
Título original: Young woman and the sea
Origen: EE.UU. / Hungría / Italia/ Reino Unido / Francia
Dirección: Joachim Rønning
Guión: Jeff Nathanson, basado en el libro de Glenn Stout
Intérpretes: Daisy Ridley, Tilda Cobham-Hervey, Stephen Graham, Henry Ederle, Jeanette Hain, Glenn Fleshler, Sian Clifford, Christopher Eccleston, Ethan Rouse, Olive Abercrombie, Lilly Aspell, Alexander Karim
Fotografía: Oscar Faura
Montaje: Úna Ní Dhonghaíle
Música: Amelia Warner
Duración: 129 minutos
Año: 2024
Plataforma: Disney+
5 puntos
INTENTARLO DEMASIADO
Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
Dos estrenos recientes en plataformas como son Guerra sin reglas y La joven y el mar, a pesar de ser películas totalmente distintas, tienen un par de factores en común: abordan hechos reales a priori apasionantes; a los que sin embargo no consiguen sacarles el jugo suficiente. En el primer caso, porque le cuesta ir más allá de las superficies genéricas y estéticas, sin profundizar realmente en la historia y sus protagonistas. En el segundo, ocurre casi el movimiento inverso: se quiere forzar conclusiones adicionales para compatibilizar con la discursividad del presente, sin entender que ese esfuerzo extra era innecesario.
La película de Joachim Rønning (que pareciera estar buscando prestigio luego de trabajar en un par de tanques sin personalidad), producida por Jerry Bruckheimer -eterno productor de tanques, que también pareciera estar buscando prestigio- tenía todo para ganar, por el personaje, su recorrido y sus hazañas. Estamos hablando de Trudy Ederle (interpretada por Daisy Ridley, que seguramente esté buscando prestigio luego de la tercera trilogía de Star Wars), que en 1926 se convirtió, contra todas las probabilidades y escepticismos, en la primera mujer en cruzar a nado el Canal de la Mancha. Ya la mera enunciación del hecho es inspiradora, si tenemos en cuenta la dificultad que implicaba, y más aún hace casi un siglo, cuando los medios para prepararse distaban de ser los actuales y las mujeres no contaban con muchos espacios para desarrollar sus potencialidades deportivas.
Sin embargo, La joven y el mar no toma las lecciones correctas de films deportivos como Un equipo muy especial, que conseguía capturar el espíritu de su época y delinear un discurso feminista sin quitar del centro a la trama competitiva. En cambio, esta producción disponible en Disney+ quiere ser más un drama aleccionador que otra cosa, machacando desde el minuto uno con las desgracias que afectaron a la protagonista desde su infancia y juventud: un brote de sarampión que estuvo cerca de matarla y la dejó casi sorda; un padre que reprobaba su gusto por la natación; los prejuicios de una sociedad machista…Y luego, a medida que avanza el metraje, no cede en su didactismo, construyendo a las apuradas un par de antagonistas interpretados por Christopher Eccleston y Glenn Fleshler casi risibles en sus actitudes estereotipadas; y aplicando giros argumentales -que encima, cuando se indaga un poco, fueron ficticios- que rozan lo inverosímil.
Hay, es cierto, un par de personajes interesantes: por un lado, Bill Burgess (Stephen Graham dejando un poco la intensidad de lado), un nadador que ayuda a Ederle en su odisea y con quien conecta desde la pasión por la natación y la ambición casi irracional, que son factores en los que la película no termina de profundizar adecuadamente. Por otro, la madre de Ederle (Jeanette Hain), una mujer tan terca como compañera, que es capaz de definirse a partir de un puñado de gestos que, por suerte, la puesta en escena no se ocupa en subrayar. En los tramos donde ellos aparecen es donde se intuye la película que podría haber sido La joven y el mar: una donde el amor por el deporte, la competitividad y el esfuerzo físico de la protagonista y su entorno fueran los encargados de retratar la coyuntura y las implicancias del milagroso logro de Ederle, para así conmover con herramientas nobles. En cambio, lamentablemente, tenemos un film que se pasa de rosca en sus diálogos e imágenes cargadas de un ideologismo sumamente esquemático. La joven y el mar intenta demasiado ir contra la corriente de su propio relato y la asombrosa potencia de lo realizado por Ederle, sin terminar de entender y asimilar las herramientas del género deportivo.
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