
Título original: Companion // Origen: EE.UU. // Dirección: Drew Hancock // Guión: Drew Hancock // Intérpretes: Sophie Thatcher, Jack Quaid, Lukas Gage, Megan Suri, Harvey Guillén, Rupert Friend // Fotografía: Eli Born // Montaje: Brett W. Bachman, Josh Ethier // Música: Hrishikesh Hirway // Duración: 97 minutos // Año: 2025 //
8 puntos
CUANDO LA COMEDIA NEGRA SE CRUZA CON LA ROBÓTICA
Por Emiliano Attadia
En un 2025, cuando gran parte de la sociedad mundial utiliza la inteligencia artificial para facilitar su vida cotidiana, es difícil construir historias distópicas en el cine o con posibles futuros. Mostrar escenas de autos voladores o robots asistentes a priori es una idea agotada y como repuesta para el entretenimiento de generaciones pasadas. Además, series como Black mirror ayudaron hace algunos años a abrir el abanico de la conversación y abarcar el universo de posibilidades sobre la tecnología en un mediano plazo, más allá de que algunos capítulos son poco logrados (sobre todo desde la producción de Netflix). Entonces las nuevas obras dentro de este género (la ciencia ficción) que pueden sorprender al espectador tienen que encontrar nuevos caminos. Por un lado, la vida fuera del planeta tierra es un terreno fértil y todavía sigue generando incertidumbre, por lo vasto del universo; por el otro, la necesidad misma de darle una vuelta de tuerca al avance de la maquinaria.
Desde una primera lectura de Compañera perfecta podría encasillarse en la repetición de “el peligro de tener un robot en casa”, como sucede en la reciente Alice: subservience del director S.K. Dale, donde, con seducción mediante, Megan Fox pasa de ser la bella robot asistente a la perfecta asesina, un planteo obvio desde el primer acto (además de lo repetitivo). En cambio, la película de Hancock aporta una mirada fresca y divertida combinando la ciencia ficción con la comedia negra; pero también con otra virtud: el punto de vista cambia, ya que el malo no es el robot sino el humano “dueño”. Por otro lado, le suma una capa más, expuesta en los primeros diálogos de la robot Iris (la versátil Sophie Thatcher) cuando conoce a Josh (Jack Quaid), y que podemos ver en el tráiler: “En mi vida tuve dos momentos de máxima felicidad. El primero fue el día que conocí a Josh, y el segundo cuando lo maté”. Para seguir sumando originalidad, se narra muy poco de la vida perfecta que le puede proponer el robot a su dueño, y si lo hace es con escenas fluidas y muy graciosas, para pasar al núcleo de la cuestión: Josh e Iris van a pasar un fin de semana alejados de la ciudad con unos amigos del primero. Cuando todo parece apuntar al dilema de cómo se pueden relacionar humanos con robots en lo cotidiano, la película converge en una historia de gore, humor y sorpresas de un poco más de una hora y media. Es más, cuando creés que el film se estancó, consigue reinventarse sin agregar escenas innecesarias. De hecho, al ser pocos personajes que intervienen en la historia ayuda a darle una profundidad mayor a estos, sobre todo en la necesidad personal cambiante (de un aparente amor a la avaricia).
Con algo del cine de explotación rape and revenge, la dupla Thatcher-Quaid logra generar un clima que va de la comedia al drama más duro. En particular, Sophie ya había demostrado sus credenciales actorales en su inquietante personaje religioso de Hereje y Jack desempeñó un rol bastante volátil en Scream. Además, aparece la pareja muy graciosa de Patrick (Lukas Gage) y Eli (Harvey Guillén) para descomprimir los momentos más duros de Compañera perfecta. Sin lugar a duda, la película homenajea el género de la ciencia ficción, con guiños sutiles a Terminator, pero es mucho más que eso. Es el logro de una apuesta arriesgada por un camino ya agotado, y es una forma interesante para hablar de temas complejos (como la masculinidad tóxica) con gran ingenio.
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