Por Mex Faliero
NdR: este texto contiene spoilers.
Si bien la tercera y última temporada de Sweet Tooth tuvo un nivel mayormente aceptable, también hay que decir que por momentos mostró los mismos problemas que se evidenciaron en la segunda temporada. Lo curioso, en todo caso, es que esos problemas narrativos y de tono se hicieron presentes sobre todo en los últimos dos episodios, lo que dejó un saldo agridulce por el peso que el cierre tiene siempre en la memoria del espectador. En lo concreto, esta tercera temporada tuvo como eje el viaje final de Gus (Christian Convery) hasta el encuentro con su madre. Siempre acompañado de Tommy Jepperd (Nonso Anozie), el mejor personaje de la serie. La idea de viaje abrió, entonces, el camino para lo mejor de Sweet Tooth: poner a los personajes en movimiento, hacerlos reflexionar a partir de los acontecimientos que les tocan atravesar. Entonces en ese movimiento, Gus y Jepperd se fueron cruzando con diversos personajes que sirvieron como elementos simbólicos para contar el estado de la humanidad en un contexto de posible extinción. En ese sentido, el mejor episodio fue el cuarto, Beyond the sea, cuando los protagonistas abordaron un barco y Gus se tuvo se encargar de deshacerse de un montón de cadáveres. Un episodio melancólico, terminal, que es el mejor tono que le sienta a esta serie, porque destinada como está a un público infanto-juvenil, tiene algunas ideas sobre la vida y la muerte que se corren del lugar común. Por el contrario, cuando la serie quiere volverse un relato de acción y fantasía, pierde potencia porque la acción no está del todo bien puesta en escena y la fantasía se construye con reglas confusas que no terminan de definirse en la narración. Lamentablemente eso se observó, como dijimos, en los últimos dos episodios, donde además la serie hizo una repartija de premios y castigos entre sus personajes un poco arbitraria, eliminando algunos, castigando a otros, ofreciendo redenciones sin un norte muy claro y de forma confusa. Luego de una primera temporada muy prometedora, Sweet Tooth se fue desarmando un poco hasta la discreción que fue su última temporada. En el camino desperdició por el vértigo del apuro a resolver sus conflictos algunos momentos emotivos, especialmente el encuentro de Gus con su madre, al que le faltó épica. Seguramente lo más acertado de la serie creada por Jim Mickle sobre la obra de Jeff Lemire fue terminar su camino en esta tercera temporada, antes que las cosas se vuelvan mucho más irregulares. No es poco.
NdR: las tres temporadas de Sweet Tooth se encuentran disponibles en Netflix.
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