
Título original: Bridget Jones: Mad About the Boy // Origen: EE.UU. / Inglaterra / Francia // Dirección: Michael Morris // Guión: Helen Fielding, Dan Mazer, Abi Morgan, sobre la novela de Fielding // Intérpretes: Renée Zellweger, Mila Jankovic, Casper Knopf, Elena Rivers, Hugh Grant, Colin Firth, Neil Edmond, Sally Phillips, Dolly Wells, Mark Lingwood, Chiwetel Ejiofor, Leo Woodall // Fotografía: Suzie Lavelle // Montaje: Mark Day // Música: Dustin O’Halloran // Duración: 124 minutos // Año: 2025 //
5 puntos
TRIÁNGULO AL CUADRADO
Por Mex Faliero
Volvió Bridget Jones. “¿Volver? -se preguntará el personaje parafraseando a Pichuco- si yo nunca me fui del barrio”. A esta altura de las cosas, con dos décadas sobre el lomo desde el primer film y con cuatro películas en la franquicia, el regreso de Bridget Jones es un negocio que sólo parece funcionarles a la escritora Helen Fielding, que encuentra en las diferentes etapas de la vida nuevos elementos para ejercitar su universo literario-cinematográfico, y la propia Renée Zellweger, cuya carrera es una siesta extensa despabilada cada tanto por su regreso como la torpe y querible Bridget. Por eso que en Bridget Jones: loca por él no se apuesta demasiado a los grandes cambios, sino en aportar pequeñas dosis de lo mismo con mínimas modificaciones. En esta nueva entrega el gran tema sería la posibilidad que tiene una mujer adulta en una relación con alguien mucho más joven, lo mismo que le pasaba a Anne Hathaway en la reciente La idea de ti. Se ve, un signo de estos tiempos.
Recordemos que a Bridget siempre le gustaron los triángulos. Desde la disputa entre el desfachatado Daniel (Hugh Grant) y el almidonado Darcy (Colin Firth) en las dos primeras películas, hasta la tercera que generaba una nueva disputa entre Darcy y Jack (Patrick Dempsey) alrededor de una embarazo, sumando en la trifulca al coloradito Ed Sheeran. Ahora las cosas andan entre Mr. Walliker (Chiwetel Ejiofor) y Roxster (el ascendente Leo Woodall) aunque la saga, al igual que la protagonista, no puede soltar el pasado y arrastra amantes que aparecen hasta en forma de fantasma. Podríamos decir que estamos ante un cuadrilátero, aunque el interé real está puesto en el triángulo, lo que le sirve nuevamente a Fielding para reflexionar en voz alta sobre algunos asuntos de las mujeres, usando el carisma de Zellweger y sus mohines como pista de lanzamiento. Pero si hace dos décadas, con el material más fresco, no había mucho de nuevo para decir, esta cuarta entrega no sobresaldrá evidentemente por la lucidez de sus ideas sobre el amor. En todo caso es una comedia a reglamento, con los nombrados y Jim Broadbent y Emma Thompson como garantía de que al menos las cosas serán profesionales.
Si algo podemos decir a favor de la película es que tiene muy claro cuál es su target, identificado en un público adulto al que le funcionan esas provocaciones light a modo de acotaciones que hace el personaje. Un recurso, por otro lado, que sigue siendo tan molesto como en la primera película. Ahora bien, enojarse por la mirada avejentada que ofrece Bridget Jones: loca por él sobre los vínculos es, a esta altura, un esfuerzo innecesario. Pero también que la película ya no resulte ofensiva sino apenas perezosa habla un poco del agotamiento no sólo de ciertos recursos del cine industrial, sino de nuestra experiencia como espectadores. Nada nuevo bajo el sol y -estimo- esa no es una falencia sino su principal poder.
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