Título original: Kick-Ass 2: Balls to the Wall
Origen: EE.UU.
Dirección: Jeff Wadlow
Guión: Jeff Wadlow, basado en el cómic de Mark Millar y John Romita Jr.
Intérpretes: Aarón Johnson, Chloë Grace Moretz, Christopher Mintz-Plasse, Jim Carrey, John Leguizamo, Lyndsy Fonseca, Clark Duke, Claudia Lee, Donald Faison, Robert Emms
Fotografía: Tim Maurice-Jones
Montaje: Eddie Hamilton
Música: Henry Jackman, Matthew Margeson
Duración: 103 minutos
Año: 2013
7 puntos
La presencia del héroe
Por Matías Gelpi
Hace mucho que quiero poner el titulo La ausencia del héroe a una crítica sobre una película de superhéroes. Es el título de un libro de Bukowski que recopila algunos de sus textos perdidos e inéditos y que con suerte jamás leeré. Sin embargo este título me encanta, me parece pomposo y elegante, y un interesante punto de partida; aunque no me va a servir para comentar Kick-Ass 2, ya que aquí héroes o aspirantes a héroes sobran. En principio ahora descubro que este film de Jeff Wadlow me gusto más de lo que pensaba ni bien terminé de verlo.
La primera parte de Kick-Ass era pariente de Súper (2010) y Defendor (2009), comedias violentas sobre tipos normales (un tanto mediocres) que decidían convertirse en superhéroes y hacer su propia justicia. Todas exploran las consecuencias de convertirse en vigilantes enmascarados con mayor o menor fortuna, así como también lo ha hecho Nolan con Batman (sobre todo en la segunda, cada vez me convenzo más de que la primera es irrelevante y la tercera desastrosa) y Alan Moore en Watchmen, el cual, como todos saben, es el mejor cómic de superhéroes de la historia. Las conclusiones son casi siempre las mismas: si te convertís en un vigilante enmascarado, te metés con fuerzas que no podés dominar, o tu enano fascista está ganando tu pulseada cerebral, o estás loco, o por ahí, con algo de suerte, al menos te convertís en un símbolo inspirador.
Bueno Kick-Ass 2 está en la línea de El Hombre Araña 2 de Sam Raimi y de Iron Man 3: amplía su propio universo y pone a sus personajes a reflexionar sobre ellos mismos. Tenemos a Dave (Aarón Johnson), quien está “retirado” y no ha vuelto a ser Kick-Ass pero su vida normal lo aburre, siente melancolía y falta de adrenalina de sus días de desastroso superhéroe. Luego tenemos a Mindy (Chloe Grace Moretz), que intenta encajar en la sociedad como una adolescente más o menos normal, pero que sufre porque su padre, ahora muerto, la convirtió en una superheroína y ya no puede serlo. Y por último tenemos a Chris, a quien sus días de superhéroe sólo le han traído sufrimiento y también la muerte de su padre, por lo cual decide convertirse en un villano llamado Motherfucker. La construcción esquemática y de manual de este personaje es uno de los momentos altos de Kick-Ass 2, sobre todo los diálogos que mantiene con John Leguizamo, mientras está formando su banda de maleantes.
Quizás debería detenerme en la participación de Jim Carrey, que hace de una especie de Capitán América religioso. Sin embargo, su intervención no es tan relevante. Vayamos a lo más interesante que desarrolla Kick-Ass 2, que es la relación entre Dave/Kick-Ass y Mindy/Hit Girl. En principio, Dave le pide a Mindy que le enseñe a ser como ella, es decir, una experta, fuerte y disciplinada asesina que no le tiene miedo a nada. A medida que van entrenando juntos van apareciendo las tensiones sexuales y morales que reciben un tratamiento de una naturalidad sorprendente. Para ser claros, a Mindy le empieza a gustar Dave, quien la ve como una niña a pesar de que ya tiene 16 años y podría arrancarle la cabeza de una piña. Además, ella intenta advertirle de alguna manera que deje de ser tan idealista y candoroso, porque ser héroe trae consecuencias, y el pobre Dave las va a terminar sufriendo igual.
Por otro lado hacia el final, Kick-Ass 2 vuelve a caer en una espiral de violencia un poco injustificada, pero sin ese tufillo fascista o rarito de la primera parte, sino más bien como una marca de estilo (recordemos que el comic en el que está inspirado es casi gore). Aparte es agradable ver en qué se convierten Dave y Mindy hacia el final, sobre todo ella, que toma otra dimensión mientras se aleja, casi como en un western, hacia el horizonte montada en su moto violeta.
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