
Título original: Survivre // Origen: Francia // Dirección: Frédéric Jardin // Guión: Matt Alexander, Mathieu Oullion // Intérpretes: Émilie Dequenne, Andreas Pietschmann, Lisa Delamar, Lucas Ebel, Arben Bajraktaraj, Olivier Ho Hio Hen, Simon Rérolle, Ranger, Stéphanie Guerin, Rida Ait Oufqir, Youssef El Hiaboui // Fotografía: Pierre Aïm // Montaje: Reynald Bertrand, Camille Toubkis // Música: Nicolas Errèra // Duración: 90 minutos // Año: 2024 //
6 puntos
ODISEA EN EL APOCALIPSIS
Por Patricio Beltrami
Afortunadamente Catástrofe inminente se encuentra por encima de los prejuicios que podrían existir ante su premisa. Concretamente, la película es algo más interesante que una historia de cine catástrofe con marcado mensaje medioambiental. Si bien ambos rubros forman parte del corazón del relato, la propuesta atraviesa algunos caminos que permiten renovar constantemente el atractivo de esta odisea en el apocalipsis. Asimismo, algunas decisiones de la puesta en escena contribuyen a que la producción evite la sobreabundancia de CGI, y los riesgos que ello implica, para que se construyen climas de tensión y peligro más efectivos.
Catástrofe inminente inicia con un adelanto de lo que se verá en los siguientes noventa minutos: trascurre durante la sexta gran extinción en la Tierra. En ese contexto, una familia tipo (padre oceanógrafo, madre enfermera, hija e hijo adolescentes) disfrutan sus vacaciones en un pequeño yate en el Caribe. Sin embargo, en pocas horas una serie de fenómenos ambientales (corrientes extrañas, grandes tormentas eléctricas, mareas agitadas) despiertan las alarmas de la familia, que debe refugiarse de la violencia climatológica dentro del bote. Heridos y desconcertados, a la mañana siguiente descubren que el océano ha desaparecido porque los polos magnéticos del planeta se habían revertido. Desde ese momento se inicia una carrera contrarreloj para hallar una forma de salvarse del inminente regreso del agua, aunque en el camino deberán afrontar otras adversidades imprevistas que resultan tan peligrosas como el mismo apocalipsis.
Si bien está inscripta en el cine catástrofe, una de las virtudes de la película es la puesta en escena. En ese sentido, se evita el abuso del CGI, al que sólo se recurre para construir una lluvia de satélites sobre el yate, algunas inevitables escenas de oleajes violentos o el asedio de centenares de cangrejos enormes sobre lo que queda de la humanidad. Ante ello, el director Frédéric Jardin apela a crear climas de terror, tensión y desconcierto desde espacios cerrados. Esta propuesta no sólo resulta más acorde a las posibilidades de un film que lejos está de ser una superproducción, sino que también privilegia el trabajo de cámara (algunos logrados planos secuencia) y la fisicidad y la capacidad expresiva de los intérpretes para generar eficazmente sensaciones de ahogo, desesperación y miedo. Igualmente, también se incluye un pasaje onírico que poco aporta en lo narrativo y sólo apunta a manipular brevemente al espectador.
Por otra parte, Catástrofe inminente alimenta constantemente los desafíos que debe afrontar la familia para acrecentar el dramatismo de la historia. Aunque el objetivo final siempre es el mismo (encontrar una forma de refugiarse ante el inminente regreso del océano), en el camino aparecen peligros tan mortales como el mismísimo apocalipsis. Incluso en ese contexto, los cuatro supervivientes tendrán que enfrentarse a lo peor de la humanidad, los efectos devastadores del ambiente sobre los cuerpos (heridas, deshidratación, cansancio, temperaturas extremas) o los riesgos de la naturaleza que habían estado escondidos en las profundidades durante miles de años mientras lidian con la pérdida o los propios límites de sus físicos. A pesar de que las resoluciones en el último acto se vuelven previsibles, el mensaje medioambiental por momentos se impone, generando ruido en una historia de supervivencia impulsada a pura acción y conflictos humanos. Justamente, se observa al mar convertido en desierto repleto de chatarra (contenedores, barcos, aviones, basura) o a un par de biólogos bromean explícitamente con que la extinción es una venganza del planeta por la contaminación. Sin embargo, contra todo pronóstico, Catástrofe inminente evita cualquier atisbo de transcendencia, aleccionamiento o solemnidad para principalmente volcarse a la aventura de una familia para salvarse del apocalipsis.
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