
Por Cristian A. Mangini
Partiendo del extraño título que busca asociarlo a Calabozos y dragones, esta serie animada adaptada del manga de Ryoko Kui es una grata sorpresa entre la vasta selección de anime de Netflix. Lo novedoso va de la mano de su formato y las expectativas en torno a eso. Podríamos categorizarla como una serie más ocurriendo en un mundo alternativo, con la conocida mitología de magia, criaturas y mundos fantásticos tan comunes en los juegos de rol. Pero es tal la profundidad y el detalle en torno al mundo que ilustra, que hará que veamos de otra forma lo que ocurre y sus consecuencias. El hecho de que sea un seinen contribuye sin duda a la madurez de la trama, presentando una amplia escala de grises a pesar de que en sus inicios el relato suene un poco trillado. Tras el desastroso combate con un dragón rojo, la sacerdotisa de un grupo de aventureros es devorada mientras el resto del grupo logra escapar apenas con vida. Con la esperanza de encontrar nuevamente a la poderosa criatura y evitar que la digiera, su hermano, el prototípico guerrero y líder del grupo, emprende junto a algunos de los miembros restantes la búsqueda desesperada. Como si se tratara de un videojuego de rol, la pérdida de un integrante es difícil de compensar y antes de internarnos en un calabozo es buena idea ir bien preparado. El grupo sabe que la odisea es difícil pero se adentra nuevamente. Lo novedoso de esta trama de rescate está en la profundidad que adquiere el ecosistema del calabozo. Cada terreno presenta criaturas distintas y nuestro grupo aprenderá de la mano del misterioso Senshi (un enano al que encuentran en uno de los corredores) que para poder llegar al piso donde estaba el dragón rojo, casi sin provisiones, habrá que adaptarse al entorno y comer algunas de las criaturas. La idea será difícil de sobrellevar por el mediano especializado en cerrajería del grupo -Chilchuck- y una maga elfa llamada Marcille, pero eventualmente el hambre y la falta de energía a medida que avanzan hará que cambien de idea. Esto da lugar al primer elemento novedoso que presenta la serie: casi como si se tratara de un segmento gastronómico tomado de una película de estudio Ghibli, los platos realizados con monstruos son presentados con singular elegancia y detalle, con un ensordecedor leitmotiv que anuncia el nombre de la comida. Hay una cuota de humor en la dinámica grupal en los primeros episodios, a medida que se descubren las posibilidades que se abren al reconocer las posibilidades del entorno. La serie gana cuerpo y pierde ligereza a medida que avanza la trama, tornándose oscura y obligándonos a repensar a nuestros personajes: de repente el intrépido guerrero Laios peca también de irresponsable y su falta de consideración pone en peligro al propio grupo varias veces, cuestionándose su papel como líder; Marcille es caprichosa y su orgullo la llevará a comprometer su bienestar y el de quienes lo rodean; Senshi oculta una tragedia personal que marca la razón por la cual tiene estrés post traumático; entre otros asuntos. El autor juega con los modelos ideales que se construyen en un juego de rol y los deconstruye, sin perder su esencia. Al despliegue técnico del estudio Trigger, que deslumbra en los dos episodios de la batalla contra el Dragón Rojo, se suma la calidad de la banda sonora liderada por las composiciones de Yasunori Mitsuda, un nombre para nada ajeno a los videojuegos de rol, que ha realizado las bandas sonoras legendarias de Chrono trigger, Chrono cross y Xenoblade chronicles, entre otros. Por si no hubiera elementos atractivos para recomendar la serie, en su segunda mitad los vínculos evolucionan al añadir elementos que comprometen las buenas intenciones del rescate desesperado, enfrentándolos a consecuencias que veremos en las temporadas venideras.
NdR: los 24 episodios de la serie animada están disponibles en Netflix.
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