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MARFICI 2010: Días 4 y 5

Por Cristian Ariel Mangini

A falta de un día, van dos notas de jornada en esta edición debido a, principalmente, alguna demora. A pesar de ello se vio un cine variado, con hallazgos visuales en la sección competitiva y algo de la sección Danza con los sueños que resulto algo más irregular, además de la participación en una presentación, para luego cerrar mirando un oscuro drama que bordea el thriller y el horror. Con la denuncia como premisa básica en todos los trabajos, hay una afortunada variedad formal que nos recuerda porque estamos en el contexto de un festival.

En primera instancia se vio uno de los cortometrajes nacionales en competencia, Un arma peligrosa, de Mariana Rosa Elena Wenger y Paola Murias, que con sus 5 minutos y la voz en off de Eduardo Galeano es lo suficientemente contundente para transmitir el mensaje contra la oblación del clítoris en más de 30 países del mundo. Visualmente, la animación resalta la metáfora pero sin caer en un lirismo que pierda el eje de lo que se está hablando: el uso del color, las tijeras y la flor son lo suficientemente claros al respecto. Luego estuvo Nina, de Sofía Vaccaro, un mediometraje de ficción que denuncia la explotación sexual en nuestro país. Tema difícil si los hay, cuando fue abordado desde el documental, y aún más si lo es desde la ficción. La razón es que desde lo visual,  la cuestión puede tornarse retórica con la construcción visual del discurso y los personajes (ya no testimonios). Entonces, de alguna manera uno está de acuerdo con la denuncia, pero no con algunas elecciones estéticas del film que son, al fin y al cabo, manipuladoras, cargadas de una subjetividad que caricaturiza a nuestros personajes. El contraste entre la vida de nuestra protagonista en Oberá y sus imágenes desde el encierro que sufre tienen más de un recurso para conducir al espectador de los hilos. La dirección de fotografía, la disposición de los planos y, principalmente la música (vamos de unas tranquilas guitarras a un agresivo tecno), crean esta antinomia que excede a la narración y vulnera, esencialmente, a los personajes. El tema y los recursos cobran tal relieve, que las líneas de diálogo suenan forzadas y ningún personaje, ni siquiera nuestra protagonista Nina, logra salir de este escollo que viene, principalmente, del guión.

Luego si, la competencia, y fue el momento de ver All restrictions end, del iraní Reza Haeri. Si hablaron de su trabajo previamente (o leyeron el catalogo), probablemente ya saben que está influenciada por Godard y que esencialmente habla de la moda en la Irán contemporánea. Por eso es tan difícil sintetizar a una película desde su sinopsis y por eso es bueno advertir que si bien no se trata de una película inaccesible, podría decirse que busca un espectador ideal. Porque en verdad la cuestión es más compleja y tiene una base intelectual que justifica la tesis sin dejar brechas para la ambigüedad ¿Influencia de Godard?, si, pero también de los formalistas rusos, de la vanguardia, y de algunos postulados teóricos de intelectuales como Walter Benjamin o Michel Foucault. Pero antes de que crean que quien escribe está cayendo en una especie de parafernalia intelectual de nombres y teorías, hay que dejar en claro que las influencias no aparecen implicadas: son explicitas, es más, si se quedan hasta el final del documental pueden ver cada uno de estos datos informativos. Pero el film de Haeri es más que un pastiche de información visual o textual. Esta contextualizado por una tesis que parte de la moda para hablar del condicionamiento visual de la imagen, de cómo se construye un mecanismo de opresión y represión en función de una cuestión cultural que, según el documental, solo conduce a una vacuidad producto de las contradicciones. El trazado histórico es exhaustivo y el montaje rítmico es tan quirúrgico como los argumentos que ocasionalmente deja entrever la voz en off , que suena tan seca y firme como el corte entre plano y contra plano, además  del trabajo sobre testimonios . En suma, interesante, algo frío y sofisticado, pero de una solidez innegable.

En continuado se puede ver una rareza tan afilada como el documental iraní, pero con algo más de sentido del humor a pesar de ser más errático y ambiguo. Adiós, ¿cómo estás?, del director serbio Boris Mitic, fue una saludable sorpresa detrás de su extraña concepción como cuento de hadas. Es una sátira, y una sátira como solo se puede producir en los Balcanes, con un sentido del humor bastante negro y con una fuerte influencia de la tradición oral que distingue a la zona. En verdad se podría ver como una suma de aforismos con un trabajo de montaje que toma como base a los formalistas rusos o como un mockumentary sobre un héroe anacrónico atrapado en un mundo que dice no comprender, buscando un duelo con alguien “a su altura”. Las imágenes tienen un cometido que es el de sustentar los aforismos o de presentar un elemento absurdo que termina consumándose en un gag visual que, a pesar del delirio que pueda resultar (los Papa Noel, los enanos, Blancanieves, los edificios extraños) tienen un matiz filosófico que excede cierta misantropía que se pueda juzgar a priori. Hay una crítica social que indaga en la identidad, pero también hay una más marcada crítica política sobre el conflicto en los Balcanes, retratando el papel de la ONU o de algunos dirigentes, llegando a una auténtica conclusión antibelicista. Y aquí no hay ambigüedad posible. Me quedo con esta joyita: “En cualquier momento sabemos lo que queremos, lo que no sabemos es cuando es ese momento” o esta otra “cuánto más larga la guerra, más cerca la paz”. Junto con 1428, se trata de uno de los títulos que más me interesó de la competencia de documentales en lo que va del certamen.

