitos tridimensionales. Film de notable impacto visual.
-Cold fish, de Sion Sono: centrado en Shamoto, es un señor que regentea una modesta tienda de peces y lleva una vida aparentemente estable junto a su segunda mujer y su hija, hasta que irrumpe Murata, dueño de un lujoso negocio ictícola abarrotado de dependientas adolescentes. Se dice de mí: disparatada y extrema, el film es puramente imaginativo al potenciar el absurdo de ver a una familia trabajando en una empresa que tiene, entre otros objetivos, descuartizar personas y meterlas en pequeños cubículos.
-Ivory tower, de Adam Traynor: dos hermanos ajedrecistas separados por cuestiones ideológicas, y por una mujer, intentan achicar diferencias y definir su conflicto por medio de una última partida. Se dice de mí: notable comedia que mezcla lo musical y lo deportivo, realizada por un grupo de músicos canadienses que recurren al humor absurdo y extremo, en la senda hedonista de la dupla Ferrell-McKay.
-Las marimbas del infierno, de Julio Hernández Cordón: un músico guatemalteco está complicado monetariamente para continuar con su arte, por lo que decide pasar a la clandestinidad y terminar vinculándose con un músico de heavy metal. Se dice de mí: sumamente divertida, el film se vale de un elemento social para construir humor. Hierática e hilarante.
-La vida útil, de Federico Veiroj: integrante del nuevo fenómeno que representa el cine uruguayo, aquí se toma a un personaje real, el crítico Jorge Jellinek, y su rol de integrante de la Cinemateca de Montevideo que tiene que replantearse su presente ante una serie de frustraciones. Se dice de mí: film sobre el cine, que logra explorar otros caminos y transitarlos con un humor muchas veces asordinado. Gran trabajo de fotografía en blanco y negro.
-Meek’s cutoff, de Kelly Reichardt: inspirándose en un suceso histórico, se reconstruye el itinerario de unos colonos que se sienten embaucados por un explorador en Oregón, allá por 1845. Hay algo de western pero también mucho de film histórico. Se dice de mí: una directora que ha sabido ganarse un nombre en el cine independiente norteamericano, aquí con un film del oeste muy particular, con mujeres que toman el poder y llevan las riendas del asunto.
–Nader and Simin, a separation, de Asghar Farhadi: el film se centra en la relación entre los dos personajes del título: Simin ha hecho todos los trámites para conseguir las visas que le permitan salir de Irán con su marido Nader y su hija Termeh, pero él se resiste porque tiene que cuidar de su padre, enfermo de Alzheimer. Se dice de mí: ganadora de la última Berlinale, la película no genera dudas y es anunciada por muchos como una obra para no perderse, un film de una solidez formal y de una complejidad temática que atenta contra los lugares comunes del cine iraní.
-Nostalgia de la luz, de Patricio Guzmán: a partir del trabajo de un grupo de astrónomo en el desierto de Atacama, se termina haciendo referencia a los hechos ocurridos en Chile durante los tiempos de la dictadura de Pinochet. Se dice de mí: Guzmán es uno de los autores más interesantes del cine trasandino actual, y aquí recorre un tema complejo y difícil con mucha originalidad, y universalizando el conflicto.
-Poetry, de Lee Chang-dong: una abuela que comienza con un curso de poesía, tiene que hacerse cargo de un nieto, acusado de haber participado en el crimen de una compañera del colegio. Se dice de mí: un film poético que va más allá de la obviedad de su título, que fluye con el ritmo de las aguas que habitualmente surca el relato y que representan la vida en todos sus extremos y bemoles.
-The ballad of Genesis and lady Jaye, de Marie Loisier: el documental indaga en la historia musical del Genesis del título y lo imbrica con la vida privada. Se dice de mí: se trata de una enorme fusión entre documental y rock, pero además de las vidas privadas que se hacen relato universal a partir de los sucesos que se cuentan, entre lo duro y lo amable.
-Tilva Ros, de Nikola Lezaic: una región balcánica se convirtió inesperadamente en una rampa perfecta para un grupo de skaters. El grupo abordado por el film realiza videos caseros con sus propias piruetas, pero también con pruebas a lo Jackass. Se dice de mí: film ligero, de adolescentes, despreocupado, que se convierte en un gran retrato generacional, mientras en paralelo se ve una instancia política protagonizada por los padres de estos chicos.
-Tournée, de Mathieu Amalric: un productor francés lleva por Francia a un grupo de artistas de cabaret, que montan un espectáculo de desnudismo con mucho de política. Se dice de mí: Amalric construye una road movie particular, que recurre a algunos clichés del mundo del espectáculo visto desde adentro, pero también con personajes que desbordan el género, lo desarman y lo arman a su gusto. Un film único, divertido y emotivo. El grito del final es memorable.
-Uncle Boonmee who can recall his past lives, de Apitchaong Weerasethakul: película donde fantasmas y criaturas míticas conviven con hombres y mujeres, trabajadores y monjes, sanos y enfermos, en un ámbito de total normalidad. Se dice de mí: ya sorprendió en Cannes y, para muchos, es la gran película del BAFICI; la imperdible, la que no se puede dejar de ver. Lo mejor es que tras su aparente complejidad, esconde una voracidad por la diversión y lo despreocupado, que mejora la experiencia.
-Vaquero, de Juan Minujín: el actor se pone tras las cámaras en un film muy personal, que habla del mundo del espectáculo, de los actores, los directores y todos los que están involucrados. Se dice de mí: ácida, dolorosa, virulenta, pero graciosa y devastadora en sus complejidades dramáticas, una opera prima que sorprende y permite otros caminos para el cine nacional.