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Damsel

Título original: Ídem
Origen: EE.UU. 
Dirección: Juan Carlos Fresnadillo
Guión: Dan Mazeau
Intérpretes: Millie Bobby Brown, Ray Winstone, Angela Bassett, Brooke Carter, Nick Robinson, Robin Wright, Milo Twomey
Fotografía: Nicole Joseph
Montaje: Larry Fong
Música: John Gilbert
Duración: 110 minutos
Año: 2024
Plataforma: Netflix


3 puntos


ERA PREFERIBLE OTRO CUENTO DE HADAS

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

Ya desde su slogan promocional y en su primera frase, apenas en el arranque, Damsel (producción original de Netflix) quiere dejar en claro que no es un cuento de hadas. Lo dice de forma un tanto despreciativa, como una declaración cuasi feminista, porque pretende mostrar otra clase de relato, uno donde las princesas no son víctimas pasivas que deben ser rescatadas por algún caballero o príncipe. En cambio, esa pose la lleva a negar toda posibilidad de aventura, porque el discurso siempre se impone al movimiento.

La película de Juan Carlos Fresnadillo (quien, luego de 28 semanas después e Intrusos, solo había hecho trabajos para televisión) sigue a una princesa, Elodie (Millie Bobby Brown), cuyo reino está en serios aprietos debido a la escasez de recursos. Es entonces que llega una oportunidad que su padre, Lord Bayford (Ray Winstone), no puede rechazar: casar a Elodie con un príncipe de un poderoso reino, liderado por una reina llamada Isabelle (Robin Wright) que, a cambio, ofrece un respaldo económico indispensable. Lo que Elodie no sabe es que, en realidad, es una prenda de sacrificio para un dragón que acecha al reino. A partir de ahí, comenzará un juego de supervivencia, donde Elodie tendrá que sacar lo mejor de sí misma para no correr la misma suerte que muchas otras jóvenes.

Lo que podría haber sido un relato vibrante, plagado de instancias de tensión y con una protagonista que debe imponerse a circunstancias que la sobrepasan, se despliega casi como un proceso administrativo, donde todo debe ser dicho y explicado, no sea cosa que al espectador se le escape algún dato. En Damsel parecieran ser mucho más relevantes los discursos altisonantes sobre el rol de la mujer, la maternidad y la paternidad que los eventos que podrían sustentar apropiadamente esa discursividad. Incluso toda la mitología narrativa y visual que hay alrededor del dragón -robada de manera bastante descarada de El hobbit y Game of thrones– está desplegada como una especie de trámite burocrático.

Detrás de todo ese tono solemne que atraviesa cada minuto de la película, no hay prácticamente nada más allá de un bello diseño de arte y actuaciones en piloto automático. No solo de Winstone y Wright -que hacen lo que pueden con un guión que les da poco y nada para que se luzcan aunque sea mínimamente-, sino incluso también de Brown, que será productora ejecutiva del proyecto, pero nunca se atreve a salir de los lugares comunes habituales de una heroína impostada. Es que todo es impostado en Damsel. Y, principalmente, aburrido.


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