Africa mía
Por Brian Macchi
8 puntos
“Las segundas partes nunca son buenas”. Esta frase hecha ya no sólo se utiliza para el ámbito cinematográfico, sino para otros órdenes de la vida, a pesar que su origen es claramente de cine. El dicho tiene como base que el primer producto siempre es el más puro, el cual surge (en la mayoría de las veces) de algo original, y es el más fresco de los trabajos. Por el contrario, se cree que las continuaciones a una realización inicial contienen elementos más artificiales porque esta nueva historia debe contener personajes y situaciones que tuvieron éxito en la primera parte.
El centenar de ejemplos que ha habido en la historia del cine, sobre segundos capítulos, expresa claramente la dificultad que se presenta al realizar estas producciones ya que resulta complicado crear una nueva trama pero con una base ya establecida que contengan la misma fuerza y convicción que su predecesora. Sin embargo, existen algunas pocas excepciones a esta regla, en la cual podemos ubicar a Madagascar 2, ya que esta película es un muy buen producto que hasta se podría decir que supera a la primera parte.
Este nuevo trabajo de Dreamworks continúa las locas aventuras del grupo de animales que huyeron del Zoológico de New York para explorar el mundo exterior. Abandonados en las lejanas costas de Madagascar, las bestias neoyorquinas han ideado un plan: volar en un viejo avión estrellado reparado por los pingüinos. Una vez a bordo, la aeronave permanece en el aire el tiempo suficiente para aterrizar en uno de los lugares más salvajes: las vastas llanuras africanas, donde la tripulación se encuentra por primera vez con seres de su propia especie. En este contexto, mientras profundizan en sus raíces, tomarán conciencia que la selva de asfalto no es igual al corazón de África.
La cinta comienza mostrando como Alex (el león) terminó viviendo en el zoológico y como llegó a ser la máxima atracción del lugar. Luego se da paso a la canción que causó sensación en la primer parte, que sirve para ambientar la ida de los animales de Madagascar en el avión arreglado por los pingüinos. A partir de esta partida, que a su vez sirve como una brillante presentación de los personajes en esta nueva historia, la trama adoptará un ritmo constante que en ningún momento de la producción se frenará.
Esta es una de las principales virtudes de este producto, ya que a diferencia de su predecesora, aquí cada situación resulta atractiva, con inteligentes chistes que en esta ocasión son mucho más delirantes y crudos. El film de 2005 tenía momentos muy bien construidos y sólidos, pero no llegaban a ser un conjunto, sólo eran eso, momentos. Esta nueva producción, es una estructura consistente y firme la cual contiene una historia que pasa por diferentes tonos pero que en ningún instante hacen que esta realización se desarme, sino que todo lo contrario, cada vez se vuelva más sólida.
Pareciera que quienes realizaron la anterior película (que son los mismos que hicieron esta cinta) tomaron nota de sus errores y trataron de corregirlos y superarlos.
Esta característica se exhibe claramente en este trabajo, porque aquí no se muestra tan claramente cierto mensaje político subliminal que tenía la primera parte (la llegada de unos neoyorquinos a una tierra lejana liderada por un dictador, para salvarlos). A pesar de haber algunos momentos donde se presenta cierto tono político en la narración, principalmente por la ironía y crudeza del rey Julien (que resulta excesiva para un film familiar); en esta ocasión, los elementos no apuntan tanto a algo en particular sino que más a un hecho universal: hablar de la identificación con el par, con la familia y con los amigos.
Otro punto que ha sido mejorado es la creación de los protagonistas, siendo cada personalidad acertadamente presentada, con las certezas y dudas que tiene cada animal. Más allá de ser Alex quien lleva el rol principal, sus otros tres amigos son exhibidos en forma precisa e incluyéndolos aún más en la trama. Y al igual que en Madagascar de 2005, los pingüinos aportan ese toque único y distinto que hace de esta producción un brillante trabajo.
Desde lo técnico, debe decirse que sorprende el adelanto visual que ha tenido Dreamworks en esta producción, ya que normalmente se interesan más por contar historias entretenidas que por mejorar visualmente, como lo realiza Pixar producto tras producto. Aquí, es excelente la creación de la selva africana con sus diferentes colores y matices, llanuras y plantas, que sirven perfectamente como contexto para esta trama.
Se podría decir que Madagascar 2 es un film más para grandes que para chicos, siendo sólo el hecho de ser animado lo único que podrá entretener al niño. En cambio, el adulto la disfrutará aún más porque la cinta contiene muchos guiños hacia él y unos personajes que intentan hablar, de manera simple, de valores que se deben recuperar como la hermandad, la familia y la amistad. Esta vez una película de Dreamworks tiene contenido, no es sólo chistes bien ubicados.