En la última jornada de la lucha por el Astor de Oro se vio la animada La plus précieuse des marchandises de Michel Hazanavicius.
–La plus précieuse des marchandises de Michel Hazanavicius // 6 puntos
Es imposible permanecer indiferente a esta película de animación por muchos motivos. El primero, por su factura técnica. Con habilidad y maestría se sostiene una estética minimalista inspirada en grabados antiguos que seduce desde el primer momento. Luego, por la profundidad de sus temas. Siempre que el exterminio de seres humanos sea el eje hay una condición sine qua non para involucrarse emocionalmente, sobre todo en estos tiempos de negación emancipada. Utilizando como marco narrativo el imaginario de los cuentos populares, asistimos a la historia de un leñador, su mujer y una pequeña beba arrojada desde un tren por sus padres, quienes van directo al campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. La niña es rescatada en medio de un bosque nevado y más tarde resistida por la comunidad de leñadores, acusada de “no tener corazón” por su raza. La película traza el periplo tortuoso por la supervivencia de ambas familias, la original y la adoptiva. Pero habla fundamentalmente del amor como el único motor posible para seguir confiando en la humanidad. Y ahí se cuela el motivo que tampoco deja indiferente y es bastante cuestionable, a saber, un uso formal que tiende al subrayado del mensaje a base de golpes bajos los cuales, si bien aparentan estar controlados, no logran disimular un mecanismo de manipulación constante. Basta notar la omnipresencia musical y dos o tres encuadres que, en otros tiempos, hubieran sido mandados a la hoguera por abyectos. Y no es que debamos privar a los espectadores de la emoción, pero hay un énfasis porque todo sea más fácil, sin resquicio para la reflexión. En otras palabras, si querés llorar, llorá. Guillermo Colantonio
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