La poética nueva película de Aleksei Fedorchenko Ovsyanki narra la historia del tierno adiós de un gerente de fábrica en Rusia a su fallecida esposa, usando los rituales de los Merja, los ancestrales habitantes de la región del Volga que hace tiempo fueron asimilados en la cultura eslava.
La cinta, que se estrenó el sábado en el Festival de Venecia en competencia por el León de Oro, provee una especie de guía a las tradiciones de los Merja, que los realizadores afirman han sido preservadas entre sus descendientes.
«Esta gente ya no existe, pero nosotros no queríamos ofender su recuerdo», le dijo Fedorchenko, a reporteros.
Luego que su amada Tania muere, Miron le pide a su amigo, Aist, que le ayude en su último adiós. Ellos se embarcan en una jornada envuelta en mito y ritual, acompañados de un par de pájaros que dan a la película su título y que tienen una gran importancia simbólica en historia.
Yuliya Aug, que desempeña el papel de Tania, es vista mayormente como cadáver, e incluso en las escenas del pasado no habla. «No fue difícil para mí estar en silencio todo el tiempo. Uno no necesita palabras. La mirada de una mujer enamorada es suficiente para narrar la historia», confesó Aug.
El cadáver de Tania es preparado amorosamente por los dos hombres, que en silencio celebran los rituales ancestrales, lavando el cuerpo y entonces realizando los mismos ritos que en una novia antes de la boda. Seguidamente, la envuelven en una manta y la acuestan en el asiento trasero para el largo viaje.
«El tema de la película es la ternura. Queríamos que la ternura se transformase en nostalgia, y que la ternura y la nostalgia se convirtieran en sinónimos del amor», dijo Fedorchenko.
El agua desempeña un papel central en la película, y en la vida de los Merja. Los ríos de esa región del oeste de Rusia aún llevan nombres Merja, como el Volga. Los Merja sienten un gran respeto por el agua, explica el filme, y no existe mejor muerte que ahogarse, aunque ningún Merja se ahogaría a propósito, pues sería descortés pasar a otros en camino al paraíso.
En la jornada, los mitos y tradiciones de los Merja transforman la película en una especie de cuento de hadas.
El equipo de realizadores trató de concentrarse en las peculiaridades étnicas de ese pueblo desaparecido, y reflejarla en imágenes. Filmaron ciudades modernas erigidas en sus tierras ancestrales, ciudades que ahora han sido abandonadas, llenas de edificios desiertos.
«Este sentimiento, esta representación de los Merja, fue algo que sentimos todo el tiempo que estuvimos en esa región. También los nombres de los ríos nos llevaron de regreso a los Merja y las expresiones en los rostros de las mujeres nos hicieron recordar a esas personas, que hubo algo diferente», dijo Fedorchenko.
«Queríamos recrear este mundo que ya no existe, pero que estuvo constantemente presente con nosotros», aseveró.
(Fuente: Associated Press)