
Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
Ya habíamos dejado en claro en la reseña de la primera temporada que uno de los riesgos potenciales a los que se enfrentaba la segunda temporada de The walking dead: Daryl Dixon, que lleva el subtítulo The book of Carol, era el de la dispersión. Es que la entrada en escena de otro personaje muy relevante como Carol (Melissa McBride) obligaba a la serie a darle un peso narrativo que podía rivalizar con el de Daryl y llevar a que se tuviera que abarcar demasiado a la vez, un problema que ya había padecido la serie madre. Algo de eso ocurre, porque lo cierto es que esta nueva entrega le da mucho espacio a la búsqueda que emprende Carol de Daryl, que termina siendo también una búsqueda interior, un hallarse de nuevo mientras enfrenta fantasmas de su pasado. En particular todo lo que tiene que ver con la muerte de su hija (ocurrida en la segunda temporada de The walking dead), lo que implica una especie de reseteo para su recorrido personal, casi una vuelta a sus orígenes, un hacerse cargo de sus debilidades y también de las numerosas pérdidas que fue padeciendo posteriormente. Por el lado de Daryl, lo vemos lidiando con una nueva instancia de las luchas de poder en territorio francés y tratando de proteger nuevamente a Laurent (Louis Puech Scigliuzzi), que otra vez está en el centro de las disputas. Hay que decir que, por suerte, The walking dead: Daryl Dixon – The book of Carol se las arregla para alcanzar dos objetivos no son tan simples: primero, que las subtramas de ambos protagonistas vayan confluyendo progresivamente sin perder el equilibrio narrativo en el medio; y segundo, que los conflictos se muestren como novedosos a pesar de transitar por caminos ya conocidos. Otra vez vuelve a jugar a favor la cantidad de capítulos: al igual que en la primera temporada, son solo seis y eso hace que el relato no tenga tanto tiempo para enredarse en cuestiones laterales. Pero también hay que decir que este spinoff creado por David Zabel vuelve a mostrar autoconsciencia respecto a sus personajes principales, pero en el buen sentido: jamás la cancherea y, en cambio, procura presentarles nuevos desafíos. Estos aparecen más que nada a través de los secundarios: no solo Laurent, sino también Isabelle (Clémence Poésy), que pasa a ser un interés romántico; además de la villana implacable que es Marion (Anne Charrier) y la aparición de Ash Patel (Manish Dayal), un nuevo compañero de aventuras para Carol, que la interpelará en su fuero más íntimo. A eso hay que sumarle, otra vez, un gran trabajo expresivo con las posibilidades que ofrecen los paisajes franceses, que recuperan y consolidan el espíritu de road-movie que siempre ha tenido la franquicia de The walking dead, pero que se había apagado un poco a medida que se fueron armando comunidades. Y lo mejor está posiblemente en los últimos episodios, donde se produce el reencuentro anhelado y que sirve también para dejar en claro que Daryl y Carol son personajes sacrificiales, que dan todo por los demás de forma casi espontánea, más por instinto que por moral, y que por eso están un poco condenados a la soledad. O, a lo sumo, a hacerse compañía mutuamente, como una pareja despareja que en verdad están hechos el uno para el otro. De ahí que la tercera temporada, que trasladará su acción a España, sea tan lógica como prometedora.
-Los seis episodios de The walking dead: Daryl Dixon – The book of Carol están disponibles en Prime Video. Ya está confirmada una tercera temporada.
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