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Capone

Título original: Idem
Origen: Canadá / EE.UU.
Dirección: Josh Trank
Guión: Josh Trank
Intérpretes: Tom Hardy, Linda Cardellini, Kyle MacLachlan, Matt Dillon, Jack Lowden, Kathrine Narducci, Gino Cafarelli, Noel Fisher, Al Sapienza, Matilda Del Toro, Wayne Pére, Mason Guccione, Sue-Lynn Ansari
Fotografía: Peter Deming
Montaje: Josh Trank
Música: El-P
Duración: 103 minutos
Año: 2020


3 puntos


ÚLTIMAS IMÁGENES DE CAPONE

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Al Capone es uno de los mafiosos más emblemáticos de la historia de la mafia durante la primera parte del Siglo XX. También es un emblema de la mafia representada en el cine: obviamente, Robert DeNiro en Los intocables es el recuerdo que se nos aparece inmediatamente. La imagen que tenemos del personaje, como siempre en la mafia cinematográfica, es la del glamour del mundo del delito hasta su caída por una causa, si se quiere ridícula para alguien tan salvaje, relacionada con la evasión fiscal. Lo que tal vez muchísimos no teníamos tan presente fue su final en los años 40’s, lejos de aquel glamour, atormentado por una demencia progresiva en una mansión ubicada en Florida. Precisamente esa etapa de su vida es la que busca retratar Josh Trank en Capone, una apuesta formal y estética que busca transmitir esa degradación mental del personaje al relato. Y también una película que pretende tomar distancia del romanticismo con el que el cine representa a estos personajes criminales. Sin embargo la apuesta del director es mucho más que fallida.

Hay que reconocer que Trank (el de la interesante Poder sin límites y la pésima última versión de Los 4 fantásticos) tomó sus riesgos. Pero también hay que decir que el riesgo no hace al cine, es apenas una forma de abordar la experiencia cinematográfica que no se define por sí misma. Algo puede ser arriesgado y ser igualmente horrible. La Capone de Trank es un ejemplo de eso, una película extremadamente barroca y ridícula en su intento por poner en escena la locura integrando lo real, lo imaginario, el pasado reconstruido desde lo simbólico y el subconsciente del personaje que viene a lavar la culpa. Capone, que habita una mansión algo decadente, va perdiendo sus bienes personales perseguido por las deudas. Su mujer (Linda Cardellini) es la única que parece soportar el vendaval de un tipo tan brutal como enfermo. En ese contexto, comienzan a aparecer personajes que han sido relevantes en su historia, algunos de los cuales fueron traicionados por el bueno de Al. En concreto, Capone es una película que también busca esquivar la biografía tradicional para organizarla a través de esos fantasmas que se le aparecen al protagonista como una forma de saldar deudas del pasado; así es como apareen varios hitos de su historia pero trastocados en versiones entre dementes o atormentadas.

Trank nunca subraya qué es real y qué no lo es. Y ese es uno de los puntos más interesantes de su película, colocando al espectador en un lugar incómodo y azuzándolo con climas cercanos al cine de terror. Sin embargo, la sucesión de grandes hitos en la vida de Capone no dejar de ser un ordenamiento histórico que se contradice con el espíritu libre que la película promete desde el montaje. Esa es la primera gran falla de la película, que se completa con un showcito decididamente insoportable de Tom Hardy. El actor utiliza todos los recursos explícitos para representar la locura de su personaje, se babea, grita, se caga encima, en un festival de sordideces que buscan impactar más que volvernos cómplices de la decadencia del protagonista. Alguna secuencia aislada, como aquel encadenado onírico en el que Capone recorre su casa encontrando crimen y bestialidad en cada espacio, demuestran el talento de Trank con la cámara y confirma que algunas ideas formales alumbran el recorrido de la película. Pero son solo algunos pasajes de una película que, como su protagonista, tiene algunos instantes de lucidez que igualmente no logran rescatarla del sopor.

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