Ahora bien, pasando al quinto día del festival, se participo de una charla bastante informativa llevada a cabo por Fabián Sancho (del Cine Inusual) y Darío Lavia (Cinefania) sobre el terror en la pantalla argentina. El trabajo de archivo de un material que se remite desde la década del ´30 hasta los ’90s alcanza para abordar las temáticas de este género que ha permanecido en la oscuridad por un largo tiempo en nuestro país, principalmente debido a la falta de un archivo que pueda sustentar los datos informativos que se tienen al respecto. Pero principalmente, las protagonistas fueron las imágenes, que en general se trata, desafortunadamente, de un material inconseguible debido al maltrato que ha recibido a lo largo de los años por dictaduras, desidia e irresponsabilidad en políticas culturales para conservar ese tesoro. Por eso es afortunado ser parte de un recorrido tan instructivo en lo que concierne a los tópicos del terror que se instalo en cada década, principalmente para conocer si apuntó a un costado fantástico o también tiene raíces en el terror psicológico, que subtexto político podía llegar a desarrollar en su metraje y si se mantiene en la coyuntura que atravesó el género a nivel mundial. De nombres hubo de todo: desde los gigantes Narciso Ibáñez Menta y Narciso Ibáñez Serrador hasta Enrique Carreras, desde actores como Duilio Marzio hasta Adrián Suar o Pablo Codevilla. También es bueno saber que en el presente, a pesar de que en la escena más comercial el último estreno sea del 2008 (Visitante de invierno), hay esperanzas y se lucha para que haya un nuevo estreno este año, mientras la escena independiente se va fortaleciendo con la gente talentosa de Paura flics, Farsa producciones o distribuidoras como VideoFlims, entre otros. En el festival mismo, en la sección oportunamente denominada Los Salieris de Narciso, pueden ver algo de lo que se está haciendo a nivel nacional. Sobre el final también hubo un reclamo para que los disertantes escriban un libro, lo cual parece ser aún algo complejo en base a que todos los años se encuentran puntas nuevas sobre las cuales indagar, en un territorio que aún continúa sorprendiendo por apuntes históricos y material que aún no se consiguió. De todas maneras, en base a la poca cantidad de textos e investigaciones que hay al respecto, sin lugar a dudas se trata de una propuesta razonable. Al menos yo lo compraría.

Luego un café (esto se repite, pero en lugares distintos), caminar un poco, despejarse, pensar en los aforismos de Adiós, ¿cómo estás? y, entre otras cosas, ver el continuo movimiento de gente en las salas. Esto es particularmente notable, sobre todo si se piensa que en base a todos los MARFICI que cubrí desde el 2006, este es el que tiene las salas más pobladas luego del recordado desempeño en la edición del 2007. Enhorabuena por ello: prueba que de alguna manera la escena cultural local está adquiriendo una nueva dinámica para que (¡por fin!) se renueve el público y haya un poco más de riesgo y vanguardia en las propuestas. Juventud, eso es lo que creo que quiero decir. No toda la cultura debe pasar por lo consagrado, lo amarillento o lo estrictamente comercial. Quienes nos ocupamos del periodismo cultural en la ciudad esperamos años a que esto sucediera, y si finalmente se da, entonces estaremos hablando de un cambio generacional que va a resucitar la identidad cultural de Mar del Plata.

Pero yendo al cine, que es de lo que tenemos que hablar, se pudo ver de la sección del Cine Inusual el film Satanás de Andrés Baiz. Un film complejo que se puede ver como un drama pero que por momentos oscila entre el thriller y el policial, con una narración coral donde colisionan las nociones del mal en la sociedad, para mostrar un complejo mosaico de historias que finalmente explotan en el personaje de Eliseo. Basada vagamente en un hecho real que tiene más que ver con el desenlace, la película tiene algunas actuaciones formidables (Damián Alcázar o Blas Jaramillo) y en el apartado técnico hay una dirección de fotografía claustrofóbica que se complementa perfectamente con el nivel de violencia que vemos en el film. El guión no es quizá del todo sólido: el arco narrativo del personaje de Paola parece un poco forzado y la secuencia de violación que sufre es un tanto extensa e injustificada y se puede leer fácilmente que esto es funcional para justificar la represalia del personaje. Por otro lado, algunos personajes son caricaturescos y aportan poco a la narración: pienso en la vecina de Eliseo, por ejemplo. Sin embargo hay algunos que están mejor tratados a pesar de cierto exceso: la transformación del cura Ernesto a partir de la decepción y la transformación final de Eliseo cierra las partes del film a pesar de dejar en el medio varios fragmentos aislados. Atmosférico, convencional –esta vez, en el buen sentido-, y brutal, la película no da concesiones donde el director cree que no hay que darlas (evidentemente, no es muy amigo del fuera de campo). Es un trabajo irregular con algunos picos interesantes que dan para la polémica.

Y eso es todo por ahora, hoy veré si podre ver finalmente Petition y 0,9 Ampere / Criada, por la competencia oficial, para comenzar a ver y definir esta sección del certamen.

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