
Título original: Absolution // Origen: EE.UU. // Dirección: Hans Petter Moland // Guión: Tony Gayton // Intérpretes: Liam Neeson, Daniel Diemer, Javier Molina, Jimmy Gonzales, Ron Perlman, Yolanda Ross, Brian A. White, William Xifaras, Kate Avallone, Frankie Shaw, Josh Drennen // Fotografía: Philip Remy Øgaard // Montaje: Dino Jonsäter // Música: Kaspar Kaae // Duración: 112 minutos // Año: 2024
6 puntos
UN HOMBRE EN SUS ÚLTIMOS DÍAS
Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
Consolidado en el rol de relevo de Clint Eastwood, Liam Neeson sigue profundizando -en una carrera ciertamente despareja- una trayectoria que en los últimos años lo muestra cómodo interpretando personajes adentrándose en la vejez y/o el retiro, o directamente camino a la muerte. Lo último aplica para Implacable -traducción bastante inapropiada para título original, Absolution-, que por momentos es más un drama que un thriller, y que consigue llevar su apuesta a buen puerto gracias a la siempre noble presencia de Neeson.
El film, dirigido por Hans Petter Moland, se centra en un matón de la mafia (Neeson) del que, apenas lo vemos, ya podemos intuir que tiene una vida hecha a las piñas y marcada por la soledad. Ya está viejo, pero es capaz de exhibir habilidad y rudeza en las situaciones límite, y exhibe un llamativo sentido de lealtad para con su jefe (Ron Perlman), incluso cuando tiene que hacer de niñera de su hijo (Daniel Diemer), un joven que evidentemente quiere hacer algo que no puede. Sin embargo, la vejez y las décadas de golpes no vienen solas, porque pronto descubre que los problemas de memoria que venía teniendo últimamente no son más que síntomas iniciales de una enfermedad degenerativa grave, que lo pondrá en una carrera contra el tiempo para rectificar los errores de toda una vida.
A partir de ahí es que la película sigue las diversas búsquedas de esa absolución -o por lo menos redención parcial- por parte del protagonista, en un camino que no será precisamente fácil. El principal será un intento de reconexión con su hija y sus nietos, de los que estuvo siempre alejado, pero eso convivirá con una naciente relación con una mujer que es tan autodestructiva como él, además de ese submundo criminal en el que se mueve y al que le costará abandonar, por más que sea claro que está habitado por monstruos. Pero el principal enemigo será él mismo, no solo por la enfermedad que padece, sino también por su carácter, por la violencia innata que lo define y que condiciona todos sus vínculos afectivos.
Como decíamos al principio, la presencia de Neeson es clave para que todo sea creíble y consistente: su rostro amargado, taciturno, su corporalidad rugosa y al mismo tiempo potente son el verdadero hilo narrativo de Implacable, lo que permite la interacción entre el drama personal y el retrato de los códigos mafiosos, unidos a través de la mente frágil del protagonista. Pero también es cierto que la puesta en escena no incurre en remarcaciones innecesarias, por más que hay tramos del relato que se prestan al miserabilismo. En manos de un Iñárritu, esta película podría haber sido un desfile de golpes bajos, pero Moland sabe manejar las tonalidades apropiadas para reflejar los dilemas que afronta el personaje principal sin descuidar las herramientas propias del género policial.
También es cierto que, en pos de mantener el tono amargo y hasta solemne de la trama, Implacable estira demasiado sus conflictos y durante unos cuantos minutos gira sobre sí misma, sin avanzar apropiadamente. Pero, en los minutos finales, consigue aplicar unos cuantos giros que, por más que parezcan forzados, llevan al criminal que interpreta Neeson al lugar correcto. Ese donde la redención se une con la tragedia, porque está claro que hay personajes que no pueden tener finales felices.
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