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Top 5 M. Night Shyamalan: 4ª – La aldea (2004)



PRECIOSO CUENTO OSCURO

Por Rosana López

(@rousisattack)

Para la crítica y gran parte del público, La aldea significó un declive en la trayectoria de Shyamalan cuya premisa de terror psicológico y pausado dejó insatisfecho a más de uno. Sin embargo, es indiscutible su elaborada fotografía y precisa ambientación de finales de siglo XIX; además de un reparto en el que se destacan una joven Bryce Dallas Howard, un menos participativo Joaquín Phoenix y el siempre elogiable Adrien Brody como el tridente protagónico principal; todo ello sumado a una narrativa con una vuelta de tuerca que busca la misma atención que Sexto sentido aunque con moderado resultado, pero sin ese fallido final de la inferior Señales.

Con sus fanáticos y detractores, La aldea supo hacerse su lugar como uno de los films icónicos de principios del nuevo milenio. Y lo hizo precisamente por la divisoria de aguas que provocó desde su mismísimo lanzamiento: críticos y espectadores la amaron u odiaron sin más preámbulos, anticipando las polémicas que iban a seguir marcando la carrera del director en sus films siguientes.

En verdad, La aldea es una película que todavía hoy sigue siendo incomprendida por su persistente apuesta por la mixtura de géneros, tonalidades y temas. De hecho, su relato incomoda desde el principio, a partir del distanciamiento con que retrata una comunidad marcada por el conservadurismo, pero también por su frágil armonía, donde la amenaza surge inicialmente desde un afuera habitado por extrañas criaturas, para luego exhibir las grietas interiores, en la que los actos individuales (donde juegan lo emocional y pasional) van contra las normas sociales.

Y si la primera mitad del film transita lo romántico y lo trágico a la par del horror, ese mismo horror –casi abstracto y mayormente fuera de campo, por cierto-, en la segunda mitad irá dándose la mano con una lectura socio-política directamente relacionada con el contexto post-11 de septiembre del 2001 y la guerra contra el terrorismo que ya estaba a toda marcha durante la presidencia de Bush Jr. La aldea es un film sobre los miedos y la violencia, y cómo ambos factores se retroalimentan, propiciando el aislamiento, la negación del otro y hasta el silencio, aunque haya ciertas cosas que no se puedan callar. En un punto, el triángulo amoroso entre los jóvenes Ivy (Howard), Lucius (Phoenix) y Noah (Brody), donde confluyen lo virtuoso con lo terrible, es lo que rompe con las mentiras y ocultamientos de sus padres y el resto de los adultos de la comunidad.

Si Shyamalan consigue hablar sobre amores y pasiones; sacrificios y temores culturalmente inculcados; pactos rotos o reconstruidos; sin dejar de tirar apuntes sobre las tradiciones absolutistas, los avances tecnológicos, el puritanismo, el consumismo o la violencia desmedida, es porque nunca deja de privilegiar a los personajes. Principalmente desde la odisea que debe afrontar Ivy, en su búsqueda incansable para salvar a su amado, La aldea es un relato contado maravillosa y mágicamente, como un cuento oscuro de los Hermanos Grimm.

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