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Pompeya (a favor)

Título original: Idem
Origen: Argentina
Dirección: Tamae Garateguy
Guión: Diego Fleischer, Tamae Garateguy
Reparto: José Luciano González, Joel Drut, Miguel Forza de Paul, Cristian Drut, Chang Sung, Vladimir Yuravel, Federico Lanfranchi, Hernán Bustos, Lorena Damonte
Fotografía: José María «Pigu» Gómez
Montaje: Catalina Rincón
Música: Sami Bucella
Duración: 100 minutos
Año: 2010


7 puntos


Erase una vez en Pompeya

Por Carolina Soria

Tras numerosas reuniones y “tormentas de ideas”, el director Samuel Goldszer y su asistente Juan Garófalo comienzan a edificar un universo de gángsters para ser llevado a la pantalla grande. Ese mundillo que poco a poco comienza a tomar forma está integrado por Dylan (José Luciano González), su hermano sordomudo y un amigo, quienes de pronto se encuentran inmersos en asuntos de mafia rusa y coreana. El film alterna, por un lado, las reuniones entre director y guionista, en las cuales van construyendo y caracterizando a cada uno de los personajes, imaginan la música y las ambientaciones, a la vez que hacen sugerencias tales como “ver orientales en el cine suma”. Por otro, se suceden las escenas “ficcionales” propiamente dichas, que son, muchas veces, introducidas por el relato de los autores.

Al igual que ocurría en Upa! Una película argentina (2007, Santiago Giralt, Tamae Garateguy y Camila Toker), Garateguy (aquí solista) retoma la inquietud por el proceso de creación, ahondando en los momentos creativos y en las personas allí involucradas. En este sentido es interesante notar que al tiempo que la directora satiriza a los personajes para “des-idealizar” el proceso de escritura, pareciera reconocer en ellos a sus álter ego.

En un principio, el universo gangsteril pareciera construirse con cierta ambigüedad, en tanto parecen fragmentos aislados que no construyen una historia autónoma sino que simplemente aparentan ser funcionales a la estrategia narrativa de mostrar el proceso de construcción de un film. Sin embargo, a medida que avanza la historia, los fragmentos comienzan a adquirir autonomía y a funcionar orgánicamente con todos los elementos propios del género: mafia, venganza, crímenes y escenas de extrema violencia (con un toque tarantinesco). En un ir y venir entre ficción y “realidad”, los dos universos se desarrollan hasta la “confrontación”, como prefiere llamarlo la directora para no develar el final.

Si a simple vista la película peca de pretensiosa, su desarrollo y desenlace demuestran que Pompeya cumple con varias de sus promesas. Habrá que seguirle los pasos a Garateguy para ver qué se trae en su próximo film, Mujer lobo, esta vez sobre una asesina serial.

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