La nueva película de James Wan pretende combinar toda clase de referencias genéricas al cine de terror para delinear algo nuevo, pero es un objeto que nunca llega a cobrar vida propia.
La comedia con tintes biográficos y elementos de western de Quentin Tarantino logra sorprender, pero esta vez desde la formalidad y las convenciones ajustadas en una narración lineal y prolija, rompiendo sus propias reglas.
Lejos de las miradas negativas que cosechó, aquí se dice que la última película de Tarantino es una obra mayor, que cuestiona desde las formas del género la moral de nuestro tiempo.
La vanidad de Tarantino llega a límites alarmantes y termina entregando un film estirado y perezoso en sus formas, donde el cine del realizador termina llegando a un callejón sin salida.