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Pantalla Pinamar 2011: crecimiento y alguna luz roja

Por Mex Faliero

Pasó otra edición de Pantalla Pinamar, la séptima y la primera para nosotros, y allí pudimos dar por confirmadas algunas de las anotaciones al margen que nos habían hecho quienes habían estado en años anteriores: este festival predispone al buen ánimo y la camaradería, con una programación intensa pero acotada en horarios -las funciones comienzan bien entrada la tarde- y mucha inclinación hacia lo que es encuentro social, contacto con colegas y gente del cine. En cierta forma, cumple con algunas premisas que otros encuentros, por su propia intensidad, desmerecen.

En cuanto a la realidad cinematográfica que propone, por tratarse de un festival que hace hincapié en los preestrenos, seguramente lo más atractivo sea ver qué tiene en las gateras el cine argentino para mostrarnos, preferentemente en el sector más independiente. En este sentido, por lo visto, uno no ha quedado preocupado, pero sí al menos algo contaminado por reiteraciones y búsquedas formales que en la mayoría de los casos no conducen a nada, con la excepción ya apuntada de Cerro Bayo, el muy buen film de Victoria Galardi.

En el apartado europeo -la otra punta de Pantalla Pinamar-, hubo una serie de nombres que si bien no mostraron su mejor cara (De la Iglesia, Ozon, Leigh), sí al menos aportaron algo de calidad con propuestas en las que con mayor o menor tino volvieron sobre los temas de su obra, para continuar cincelando sus formas. Obvio que esto no se puede aplicar con el ecléctico Ozon, quien en Potiche brinda su cara más efervescente y cercana a 8 mujeres. De todos modos, por ahí aparecen sorpresas y eso es lo bueno del cine europeo, sobre todo en su sector más independiente: una búsqueda formal constante y una relectura de todos los géneros. Dos propuestas como Sauvage y Johan, primero sorprendieron gratamente a los redactores de Fancinema.

Como ya lo hemos dicho, la propuesta cinematográfica de Pantalla Pinamar, modelada por su director Carlos Morelli, es inteligente. Por la composición etárea de la ciudad, el festival cuenta mayormente con un público de más de 40 años, gustoso de un cine europeo menos arriesgado formalmente y apostando decididamente al tema, al contenido. De allí se entiende la ovación a una comedia menor como la española La vida comienza hoy, por ejemplo. Decididamente, Morelli explota la educación cinematográfica construida con su clásico ciclo televisivo Función privada, donde se hacía un culto del cine nacional clásico y de los grandes autores europeos.

Sin dudas que la organización ha encontrado el tono adecuado, lo que ha generado el aumento en la cantidad de espectadores de una edición a la otra. Morelli anunció durante la ceremonia de clausura que este año se llegó a una concurrencia de 30 mil espectadores, lo que no está nada mal. Quienes han asistido en otras oportunidades, han reconocido que tanto en el interés de la ciudad como en lo organizativo -con la destacada predisposición de Martín, Eloisa y Mayra, la gente de prensa- el festival ha ido mejorando sustancialmente. Es muy buena, también, la presencia de invitados vinculados con las producciones que se presentan. Esto permite que la prensa tenga un contacto muy fluido con los protagonistas, generando un intercambio de opiniones que enriquece el debate.

Tal vez lo que sí se pueda aminorar sea su excesiva carga de “buenondismo”. La ceremonia de clausura, donde entre otros fue reconocida muy merecidamente la leyenda viviente de Olga Zubarry, fue un reiterado mimo para autoridades, invitados y demás personalidades, todo recargado de una adjetivación desbordante. De hecho, la elección de un film como Potiche para la clausura, donde una mujer toma el liderazgo de una fábrica y construye otro tipo de poder, puede ser leído políticamente de forma algo negativa, como una devolución de favores. Son detalles, cosas que se pueden limar y no molestarían.

Lo que no se puede dejar de lado, seguramente, es la luz roja que se prende para la organización ante la conocida decisión del dueño de las dos salas donde se exhiben las películas. Tanto la Sala Pinamar como la Bahía -que este verano estuvieron cerradas, por ejemplo- podrían ser derribadas con el objetivo de construirse, en ese terreno, un edificio. Esto sin dudas complicaría a la organización, ya que la ciudad cuenta nada más con otra sala, que encima no está tan próxima a la zona gastronómica y hotelera. Sin dudas complicaría la comodidad con la que Pantalla Pinamar se realiza. Sobre este tema, la titular del INCAA, Liliana Mazure, hizo una fuerte referencia, esperando que prime sobre los empresarios el sentido común. Habrá que esperar qué pasa con esto, ya que Pantalla Pinamar, por su crecimiento constante, merece tener un espacio donde desarrollarse.

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