
Título original: Ídem // Origen: Reino Unido // Dirección: Martin Campbell // Guión: Simon Uttley, Paul Andrew Williams, Matthew Orton // Intérpretes: Daisy Ridley, Clive Owen, Taz Skylar, Lee Boardman, Rufus Jones, Ben Essex, Flavia Watson, Tom Boney, Ruth Gemmell // Fotografía: Eigil Hensen // Dirección de arte: Mark Harris // Música: Tom Hodge // Duración: 97 minutos // Año: 2025 //
4 puntos
DURO DE MATAR, PERO ABURRIDA
Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
Con poco tiempo de diferencia, se lanzaron dos reversiones no oficiales (y femeninas) de Duro de matar: G20, que es también una actualización (nuevamente, no oficial) de Avión presidencial, pero situada en una cumbre de líderes mundiales; y Cleaner, que por su estructura narrativa y conflicto es la más parecida al clásico de 1988. Lamentablemente, ninguna está a la altura de la tradición en que se inscriben, en gran medida porque no exhiben riesgo ni inventiva, sino que se conforman con ser películas que nunca salen del piloto automático. Y eso que, en el segundo caso, detrás de cámara hay un realizador experimentado como Martin Campbell, que había mostrado pericia y solidez en la puesta en escena en GoldenEye, La máscara del Zorro, Casino Royale y Al filo de la oscuridad.
A Cleaner es más interesante verla como un reflejo de su tiempo a partir de cómo pretende adaptar elementos del film de John McTiernan al presente. Si ambos films presentan héroes de la clase trabajadora y con motivaciones individuales -un policía que busca salvar a su esposa por un lado, una ex militar dedicada ahora a la limpieza que intenta rescatar a su hermano autista por el otro-, el interpretado por Bruce Willis es alguien que se zambulle en la aventura de manera casi espontánea, mientras que la encarnada por Daisy Ridley tarda un tiempo considerable en hacerse cargo. Si el Nakatomi Plaza pertenece a un empresario hábil en los negocios, pero no necesariamente malvado, los dueños del rascacielos de Cleaner son soretes y mentirosos. Si Hans Gruber encabezaba una banda de ladrones sofisticada y profesional que solo pretendían ser terroristas, los villanos encabezados por Clive Owen y Taz Skylar realmente se inscriben en el terrorismo o, más precisamente, en el ecoterrorismo, y los enfrentamientos internos vendrán por el lado de cuán lejos se lleva la violencia.
O sea, Cleaner es mucho más seriota y políticamente correcta que Duro de matar y eso le termina jugando muy en contra. Porque tanta impostación es difícil tomársela en serio y los debates morales que atraviesan buena parte de la trama le quitan toda chance de ser lúdica y aventurera. Es más, le impiden ser realmente creativa y física a la hora de la acción, con secuencias que nunca revelan imaginación y atrevimiento. De hecho, podría decirse que Campbell luce más anónimo e impersonal que nunca: ni rastros hay de la vocación por la diversión que manifestó en sus dos películas de James Bond o la precisión en el despliegue de violencia que mostró en Al filo de la oscuridad. No estamos ante su peor película –La leyenda del Zorro era un completo desastre-, pero sí ante la más lavada.
Por eso no sorprende que Ridley no consiga cargar apropiadamente sobre sus hombros un relato de acción, por más que le ponga bastante empeño. En el medio, Owen es totalmente desperdiciado y el antagonista que compone Skylar es completamente caricaturesco. Cleaner podría haber sido una digna actualización de una historia todavía vigente a pesar de haber sido narrada mil veces, pero al final es apenas otra repetición sin gracia ni vigor.
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