
Título original: Find me falling
Origen: EE.UU.
Dirección: Stelana Kliris
Guión: Stelana Kliris
Intérpretes: Harry Connick Jr., Agni Scott, Ali Fumiko Whitney, Tony Demetriou, Angeliki Filipidou, Lea Maleni, Clarence Smith, Yiola Klitou, Effie Charalambous
Fotografía: Stephan Metzner
Montaje: Emilios Avraam
Música: Carlos José Alvarez
Duración: 93 minutos
Año: 2024
Plataforma: Netflix
7 puntos
REDESCUBRIENDO EL AMOR
Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
El género romántico viene muy maltratado últimamente, a tal punto que muchos se enfervorizaron excesivamente con una película discreta como Con todos menos contigo. Necesitamos que vuelva el amor, o incluso redescubrirlo, porque estas historias últimamente vienen en piloto automático. Por eso es bienvenida la llegada de Al borde del abismo, un film chiquito y con las ambiciones justas, al que lamentablemente Netflix no le dio mucha difusión.
Lo que hace la película de Stelana Kliris es algo ya visto miles de veces: plantear una historia de reconstrucción interior e individual que se da a partir del contacto con el entorno. En este caso, el relato se centra en John Allman (muy sólido Harry Connick Jr.), una estrella de rock que, tras el fracaso de su último álbum, decide dar por terminada su carrera y retirarse en un pequeño pueblo en Chipre (dato curioso: esta es la primera producción de Netflix filmada en ese país). Sin embargo, pronto descubre que la casa que compró está ubicada en un acantilado famoso en la zona por la razón equivocada: allí van a tirarse al mar todos los que quieren suicidarse. Si ya esto altera bastante sus planes de jubilación temprana, toda su vida entrará en una vorágine aún mayor cuando se reencuentre con Sia (Agni Scott), un antiguo amor que había culminado cuando su fama empezaba a ascender. Y, encima, nuevas revelaciones harán que deba repensarse a sí mismo.
Hay una sumatoria de pequeños aciertos por parte de la directora y guionista que compensan en gran medida las fallas. Por empezar, no da vueltas con el conflicto y pone enseguida en situación al protagonista, recién mudado y descolocado por todo lo que le está pasando. Eso permite que venga rápidamente lo más interesante, que es el descubrimiento de ese espacio particular que es el pueblo y sus habitantes, con sus tradiciones, rituales y manías. Desde ahí es que la película construye un retrato pintoresco, pero para nada paternalista, donde se nota el cariño por lo que se observa y se cuenta. De hecho, con un par de trazos, Al borde del abismo delinea algunos muy buenos secundarios, como la madre de Sia, una anciana que solo desea morirse de una vez, pero que exhibe su sabiduría en momentos claves. A eso hay que agregarle una interacción muy fluida entre el uso del inglés y el griego, lo que potencia la espontaneidad y credibilidad de lo que se ve. Y, por último, por más que hay algunas situaciones que podrían conducir a golpes bajos, la película los elude con elegancia y consistencia narrativa, conduciendo a instancias de aprendizaje no forzado. Eso relega algunos pasajes donde el film queda algo estancado y una escena de revelación que luce un poco torpe en su ejecución.
En Al borde del abismo hay un par de escenas muy dulces: una conversación entre madre, abuela y nieta donde los cruces generacionales funcionan a la perfección; y otra donde una serenata se convierte en un acto romántico comunitario. Son secuencias que reflejan conocimiento y sensibilidad respecto a lo que se está narrando. Y, a pesar de que el cierre no es del todo redondo, se las arregla para ser coherente con lo previamente narrado. En estos tiempos de escasez romántica, todas esas virtudes reviven las esperanzas para el género.
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