
Título original: Jackpot!
Origen: EE.UU.
Dirección: Paul Feig
Guión: Rob Yescombe
Intérpretes: Awkwafina, John Cena, Simu Liu, Seann William Scott, Murray Hill, Becky Ann Baker, Ayden Mayeri, Donald Elise Watkins, Leslie David Baker
Fotografía: John Schwartzman
Montaje: Brent White
Música: Theodore Shapiro
Duración: 106 minutos
Año: 2024
Plataforma: Prime Video
7 puntos
TODO SE SOLUCIONA CON VIOLENCIA
Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
Si la imagen pública de Paul Feig es pura elegancia (ver sino los trajes que exhibe en rodajes, premieres o entrevistas), su cine maneja un tipo de comedia casi salvaje. Con la excepción de Un pequeño favor -mucho más refinada, aunque algo fría-, sus películas suelen ser groseras, escatológicas y hasta violentas, como una forma de expresión de los conflictos que aquejan a sus protagonistas. O también para retratar los mundos plagados de tiros, piña y patadas que habitan: ahí tenemos a Chicas armadas y peligrosas y Spy: una espía despistada, a las que se une ahora Jackpot – ¡Lotería mortal!, que también los ya saludables niveles de incorrección política que pueblan su filmografía.
Ya el primer minuto de Jackpot – ¡Lotería mortal! nos indica cuál es el tono que va a manejar la película durante todo el metraje: allí se explica que, en un futuro muy cercano, tras una gran crisis económica, el gobierno de California está en quiebra y por eso ha decidido instaurar una lotería muy particular. Esta consiste en sortear una persona al azar, a la que cualquiera puede matar, aunque eso sí, sin usar balas. Si esa persona sobrevive un día entero, se lleva un premio gigantesco y lo mismo cuenta para quien consiga matarlo. Y si el propio film se hace cargo de que todo esto puede sonar distópico, también nos dice algo obvio, pero que se suele soslayar para no quedar mal: que esa matanza organizada es para muchos una gran instancia de diversión, de momento lúdico entre tanta malaria. Al fin y al cabo, ¿quién no ha tenido pensamientos homicidas? ¿Quién no ha estallado de furia asesina contra un árbitro, un equipo o jugador rival? Bueno, lo que se propone en Jackpot – ¡Lotería mortal! es llevar esos pensamientos a los hechos. Como se dice, la cosa sana.
A la que le toca convertirse en el blanco móvil de toda la ciudad es a Katie (Awkwafina), una actriz que tuvo su oportunidad cuando era más joven, pero que tuvo que dedicarse al cuidado de su madre, ahora fallecida. Y que retorna a Los Ángeles en búsqueda de una oportunidad esquiva, y encima sin saber nada de este nuevo juego del cual todos quieren participar. Será entonces que deba aprender las reglas sobre la marcha, contando solo con la ayuda de Noel (John Cena), una especie de mercenario que ofrece sus servicios de protección para cada involuntario participante, con la condición de quedarse con un porcentaje del premio si consigue ayudarlo a sobrevivir. Estos individuos que son casi opuestos entre sí, pero al que los une la condición de habituales perdedores, desde lo económico, pero también lo profesional y afectivo -otro tema habitual en el cine de Feig-, no tendrán otra que unirse y emprender un camino de supervivencia, jugando con reglas amorales (valga la contradicción) y hasta usándolas a su favor.
Jackpot – ¡Lotería mortal! es una comedia sustentada en su velocidad y en el movimiento. Cuando avanza, es realmente muy divertida, especialmente desde el humor físico: Feig, al igual que con Spy, vuelve a probar que posiblemente sea el director de comedia que mejor sabe filmar la acción. Cada pelea o secuencia de persecución es pura invención, una voluntad inquebrantable de poner a los cuerpos a construir chistes de la manera más retorcida y dolorosa posible, mientras construye desde el dinamismo el vínculo entre los protagonistas. Ahí es donde Cena ratifica que es un gran comediante, alguien que sabe usar su corporalidad para divertir al espectador, y Awkwafina, actriz habitualmente insoportable, consigue la que quizás sea su mejor actuación hasta el momento. Por el contrario, cuando se detiene y trata de sacar conclusiones sobre cómo proceden el dúo protagónico o sus antagonistas, es cuando la película trastabilla y exhibe limitaciones narrativas.
Por suerte, hay algo que distingue de forma muy particular a Jackpot – ¡Lotería mortal! es que esa distopía que nos presenta no está hecha para ser demolida o cambiada. No hay una mágica redención social en el film, porque ese juego brutal ha llegado para quedarse y no hay chance de una revolución o rebelión contra el sistema. Eso sucede no solo porque los participantes aceptan las reglas y también porque el Estado cumple con su promesa: el que gana, se hace rico. La película hace lo mismo y va a fondo con su humor físico y cruel, sin después hacer piruetas ideológicas para que nos sintamos culpables de habernos reído de quebraduras, caídas y golpes varios. Esa honestidad y coherencia habla muy bien de Jackpot – ¡Lotería mortal!, que no es de lo mejor de Feig, pero que nos recuerda que es una de las voces más consistentes de la comedia norteamericana.
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