
Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
La cancelación de El novato, lamentablemente, se veía venir, teniendo en cuenta que su segunda temporada no había tenido tanta presencia en el Top 10 de series de Netflix, que era una producción cara y que el servicio de streaming suele anunciar las renovaciones bastante rápido. A más de un mes del lanzamiento de la segunda entrega, la ausencia de noticias era en sí una mala noticia, que luego fue confirmada en el peor sentido. Es otro de esos casos donde Netflix parece boicotearse a sí misma, habiendo estrenado apenas unos días antes la segunda temporada de El agente nocturno, que tiene un perfil similar y terminó acaparando la atención de la mayoría del público. Y es una pena, porque estábamos ante una serie muy divertida, que por momentos era un thriller de espionaje pasado por los filtros de The office, Boston legal y hasta La pistola desnuda. Creada por Alexi Hawley y coproducida ejecutivamente por Doug Liman (quien dirigió un par de episodios, entre ellos el piloto), se centra en Owen Hendricks (Noah Centineo), un joven abogado que entra a la CIA en principio para ocuparse solo de cuestiones legales, aunque eso se acaba pronto. En principio, porque, casi sin querer, se topa con una carta escrita por una ex agente que está en la cárcel y que amenaza con revelar secretos bastante oscuros sobre distintas operaciones ejecutadas por la agencia. Luego, por la insólita y hasta increíble capacidad de Owen para meterse en problemas. Se podría decir que en parte las circunstancias lo arrastran a su pesar, pero también que es un magneto de dificultades, alguien que, si no las tiene, las inventa. Owen es demasiado inteligente y astuto, temerario, imprudente, egoísta, ingenuo y cínico a la vez, un poco torpe, algo querible, bastante suertudo (para bien y para mal) y, en ocasiones, un completo idiota. Muchas veces es subestimado, otras sobreestimado, y su carácter y comportamiento son una trampa para él mismo y quienes lo rodean -desde sus compañeros de trabajo hasta sus mejores amigos-, lo que se potencia a partir de su inesperada inserción en un mundo como el del espionaje, tan despiadado como neurótico. Esa vocación autodestructiva, esa esencia de elefante en un bazar que destruye todo a su paso, es el gran conflicto de El novato y, cuando lo lleva adelante desde la comedia y la aventura (con una trama que da mil vueltas) es cuando mejor funciona, capturando la atención del espectador sin necesidad de que entienda necesariamente todo lo que pasa. Es cuando se asoma al drama existencial que la serie luce un tanto forzada y esquemática, aunque hay que decir que Centineo logra manejarse muy bien en todos los registros. En esa estructuración, la primera temporada (que termina con un gran cliffhanger) fluye mejor que la segunda, que arranca como una continuación, aunque termina siendo más una secuela en la que la menor cantidad de episodios (seis, a diferencia de los ocho de su predecesora) obliga a algunas resoluciones un tanto apresuradas. El cierre, que parece intuir una posible cancelación, le permite una pequeña redención a Owen, o por lo menos sentirse un poco mejor consigo mismo. Hawley, en un posteo en X, sugirió la posibilidad de una película para así terminar de atar los cabos sueltos y darle una clausura apropiada no solo a Owen, sino al mundo que habita. No estaría mal, El novato se lo merece.
-Las dos temporadas de El novato están disponibles en Netflix.
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