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San Sebastián 2010: la Competencia no levanta cabeza

Cuando la muestra donostiarra superó ya la mitad de su recorrido crece la sensación de que esta edición del Festival se encuentra hasta el momento por debajo de su nivel habitual, con películas que, en el mejor de los casos, resultan buenas o medianamente interesantes.

No se ha visto todavía en el País Vasco ninguna de esas «grandes películas» a las que aspira toda cita cinematográfica, y más una de la trayectoria y los kilates de la de San Sebastián.

Aun cuando respetuosamente el público aplaude al término de las proyecciones, siguen ausentes las sensaciones de impacto o novedad y todo discurre dentro de una inalterable medianía al tiempo que una liviana apatía va ganando a la prensa especializada que cubre el evento.

El arribo de Julia Roberts, que anoche recibió el Premio Donostia y hoy dejó la ciudad, generó revuelo y atención mediática pero no ha logrado subsanar la sensación de que el Festival no levanta cabeza, mientras se espera con ansias que los últimos días de exhibiciones aporten el nivel de sorpresa que aun permanece ausente.

Elisa K, de la dupla de realizadores catalanes Judith Colell y Jordi Cadena, que se vio hoy, es un interesente ejercicio cinematográfico, bellamente fotografiado que en su 80 % trabaja el blanco y negro y que relata la historia de una niña violada a los 11 años por un amigo de su padre.

El conflicto reside en que la pequeña reniega del hecho y no lo registra a nivel consciente hasta 14 años más tarde, cuando este vuelve en toda su claridad, sumiendo al personaje en una gran angustia pero abriendo también las puertas para una posible disolución de la situación traumática.

El filme está hablado en catalán y transcurre en Barcelona y en una zona rural y tiene un marcado predominio por la voz en off para llevar adelante el relato, sobre todo en la primera parte.

También se vio hoy la cinta noruega Home for Christmas, suerte de filme coral plagado de las mejores intenciones que relata una serie de hechos que se articulan alrededor de la Nochebuena.

Dos niños que miran las estrellas con un telescopio, una pareja de exiliados kosovares que dan a luz una criatura en una cabaña alejada y reciben un automóvil para llegar a Suecia; una mujer que descubre que su amante no dejará a su esposa y un padre divorciado que se las ingenia para hacer llegar su regalo a sus hijos, son algunos de los episodios que se entrecruzan.

Dentro de las cintas respetables que se vieron en los últimos días, se encuentra Neds (no educados y delincuentes), del realizador británico Peter Mulan y que narra el contexto de violencia y la disfuncionalidad social de las clases bajas escocesas en los primeros 80.

Con algunas líneas autobiográficas (Mulan dedica el filme a su padre muerto y en la película él interpreta a un padre alcohólico), la cinta está salpicada de logros (ciertas descripciones realistas de la violencia juvenil y el clima de época) y presenta también algunos desaciertos (determinados excesos o situaciones recargadas y un final onírico que no logra ser poético y que está fuera de contexto).

También en la línea de las películas agradables de la muestra se inscribió la marroquí La mezquita de Daoud Aoulad-Syad, que toma por asalto un pueblo del sur de Marruecos, instala un conflicto y hace participar a los habitantes de la construcción del filme.

La película, pensada como una inteligente y sabrosa comedia interpretada por no actores, es un desprendimiento de un filme anterior de Aoulad-Syad, que realizó en el pueblo de Zagora su cinta Esperando a Pasolini.

Allí construyó un decorado que derribó al finalizar la película excepto una mezquita que quedó en pie ya que en el transcurrir del rodaje y ante la ausencia de otra mezquita, el pueblo la adoptó como lugar de oración.

La mezquita trata sobre los infortunios de Moha un hombre pequeño y amable que alquiló su terreno para la construcción de la mezquita ficticia y que ahora no lo puede recuperar por cuanto se instaló allí un imán y el pueblo la adoptó como centro religioso.

Algo de un Joseph K del Islam tiene este entrañable señor que acude a imanes, mokades y caddis para solucionar su problema pero a quien nadie comprende.

Recién el viernes, último día de competencia, se exhibirá Cerro Bayo, de Victoria Galardi, única cinta argentina que compite por la Concha de Oro.

(Fuente: www.telam.com.ar)

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