Título original: Fright Night 2: New Blood
Origen: EE.UU.
Dirección: Eduardo Rodriguez
Guión: Matt Venne
Intérpretes: Will Payne, Jaime Murray, Sean Power, Sacha Parkinson, Chris Waller, John-Christian Bateman, Liana Margineanu, Alina Minzu
Fotografía: Yaron Levy
Montaje: Don Adams
Música: Luis Ascanio
Duración: 99 minutos
Año: 2013
Compañía editora: Blushine
4 puntos
Colmillos rotos
Por Rodrigo Seijas
La original Fright night, de 1985, conocida en la Argentina como La noche del espanto, fue un clásico de culto, casi menor podría decirse, que comenzaba a hacerse cargo del grado de conocimiento y autoconciencia del público fanático del género de terror, tanto en sus vertientes cinematográficas como literarias y televisivas, que ya a esa altura empezaba a discernir casi en automático los códigos y convenciones imperantes en cada relato. Esto le permitía a su vez repensar las reglas narrativas ficcionales, poniéndolas en tensión con la realidad más cotidiana, donde lo rutinario adquiría nuevas variables de inquietud, con la historia de un adolescente fanático del cine de terror que comenzaba a sospechar (y acertaba) que su vecino era un vampiro. Clásica en su progresión, anticipaba además el humor metacinematográfico característico de sagas como Scream y luego explotado al máximo por franquicias slasher como Halloween, Pesadilla y Martes 13.
La Noche de miedo del 2011, con los protagónicos de Anton Yelchin, Colin Farrell, Imogen Poots, Toni Collette y David Tennant, era una digna reversión, con unas cuantas ideas inteligentes de puesta en escena (la escena de la persecución en el auto, realizada con un plano secuencia giratorio, no sólo es espléndida formalmente, sino que agrega tensión, claustrofobia y empatía con lo que les pasa a los personajes), una narración que progresaba fluidamente, apostando a la generación de climas, y una correcta actualización de la visión respecto al terror por parte del espectador del nuevo milenio, aunque en la resolución del conflicto se terminaba cayendo bastante. Sin embargo, su recuperación del clasicismo de los setenta y ochenta chocaba con el horizonte de público actual, que muchas veces no distingue entre autoconciencia y cinismo.
Noche de miedo 2: sangre nueva (editada aquí por Blushine) retoma a los personajes de Charley Brewster, Peter Vincent, Amy Peterson y “Evil” Ed Bates, ahora encarnados por otros actores (todos bastante ignotos), en una secuela que no lo es tanto. Es más bien una repetición de la premisa pero en un contexto diferente, con Charley, Amy y Ed viajando para estudiar en Rumania -da para preguntarse por qué tienen que viajar a Rumania, excepto para cumplir con las reglas de coproducción que permiten rodar barato en el Este europeo- y cruzándose con una sexy profesora, Gerri Dandridge (Jaime Murray, explotando su inquietante sensualidad ya demostrada largamente en la segunda temporada de la serie Dexter), que en realidad es una vampira que desde tiempos inmemoriales anda buscando a la “virgen de la luna llena” que le permitiría romper con su maldición y que (¡ups!) es Amy. Para combatirla, terminarán enlistando la ayuda de Vincent, quien aquí es el conductor del reality show Noche de miedo.
El guionista Matt Venne (quien también tiene en su currículum las secuelas de Espejos siniestros y de Voces del más allá) y el director venezolano Eduardo Rodríguez dejaron de lado (o no entendieron) el tono sarcástico y sutil en la violencia de su predecesora, alternando entre dos abordajes: la épica de terror, retomando los mitológicos orígenes del vampirismo desde una perspectiva femenina; y el subgénero “jóvenes viajan a Europa y la pasan muy mal”, con muchísimo más derramamiento de sangre que en la primera parte. Ninguno de los dos caminos se cruzan apropiadamente, y tampoco dan resultado por separado, básicamente porque la ambición exhibida no está a la altura de las capacidades formales del grupo de realizadores: el film no está ni cerca de la relectura del mito de Drácula, de Bram Stoker (igual es como demasiado pedirle al pobre Rodríguez que esté a la altura de uno de los mejores films de Francis Ford Coppola) ni tampoco posee más ideas que una saga bastante pobretona como es la de Hostel. Y la verdad que a Rodríguez sí podríamos reclamarle que aunque sea tenga algo para aportar que lo diferencie de un cineasta de medio pelo como Eli Roth.
En Noche de miedo 2: sangre nueva sólo se pueden destacar algunas escenas aisladas, como la secuencia animada que explica la historia de Dandridge, o la del choque de un taxi, que no deja de lograr un alto impacto a partir de su sorpresa. Mucho más no hay, excepto un film que aún para el mercado hogareño es bastante fallido en su concepción.