
Título original: Captain America: Brave New World // Origen: EE.UU. // Dirección: Julius Onah // Guión: Rob Edwards, Peter Glanz, Dalan Musson, Julius Onah, Malcolm Spellman // Intérpretes: Anthony Mackie, Harrison Ford, Danny Ramirez, Shira Haas, Carl Lumbly, Tim Blake Nelson, Giancarlo Esposito, Xosha Roquemore, Jóhannes Haukur Jóhannesson, William Mark McCullough, Takehiro Hira, Harsh Nayyar, Rick Espaillat, Liv Tyler, Sebastian Stan // Fotografía: Kramer Morgenthau // Montaje: Madeleine Gavin, Matthew Schmidt // Música: Laura Karpman // Duración: 119 minutos // Año: 2025 //
6 puntos
CAPITÁN AMÉRICA DEVALUADO
Por Patricio Beltrami
Arribó a los cines Capitán América: Un nuevo mundo en un escenario de total incertidumbre y alto escepticismo. A nueve años del final de la trilogía, esta cuarta parte de la saga enfrentaba el reemplazo de su protagonista y del equipo creativo al tiempo que debía consolidar al héroe no sólo como el nuevo Capitán América, sino también como uno de los principales atractivos del Universo Marvel de cara a los grandes eventos que los renovados Vengadores afrontarán a partir de 2026. A su vez, se buscaba continuar la franquicia en clave de thriller político con acción de superhéroes, apelando a la intriga y la fisicidad como principales activos para la puesta en escena. Sin embargo, en Falcon y el Soldado del Invierno ya se había expresado un leve retroceso para la franquicia a partir de un final deslucido en la acción y subrayado en lo discursivo. Con algunas virtudes que atenúan la experiencia, este estreno refuerza la idea de un Capitán América devaluado.
Capitán América: Un nuevo mundo inicia abriendo múltiples conflictos. A cinco meses de la asunción del presidente Thaddeus Ross (Harrison Ford reemplaza al fallecido William Hurt), Sam Wilson / Capitán América (Anthony Mackie) y Joaquín Torres / Falcon (Danny Ramírez) recuperan un misterioso cargamento de alto valor que había sido robado por mercenarios. En un intento por redimirse para recuperar el afecto de su hija Betty (Liv Tyler), Ross le propone a Wilson rearmar Los Vengadores para fortalecer la defensa de Estados Unidos y del mundo. Sin embargo, un atentado contra el presidente en una cumbre internacional destruye la posibilidad de una alianza entre ambos. En una carrera contra el tiempo para evitar la ejecución de un inocente, el Capitán América y Falcon deberán desbaratar una conspiración antes que se desate una guerra mundial por el control de la reserva de un metal más codiciado que el vibranio: el adamantium.
Si esta premisa parece enrevesada por sí misma, durante buena parte de su recorrido la película irá complejizando aún más el entramado de alianzas y enemistades, tanto en lo político como en el superheroico. En búsqueda de establecer la intriga política en clave del Universo Marvel, los cinco guionistas que diseñaron este proyecto (reemplazos, pruebas de audiencia fallidas y regrabaciones mediante) intentaron enriquecerla a partir de la influencia de múltiples franquicias que excedían a la trilogía del Capitán América y su spinoff en streaming (Eternals, Pantera Negra, Viuda Negra). En ese sentido, se retomaron conflictos abiertos en Hulk: El hombre increíble (¡estrenada en 2008!) para tratar de darle vuelo a la conspiración, aunque principalmente estos arcos funcionaron en virtud de enriquecer el arco más atractivo de la producción: el presidente Ross y Red Hulk.
Particularmente, este resultado implica un problema para Capitán América: Un nuevo mundo. Aunque el personaje interpretado por Harrison Ford nunca deja de ser un villano despreciable, frío y extremadamente calculador, es el único que expresa matices que lo vuelven complejo e interesante. De hecho, esa necesidad de redención ante su hija, aquella gota de humanidad que lo perturba mucho más que una crisis internacional, es el verdadero motor de la película y provoca que sus acciones y decisiones sean genuinas dentro del inverosímil Universo Marvel. Del otro lado está el nuevo Capitán América, un soldado con habilidades extraordinarias cuyo mayor poder es darle sermones al enemigo, incluso despertando la consciencia en los hombres más viles y los monstruos más salvajes. A pesar de que su lugar como el gran héroe americano ya no está en discusión, el personaje y la historia intentan que las dudas sobre sí mismos de alguna forma repercutan en el relato para darle un mayor atractivo al protagonista. Al igual que Sam Wilson nunca será Steve Rogers, Anthony Mackie nunca llenará los zapatos de Chris Evans, quien había construido un Capitán América insuperable desde el carisma, la presencia en pantalla y la correcta dosis de emoción desplegada a partir de un arco sólido y repleto de matices.
Si bien están lejos de ser descollantes, algunas de las escenas de combate en aire y tierra están correctamente ejecutadas y diseñadas. Entre estas, sobresalen el despliegue en el océano Índico como un Top Gun low cost o la emboscada callejera de Sidewinder (Giancarlo Esposito), homenaje a varios pasajes de la excelente Capitán América y el Soldado del Invierno. Más allá de una nutrida galería de personajes secundarios desarrollados a medias, el juego de los villanos realiza una operación inversa a las dos anteriores entregas de la saga. Mientras que el Soldado del Invierno había sido la herramienta de los dos hombres detrás de la cortina, en esta ocasión el conspirador mueve los hilos a lo largo de casi todo el metraje para sacrificarse en pos de ver el mundo arder a manos de su marioneta. En este caso, pareciera que los autores reconocen que la última finalidad de ese personaje no sólo apunta a potenciar el arco de Ross, sino también establecer un marco adecuado para el surgimiento de Red Hulk y su enfrentamiento final contra el Capitán América. Lejos de la lucidez demostrada en la trilogía de base, Capitán América: Un nuevo mundo se asume como una película alejada de la primera línea del Universo Marvel. Perdida en las vicisitudes de un protagonista que debe convencerse a sí mismo y al espectador del lugar que ocupa en este nuevo mundo, este Capitán América devaluado salda un apenas correcto balance al respaldarse dramáticamente en Ross y en esa gran estrella del cine llamada Harrison Ford.
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