
Título original: Flight Risk // Origen: EE.UU. // Dirección: Mel Gibson // Guión: Jared Rosenberg // Intérpretes: Michelle Dockery, Mark Wahlberg, Topher Grace, Leah Remini, Monib Abhat, Paul Ben-Victor, Maaz Ali, Eilise Patton, Senor Pablo, Savanah Joeckel, Mark Schotz, Milko Kadikov // Fotografía: Johnny Derango // Montaje: Steven Rosenblum // Música: Antonio Pinto // Duración: 91 minutos // Año: 2025 //
7 puntos
DE VUELTA A LA ACCIÓN
Por Mex Faliero
Ya van demasiadas de esas películas de acción entre discretas o directamente malas que cuentan con los servicios de Mel Gibson delante de cámaras, como para no dudar un poquito de Amenaza en el aire, su regreso a la dirección después de nueve años. Digamos, tipos como Gibson se extrañan: gente con el grado de locura suficiente como para no dejarse arrastrar por el viento de ninguna época y ser lo suficientemente personales, aún dentro de un esquema de cine industrial y mecánico. Pero la incomodidad que genera hoy Gibson, tanta que ni siquiera son capaces de nombrarlo en el póster de su propia película, es directamente proporcional con el placer que genera su cine, películas brutales pero hechas con un sentido de la aerodinamia que las vuelve impredecibles en su movimiento; películas musculares y violentas que encuentran algún grado de verdad en su apuesta por el desparpajo, aún con una película tendiente a la solemnidad como La pasión de Cristo que, no olvidemos, fue un impensado éxito de taquilla. Pero Amenaza en el aire es otra cosa, porque nos propone un tour de force, un thriller ambientado casi exclusivamente en la cabina de una avioneta y con tan sólo tres personajes y con Mark Wahlberg ridículamente pelado. Pero, aunque lo haga esporádicamente, Gibson es Gibson, y además de su talento para narrar y para construir esos momentos de brutalidad honesta que nos tiene acostumbrados, demuestra aquí una filiación con el cine de acción en la vieja tradición, la de los 80’s y los primeros 90’s, la pre CGI, la física, la que aspiraba a divertir con enjundia sin hacerse tanto problema y la que lo tenía como estrella.
En Amenaza en el aire tenemos al contador de un mafioso (Topher Grace), escondido en una cabaña en medio de la nada, y a una agente (Michelle Dockery) con un trauma del pasado que logra capturarlo para que vaya a declarar en una causa contra su ex jefe. La ecuación la termina de formular el piloto del avión (Mark Wahlberg), quien en verdad es un asesino que quiere eliminar al testigo y a la agente. Las expectativas están dadas en saber si la historia se contará en ese espacio único o si finalmente la avioneta caerá en ese paisaje montañoso por donde vuela y todo se convertirá en una de supervivencia escapando de los osos que se mencionan al pasar. Lo cierto es que Gibson maneja con maestría las diversas tensiones y sociedades que se dan entre los personajes, y construye con inteligencia un entorno que funciona como un personaje más y como un símbolo de alerta ante lo que puede ser. Incluso hay una subtrama que ocurre únicamente a través de mensajes de radio que le suman otra capa de tensión a un thriller que tiene la sabiduría de generar climas con lo que se ve, lo que se escucha y lo que se intuye.
La primera escena, la captura del buchón que interpreta Grace, es ya una muestra del talento del director para la puesta en escena, recurriendo a travelings virtuosos y definiendo los personajes y el tono con un par de movimientos. Grace será el tipo tenso que exhibirá sus miedos a través de un hablar constante, Dockery será la agente implacable y metódica, y más adelante Wahlberg será el sociópata inteligente en la línea de algunos personajes que el propio Gibson interpretó en sus años de héroe de acción. La película avanzará entonces como un disparate absoluto, en el que hay que suspender el verosímil en la puerta de la avioneta y dejarse llevar en este viaje lunático lleno de giros imprevisibles. Y de una violencia que está presente enfáticamente pero, otra vez, a partir de lo que se sugiere, de lo que sabemos de los personajes, de lo que se nos cuenta. Por momentos Amenaza en el aire es casi un relato oral de truculencias y otros padecimientos. Gibson se divierte con eso, y nos divierte. Y tiene la sabiduría además de ir construyendo el personajes de Dockery como la clásica agente que tiene entre sus manos el caso que le devolverá la dignidad. En esa construcción de la ética, la película de Gibson acaricia texturas del cine más genérico de Clint Eastwood. La secuencia final es maravillosa y el corte con el que la película lleva a los créditos es preciso, porque llega en el momento justo y porque cierra a la protagonista en el momento en que termina de exonerar sus fantasmas.
Si disfrutás los contenidos de Funcinema, nos gustaría tu colaboración con un Cafecito para sostener este espacio de periodismo independiente: